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Jesús Gutiérrez
Lunes, 3 de abril 2023, 15:13
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Antes de comenzar la temporada 2023 Álex Márquez comentó que le gustaba lo de ir de «tapado». Había realizado una pretemporada de nota, a un nivel muy parejo que el de sus nuevos compañeros de marca en Ducati. Con la diferencia de que él apenas tenía un par de test de experiencia con la moto frente a algunos de sus rivales, como el campeón Pecco Bagnaia, que van ya por su quinto año en la fábrica italiana.
En el primer gran premio del año en Portugal ya dio muestras de que sus tiempos del invierno no habían sido casualidad y el pasado fin de semana terminó de ratificar todo lo bueno que se espera del piloto de Cervera en 2023: pole (la primera de su vida en MotoGP), quinto en el sprint del sábado y podio en la carrera del domingo. Solo el ganador en Termas de Río Hondo y nuevo líder del campeonato, Marco Bezzecchi, sumó más puntos en el global del GP de Argentina.
Este año Álex Márquez ha recuperado la consistencia que siempre le había caracterizado. Ha puntuado en los dos sprint y en las dos carreras que se han disputado, algo que solo han logrado él y Maverick Viñales. Es cuarto en un campeonato que es como una copa Ducati, ya que por delante de él hay otros tres pilotos de la marca italiana, pero el catalán prefiere mantenerse cauto y seguir sumando kilómetros con su nueva moto. «Creo que estar entre los cuatro primeros no es la posición real. Por prestaciones creo que deberíamos estar entre el quinto y el octavo, pero hay que sumar siempre, hay que estar ahí y ser inteligentes».
Álex Márquez subió a MotoGP en 2020, un año antes de lo que había planeado y de rebote. La inesperada retirada de Jorge Lorenzo a finales de 2019, cuando todavía tenía un año más de contrato en el Repsol Honda, le abrió las puertas del equipo oficial de HRC junto a su hermano Marc. Ya había decidido continuar una temporada más en Moto2, donde acababa de proclamarse campeón, pero una oportunidad así no se podía rechazar.
Lo que parecía un golpe de fortuna, se torció muy pronto. Llegó la pandemia, el campeonato quedó en 'stand by' varios meses y nada más echar a rodar llegó la lesión de Marc en el húmero. Álex se quedó solo en el box y tuvo que lidiar con la nueva categoría sin la ayuda de su hermano mayor. Su estreno en la clase reina acabó con dos podios y con la flecha para arriba, pero como su llegada al Repsol Honda había sido un parche, a final de año bajó un escalón en el organigrama de Honda y pasó a formar parte del equipo satélite LCR.
Allí estuvo dos años, donde los problemas no dejaron de crecer. Sin su piloto estrella (Marc), a medio camino entre el circuito y una camilla del hospital, Honda perdió el camino y Álex lo perdió con ellos. La última temporada fue la más dura, no se sintió valorado ya por la marca japonesa y buscó una salida. La encontró en un modesto equipo satélite de Ducati, el Gresini Racing. Modesto, sí, pero que acababa de ser tercero en el campeonato con Enea Bastianini.
Desde el primer test que hizo en Valencia, sintió por qué la Ducati es ahora mismo la referencia en MotoGP. Y no solo eso. Se sintió arropado, algo que le había faltado en su última etapa con Honda. «Aquí no tengo contacto directo con Ducati, pero Gigi Dall'Igna (director General de la marca y arquitecto de la moto) pasa cada día por el box a hablar con nosotros. Eso al piloto le mola y en Honda no me pasaba».
Álex Márquez tiene un palmarés como pocos en la categoría reina. Es doble campeón del mundo de Moto3 en 2014 y de Moto2 en 2019, pero parece que siempre ha tenido que demostrar en su carrera deportiva que no está por ser 'hermano de'. Algo, por cierto, a lo que ya está más que acostumbrado.
«Teniendo a Marc al lado, es inevitable que la gente hable más de ti y te ponga más presión. Es algo con lo que he lidiado desde pequeño y me da igual», decía en un encuentro con la prensa en el mes de febrero. Y preguntado entonces por si esta nueva aventura en Ducati le permitiría cerrar alguna boca, el de Cervera pasaba palabra: «No. Si acaso cerrar mis dudas y mostrarme a mí mismo que no se me ha olvidado ir rápido, porque aquí no tendré excusas».
La vida en 2023 es más fácil para el pequeño de los Márquez por un matiz que en el mundo del motor lo es todo: la máquina. «El esfuerzo, la dedicación y la concentración es exactamente la misma que el año pasado, pero en lugar de estar luchando por el 15º ahora lo hago por el podio». Álex Márquez ha vuelto a sonreír en Ducati y solo ha necesitado dos grandes premios para reivindicarse y al mismo tiempo redimirse.
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