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Liga de Naciones

España ajusta cuentas con la campeona de Europa

La Roja sella el pase a la final de la Liga de Naciones batiendo a Italia en su feudo con dos goles de Ferran Torres y un fútbol espléndido, pese al susto a última hora

Óscar Bellot

Enviado especial a Milán

Martes, 5 de octubre 2021

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La juvenil España de Luis Enrique afronta un examen de madurez frente a Italia en la primera semifinal de la Liga de Naciones. El potente combinado que dirige Roberto Mancini, vigente campeón de una Eurocopa en la que descabalgó a La Roja en la antesala de la final, volverá a calibrar en el mítico estadio de San Siro el punto de cocción en el que se haya una selección que rezuma frescura, ilusión y ambición pero que, en esta nueva etapa de reconstrucción, arrastra una trayectoria ambivalente.

Parece inevitable dado que el engranaje aún está en pleno proceso de ensamblaje y se lleva a cabo con futbolistas todavía poco experimentados en grandes citas portando la casaca nacional. Algo similar a lo que le sucedió a la Nazionale cuando, después de quedarse fuera del Mundial de Rusia, acometió una profunda renovación que dio frutos este verano al tocar el cielo en Wembley.

Inmersa en el reto de emular esa exitosa andadura está la selección española. Los fiascos encadenados en el Mundial de Brasil, la Eurocopa de Francia y la Copa del Mundo de Rusia abrieron una amplia regeneración trufada de sobresaltos. Guiado por la valentía y la firmeza de carácter que siempre guió sus pasos, Luis Enrique ha abierto camino a una nueva camada que todavía tiene que asentarse para demostrar que algún día puede seguir los pasos de aquella otra inolvidable que abanderaron Iker Casillas, Sergio Ramos, Xavi, Iniesta, Fernando Torres, David Villa y compañía.

El Europeo multisede, en el que llevó a cabo un loable ejercicio de resiliencia para plantarse en las semifinales, fue una señal de que hay materia prima para que la afición vuelva a soñar, pero resta la confirmación y la Liga de Naciones se presenta como una excelente piedra de toque.

Como viene haciendo desde que tomara el bastón de mando de la selección, Luis Enrique acude con una lista plagada de jóvenes valores. El máximo exponente es el barcelonista Gavi que, en su condición de titular, se convertirá, a sus 17 años, en el internacional más joven en la longeva historia de La Roja. Tan solo una primavera más cuenta Yéremi Pino, el otro novel en la convocatoria del asturiano. Mucha lozanía aportan también Eric García (20 años), Pedro Porro (21), Bryan Gil (20) o Ferran Torres (21) a un combinado cuya edad media es de 25,21 años.

El reverso de ese aire fresco, claro, es su corto bagaje. Nueve futbolistas no llegan a la docena de internacionalidades en un bloque cuyo promedio de apariciones con la selección es de 20,39. Y ello gracias a la presencia de algún ilustre veterano como Sergio Busquets (130 partidos a sus 33 años), Koke Resurrección (58 con 29 años) o David de Gea (46 con 30 años) que elevan el listón.

La probeta de Luis Enrique

El pivote del Barça y el mediocentro del Atlético siguen siendo piezas vitales de un equipo en el que repiten trece participantes en la reciente Eurocopa. La nómina habría sido mayor de no haberse visto sacudida la selección por una plaga de lesiones. Gayà, Jordi Alba, Morata, Gerard Moreno o Dani Olmo habrían formado parte de la expedición a buen seguro en caso de no arrastrar diferentes percances que minan a la selección sobre todo en ataque y ponen el foco en la probeta de Luis Enrique.

El seleccionador, de nuevo cuestionado por no citar a ningún futbolista del Real Madrid y alistar en cambio a un jugador como Gavi que apenas suma 364 minutos en la élite, no tendrá más remedio que envidar con un falso nueve ante Italia, que también acude a la cita con ausencias de peso.

