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Pekhart la lía en la fiesta de Pedri

Pekhart la lía en la fiesta de Pedri

El delantero checo, con un doblete, desata la locura en el Gran Canaria tras dos asistencias de lujo del mediapunta tinerfeño. La UD cosecha su cuarto triunfo consecutivo y se mete en los puestos de promoción de ascenso, siendo quinta. Los de Pepe Mel pasaron el taladro por encima del Deportivo e invitan a soñar con cosas mayores que la permanencia

Jueves, 1 de enero 1970

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Sin vértido ni timidez. La UD, desenfrenada, pasó por encima de un moribundo Deportivo en el enésimo recital de Pedri González antes de poner rumbo a Brasil para jugar el Mundial sub-17. El tinerfeño bailó y regaló dos caramelos a Pekhart, que no desaprovechó los obsequios y se desquitó con Dani Giménez, que nada pudo hacer para evitar el doblete del checo. El espigado ariete se coló en la fiesta del juvenil tinerfeño y Jonathan Viera cerró la cuenta desde los once metros después de que lo derribaran dentro del área tras dejar en el camino a un rival con un regate diabólico. Los de Pepe Mel durmieron quintos, en zona de promoción de ascenso, al conseguir la cuarta victoria consecutiva en lo que va de curso dejando, además, la portería a cero por tercera vez seguida. Y, lo mejor, es que esto solo parece que acaba de empezar.

Este viernes, ante el Cádiz, ya sin Pedri, habrá que calibrar el verdadero nivel del conjunto insular, pero, lo que está claro, es que la madurez con la que está desarrollándose Las Palmas invita al optimismo. Mel ha conseguido hacer una cuna de ilusión y ya nadie quiere mirar a la parte baja de la tabla. Hay potencial y confianza para no tenerle miedo a nadie.

No tardaron los isleños en hacerse con los mandos del partido. Los bajitos de Mel parecían tener imanes en las botas y el Dépor corría y corría detrás de la pelota. Quiebros mareantes de Pedri por aquí, pases con trucos de magia de Viera por allí, la UD embotellaba a los gallegos en su propia área. Los de Sampedro, a merced del baile insular, parecían una caricatura. La presión casi asfixiante en la salida del balón del cuadro blanquiazul creaba infinitos problemas a los visitantes. Mientras, Las Palmas tejía fútbol con una facilidad pasmosa, como si tuviera el manual del toque bajo el brazo. Hasta Mantovani se atrevía a romper cinturas. Lo mismo De la Bella, convertido en extremo por el carril izquierdo. El lateral, tras un pase milimétrico de Pedri, se atrevió con un túnel dentro del área y, con ímpetu, rozó el balón y casi abre el marcador. Pero poco tardó en cambiar de dígitos. Otro pase de extraterrestre del tinerfeño, que dejó solo a Pekhart, inauguró la cuenta. Dibujó una línea perfecta a la espalda de la defensa y el checo, solo ante Dani Giménez, aseguró el disparo con la pierna derecha (la mala) para poner el 1-0 en el electrónico cuando todavía no corrían ni los 15 minutos de juego.

No extrañaba la Unión Deportiva a Galarreta, y eso dice mucho de cómo está de confianza el equipo grancanario. La sala de máquinas, con Fabio y Kirian cocinando fútbol, conectaba fácil con Srnic, Viera y Pedri. Y ahí Las Palmas invita a soñar. De medio campo para adelante se divierte y hace disfrutar a todos. Inventa, crea y, sobre todo, cree hasta el final en los ideales que ha impregnado Mel. Un asedio total a la diana blanquiazul. El Deportivo, un animal herido. Las Palmas, una hiena despiadada. Olió la sangre y se fue al cuello. No quería esperar para sentenciar el choque. Así lo quisieron Pedri y Pekhart. Jugada ensayada en un saque de esquina, mareo incluido a los gallegos, y la torre checa se elevaba para firmar el segundo tanto de la noche. Lo de Pedri, centrando con la zurda, explica las prisas del FC Barcelona en cerrar su fichaje. Con 16 años, en Segunda División, compitiendo contra mastodontes que le ganan en físico, y le da absolutamente igual. Qué nivelazo el del tinerfeño.

Pasaban los minutos y la UD mantenía el termómetro del partido. Conectados y enchufados en cada una de las jugadas, Las Palmas parecía un ciclón. Lo más cerca que estuvo el Deportivo del debutante Álvaro Valles fue en una salida valiente del arquero hasta el centro del campo para cortar el contragolpe. Serio y tranquilo. Como todo el representativo. Así se marchaban los de Mel a vestuarios para tomar oxígeno. Con clarividencia y el gusto de haber hecho una primera parte perfecta.

Tras el intermedio todo seguía igual. El Deportivo no levantaba cabeza y, aturdido por los golpes isleños, intentaba dar un paso hacia adelante con más corazón que con cabeza. Y mientras, más de Pedri. Como en Brasil deje semejantes destellos, lo mismo vuelve a la isla como campeón del mundo. Seguramente hoy, como poco, cueste 15 millones de euros.

Llegados a la hora de juego, no había ni la mínima duda en las gradas. Este partido se tenía que ganar. Debía ser el cuarto triunfo seguido. Y no iba a caer del cielo. El trabajo de Pepe Mel en un verano convulso se está plasmando en cada uno de los duelos que se están jugando. La madurez de la plantilla, con los Kirian Rodríguez, Fabio, Pedri y compañía está caminando hacia un lugar en el que esperan tardes de gloria.

El éxtasis llegó con la enésima diablura de Jonathan Viera. Otro al que le gusta levantar a la gente sus butacas. El de La Feria no tiene piedad ni con los más mayores. Cuando tiene ganas, tiene ganas. Y ayer, en la fiesta de Pedri, donde ya se había colado Pekhart, también quería bailar. Regate dentro del área, cintura de Peru Nolaskain por los suelos y la grada en pie. El propio Jonathan cogió el balón, miró al portero rival y ya todo el estadio sabía que la pelota iba a besar la red. Cuatro goles lleva ya el mediapunta en su vuelta a la isla. Y decían que venía de vacaciones. Qué poco lo conocen algunos.

No se veía tremenda superioridad por Siete Palmas desde la era Quique Setién y eso, amigos, habla muy bien de Pepe Mel, que se tuvo que comer el marrón de la pasada campaña y el desastre en la gestión del verano. El técnico madrileño, desde la serenidad y la certeza, ha transmitido unos valores que parecían perdidos ya en el Gran Canaria. Ahora, con la receta del toque, el desparpajo y la presión alta, la UD está volviendo a sentir el fútbol. Se gusta y la moral está por las nubes. Que le pregunten a Pekhart, que ha pasado de descartado a morder el cuello a los porteros rivales. Anoche casi la mete hasta de vaselina. Quién se lo iba a decir. De defenestrado a hombre referencia en un conjunto que empieza a asustar a los rivales.

Así fue como se consumó la cuarta victoria consecutiva, en el tercer encuentro seguido en el que se dejaba la portería a cero. Y ni la euforia de la hinchada iba a dejar de señalar al palco. Tras alentar todo el choque, se volvió a escuchar el «Ramírez vete ya» en las gradas del Gran Canaria.

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