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Los perjudicados fueron los aficionados

Los perjudicados fueron los aficionados

Samuel López, un irreductible y enamorado del amarillo, se desplazó a Reus para disfrutar de un partido que jamás llegaría a disputarse. «Al menos nos quedamos con los tres puntos», afirma el isleño

Jueves, 1 de enero 1970

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La suspensión del encuentro entre el Reus y la UD dejó muchos sinsabores. Mientras que todos los focos se situaron en el absurdo viaje de la plantilla grancanaria a tierras catalanas, con vuelta sobre la marcha y en vuelo chárter, una vez más se dio la espalda al verdadero motor del fútbol: los aficionados.

No fueron pocos los que se desplazaron a Barcelona con el objetivo de poner rumbo a Reus y disfrutar de un nuevo partido de Las Palmas. Y es que, como cada fin de semana que toca jugar fuera del archipiélago, siempre se aprecian manchas amarillas en las gradas. Da igual cuál sea el estadio. No importan tampoco los kilómetros por recorrer. El amor es incondicional y la UD, por muy mal que esté, siempre es una eterna pasión.

Samuel López, un irreductible y enamorado del amarillo, cogió un vuelo el pasado viernes para, como acostumbra cada vez que acude a los distintos feudos, dejarse la garganta. «Lo que vengo haciendo desde hace unos años hacia adelante es disfrutar los días que tengo de vacaciones y aprovechar que juegue la UD. Es decir, organizo las vacaciones cerca de donde juega Las Palmas», señala el grancanario.

En las dos últimas temporadas visitó dos templos. Uno fue el Vicente Calderón («tenía que despedirlo») y otro, La Catedral. Esta campaña sufrió la goleada en Lugo (4-2) y se llevó el palo de perderse el choque contra el Reus. Y avisa: «No pienso perderme el partido en el Heliodoro Rodríguez López. Como siempre, ahí estaré», promete.

Y, como a todos, la noticia le cogió ya en tierras catalanas. «Tenía este viaje organizado desde hace bastantes meses, para venir de viernes a martes. La sorpresa fue que se suspendió el partido», reconoce Samuel, ya con las maletas en Reus. «Yo voy a seguir aquí unos días más y si la suspensión del partido conlleva que nos den los tres puntos, pues me quedo con el lado positivo», asevera el aficionado insular.

Con todo, y con el resquemor de haberse tratado el tema como se trató y después de tanta incertidumbre, Samuel López cuestiona la forma de proceder de LaLiga. «Eso sí, nuevamente se demuestra que no somos ni de lejos eso que muchos catalogan como la mejor liga del mundo. Esto es una bacalá y una estafa en estado puro», critica.

Y es que mientras la Federación decía que el enfrentamiento se disputaría, LaLiga suspendía al Reus en una trifulca administrativa que acabó resolviéndose con la cancelación del encuentro. «Es inconcebible que haya dos organizaciones que tienen que ir de la mano, llámese Liga y Federación, y estén frecuentemente con encontronazos, haciendo que todo salga mal», analiza el fiel seguidor de la UD.

«No es entendible que no se puedan poner de acuerdo ambas organizaciones con más antelación», hila. «Siento pena y tristeza por ambos equipos. Tanto por Las Palmas como por el Reus. Por la UD, porque se pegaron una paliza de viaje tremenda. Que hayan tenido que venir para estar tantas horas esperando en el aeropuerto y volverse me parece surrealista», insiste el aficionado, que esta temporada ha visitado el Ángel Carro y tiene previsto acudir al derbi ante el Tenerife.

Así pues, Samuel se pone del lado de los seguidores que cogieron un avión simplemente para ver a su equipo jugar al fútbol y, cómo no, intentar conseguir la segunda victoria consecutiva en lo que va de 2019. «A los aficionados, pues bueno, es una jodienda que haya gente que viniera a ver el partido y se quedase con las ganas», asevera.

Y, como Samuel, que se desplazó con su pareja, otros aficionados que se quedaron con la mosca detrás de la oreja y con las inmensas ganas de disfrutar del fútbol. El dinero de los billetes de avión se fue al limbo y nadie se acordó de ellos. Son los fieles que hacen que este deporte siga latiendo pese a la insistencia de los grandes dirigentes y el músculo de la televisión en hacer y deshacer a su antojo. Lo acontecido este fin de semana solamente es un ejemplo más. Algo inédito y que ni los propios futbolistas de la Unión Deportiva terminaron de entender. O si no, que le pregunten a Juan Cala qué opina al respecto. Ya dejó claro en la radio oficial del club que le parecía una «auténtica vergüenza» lo que había pasado. Y las palabras del capitán van a misa.

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