Roberto Mancini no puede contar con Immobile, Belotti, Toloi, Pessina, Castrovilli ni Spinazzola, todos ellos campeones de Europa. Pese a ello, la Azzurra presenta una plantilla rebosante de calidad y físico a la que añade una estadística intimidante: encadena 37 partidos sin perder. Su última derrota data del 10 de septiembre de 2018, cuando sucumbió ante Portugal en el Estádio da Luz por 1-0. Desde entonces, contabiliza 30 victorias y siete empates, con un arrollador balance de 93 goles a favor y solo 12 en contra.

Su fútbol vibrante enamoró en la Eurocopa, aunque solo ha sumado un triunfo en los tres encuentros que ha afrontado desde que dejase atrás las celebraciones; el 5-0 frente a Lituania en la fase de clasificación para el Mundial de Catar, que sucedió a sendos empates con Bulgaria y Suiza. A eso hay que agregar que parte con la vitola de favorita y anfitriona, dos factores que pueden pesar en su contra por la responsabilidad añadida que comportan. A ello se aferra también España, dispuesta a disfrutar sin presión.

Pocos apostaban a que España estaría el domingo en San Siro y no en Turín, escenario de la final de consolación de la Liga de Naciones. Algunos incluso habían escrito su epitafio nada más conocer la lista de Luis Enrique, llena de ausencias de calado y repleta de jugadores que otros técnicos más respetuosos con las jerarquías hubiesen dejado para más adelante. Pero será esa Roja osada y rebosante de frescura juvenil la que luche contra la vencedora de la segunda semifinal, que medirá este jueves a Bélgica con Francia, por suceder a Portugal en el palmarés de este torneo en auge. Lo hará tras detener en 37 la formidable racha de partidos invicta de la campeona de Europa, a la que afeitó con una exhibición de talento y atrevimiento.

Ferran Torres, bigoleador en un campeonato que le está yendo como anillo al dedo al atacante del Manchester City –en él ha anotado la mitad de los doce tantos que contabiliza como internacional absoluto-, se colgó, antes de marcharse lesionado al inicio del segundo periodo, el cartel de protagonista que al comienzo correspondía a Gavi, el otro nombre destacado de una noche para el recuerdo en la que La Roja aplicó el rodillo como en sus mejores tiempos, pese al susto final.

Acierte o yerre, a Luis Enrique nadie puede discutirle la valentía. Una actitud casi siempre loable, aunque a veces la separe una finísima línea de la temeridad. El asturiano hace lo que le place y en esta ocasión lo que le apetecía era darle la alternativa a Gavi en una de esas plazas por las que moriría el matador más reputado. Y de entrada nada menos.

Italia

Donnarumma, Di Lorenzo, Bonucci, Bastoni, Emerson, Barella (Calabria, min. 71), Jorginho (Pellegrini, min. 64), Verratti (Locatelli, min. 58), Chiesa, Insigne (Kean, min. 58) y Bernardeschi (Chiellini, min. 46).

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España

Unai Simón, Azpilicueta, Laporte, Pau Torres, Marcos Alonso, Busquets, Koke (Mikel Merino, min. 75), Gavi (Sergi Roberto, min. 84), Oyarzabal, Sarabia (Bryan Gil, min. 75) y Ferran Torres (Yéremi Pino, 49).

  • Goles: 0-1: min. 17, Ferran Torres. 0-2: min. 45, Ferran Torres. 1-2: min. 83, Pellegrini.

  • Árbitro: Sergei Karasev (Rusia). Amonestó a Azpilicueta, Sarabia, Yéremi Pino, Locatelli y Oyarzabal. Expulsó por doble amarilla a Bonucci (min. 41).

  • Incidencias: Partido correspondiente a la primera semifinal de la Liga de Naciones, disputado en el estadio de San Siro ante unos 36.000 espectadores.

