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Todo lo que podía salir mal en Lugo, salió. No hay más. Un tanto de Ferigra en su propio arco y dos lesiones que tienen en vilo a la afición amarilla. La más preocupante es la de Jonathan Viera, por repercusión directa en el juego y la estadística de la UD. Pero la de Adalberto Peñaranda, por su calidad y características como velocista, también dañan los esquemas del preparador madrileño.
Hay una Unión Deportiva antes y otra después del regreso de Viera al equipo. Sin el malabarista de La Feria, Las Palmas marchaba sin pena ni gloria en la tabla clasificatoria, era decimotercera, con solo una victoria, dos empates y otra derrota. Pero cuando Romario volvió a enfundarse la elástica amarilla, todo cambió. Para bien, claro está. Porque con él sobre el verde, el conjunto insular voló. De hecho, si solo se cuentan los partidos con Viera y obviando este último donde tan solo estuvo 10 minutos en el campo, los de Mel marcharían segundos, con tres victorias, tres empates y cero derrotas.
Un «desgarro», como dejó claro el propio Pepe Mel en la sala de prensa del Anxo Carro, tendrá alejado a Jonathan de los terrenos de juego en torno a un mes. Sin duda será una baja muy sensible, a la vista está y los números no engañan a nadie, porque el capitán es un líder dentro y fuera. Todos le siguen y contagia esas ganas de ganar que le corre por las venas. Estos días se someterá a las pruebas pertinentes para evaluar con exactitud el tiempo que estará de baja, pero en el club no son muy optimistas con una vuelta tempranera, todo lo contrario. Se estima que esté un mes fuera de combate, por lo que se perderá entre unos cinco o seis partidos. No estará seguro ante el Alcorcón, Real Sociedad B, Fuenlabrada y Oviedo. No se correrá riesgo alguno con Jony. Cuando esté sano del todo, se enfundará el brazalete. Antes, a recuperarse al cien por cien.
Otro que cayó lesionado y que hizo saltar todas las alarmas fue Adalberto Peñaranda. «Lo hemos perdido, se ha roto», confesó Mel nada más acabar el enfrentamiento en tierras gallegas. La carga de encuentros que acumulaba el extremo cedido por el Watford le obligó físicamente a decir basta. Ya lo había avisado el entrenador de la UD en la previa a la cita de Lugo («si alguien necesita descansar es Adalberto, ya te digo yo que no está para noventa minutos»). Pero las necesidades obligaron al preparador a mover ficha y a arriesgar con el venezolano, que venía de jugar tres partidos con la selección absoluta de su país. El internacional tuvo que abandonar la contienda diez minutos antes de que acabara la batalla, dejando a sus compañeros en inferioridad numérica. La cara de Mel en la banda era un poema. Sabía que podía pasar, pero no quería, cuando apostó por que fuera el sustituto de Pejiño, renunciar a los tres puntos.
Ahora le toca a Mel encontrar la fórmula para volver a la senda de las victorias sin dos de sus jugadores más desequilibrantes. No hay tiempo para lamentaciones ni para siquiera pensar en el por qué de las cosas. Este domingo viene un Alcorcón muy necesitado a Gran Canaria, en el farolillo rojo de la clasificación, y la victoria estará a precio de cuero.
Se perdieron tres puntos, sí, pero esto no ha hecho más que comenzar y el grupo sabe que va a estar en sus manos meterse en los puestos para pelear por el ascenso. La derrota en Lugo escoció, pero no hay tiempo para lamentos. De hecho, la vuelta a Gran Canaria, en avión desde Santiago de Compostela, fue plácida y relajada. Hubo muchas bromas ente los miembros de la expedición amarilla en el regreso a la isla, cosa que refleja que el estad de ánimo sigue intacto y que la moral no ha disminuido. Ya todos están con la mente puesta en el Alcorcón, para así olvidar lo que sucedió en Lugo.
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