Cinco partidos de Liga y otros dos de Champions (364 minutos en total) le han bastado a este chico nacido en Los Palacios y Villafranca hace 17 años y 62 días para ganarse un epígrafe en los anales de la selección española, al convertirse en el jugador más joven en vestir la camiseta de La Roja. La anterior marca (17 años y 284 días), fijada por Ángel Zubieta, databa de 1936. Casi nada. El centrocampista del Barça quema etapas a velocidad de vértigo y Lucho le augura un futuro esplendido. Qué mejor que empezar a escribirlo en San Siro, uno de los grandes templos del deporte rey. Lejos de arrugarse, brilló con personalidad y desparpajo. Como sus compañeros.

El palaciego tenía enfrente a Barella, Jorginho, Verratti, la santísima trinidad de esta Italia que juega al fútbol como nunca. Los forjadores cosieron en el pecho de la Azzurra cuatro escarapelas como campeones del mundo, pero su juego nunca fue tan atractivo. En el Meazza jamás había hincado la rodilla. Suficiente para intimidar a cualquiera. Menos a una España que le pintó la cara.

Roberto Mancini tenía bajas de postín, sobre todo en la delantera, pero pese a ello envidó sin uno de sus centuriones, Chiellini, en beneficio de Bastoni. La labor de buscarle las vueltas a la zaga española la descargó en la calidad y el hambre de Chiesa, Insigne y Bernardeschi. Un dolor de muelas en toda regla.

Luis Enrique había resumido días antes su mantra en tres conceptos: ataque, presión y ambición. Sus pupilos los ejecutaron con disciplina espartana. Sarabia fungía de falso nueve y España mordía muy arriba ante Italia, donde Donnarumma concentraba las iras de los 'tifosi' en su regreso a Milán por primera vez tras su tempestuosa marcha al PSG en verano. Con todo, Chiesa fue el que dio el primer aviso, porque cuando La Roja perdía la pelota, la Azzurra salía en estampida.

Era un duelo soberbio, enturbiado solo por la silbatina local a Donnarumma. El odio cainita hacia el héroe de la Eurocopa deslucía el romance de los 'tifosi' con la Nazionale e hizo mella en el arquero. Ninguna responsabilidad tuvo, claro, en el primer gol de Ferran Torres, que ajustó junto a la cepa del palo tras un centro tenso de Oyarzabal desde la izquierda. Pero estuvo a punto de ser protagonista segundos más tarde al comerse un latigazo de Marcos Alonso. La madera le salvó de la crucifixión en un minuto mágico para La Roja, que despertó los «olés» de la hinchada visitante.

Italia cojeaba por la derecha, donde Chiesa no cerraba y dejaba a la intemperie a Di Lorenzo. A Mancini no le quedó más remedio que cambiar de costado a Bernardeschi porque Marcos Alonso y Oyarzabal eran un tormento recurrente. La Azzurra agradeció el cambio. El propio Bernardeschi se estrelló contra el palo antes de que Insigne perdonase el empate a pase de Emerson. Era un enfrentamiento descamisado.

Pero el arreón italiano se vino abajo por la expulsión de Bonucci. El experimentado central, que ya había visto una amarilla, sacó el codo a pasear en una porfía con Busquets y dejó contra las cuerdas a la campeona de Europa. Perdiendo y en inferioridad numérica. El más difícil todavía ante una España espléndida que además puso el broche a la primera parte doblando la renta, de nuevo con Ferran Torres como ejecutor. Asombroso.

Pese a la ventaja, España no bajó el pistón a vuelta de vestuarios. Para qué iba a hacerlo si estaba disfrutando como en sus días de vino y rosas. Esa ambición le costó un disgusto. Porque a la salida de un córner a favor de La Roja, Chiellini abrió la contra con un despeje y Yéremi Pino, que había salido por Ferran, cometió un error de bulto que dejó solo a Pellegrini, que ajustició a Unai Simón. El tanto espoleó a Italia, que achuchó con San Siro rugiendo en defensa del orgullo herido. Pero España aguantó la presión y superó otra prueba de fuego al firmar el tercer triunfo en suelo italiano de toda su historia. Bélgica y Francia pueden ir tomando nota.

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