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El bello sueño de España en el Mundial de Qatar se convirtió en pesadilla. Y de las grandes, de las que se recuerdan siempre con un enorme poso de decepción y disgusto. Doce días después de golear a Costa Rica y hacer sonar las trompetas que anunciaban un desfile victorioso, la selección de Luis Enrique se ha acabado desplomando de mala manera. Primero fue el batacazo ante Japón y este martes el fiasco ante Marruecos, un partido en el que la incapacidad ofensiva de La Roja, su falta de colmillo, ha llegado a una especie de paroxismo cruel y disparatado cuando ha sido incapaz de marcar ni siquiera uno de los tres penaltis que ha lanzado en la tanda decisiva. Menos mal que sus jugadores, como aseguró el otro día el técnico asturiano, llegaron a Qatar habiendo lanzado al menos mil penaltis por cabeza para estar bien preparados ante una contingencia como la que han vivido en el estadio Ciudad de la Educación.
Yassine Bounou - Achraf Hakimi, Romain Saiss (cap), Naif Aguerd (Jawad Yamiq 84), Noussair Mazraoui (Yehia Attiyallah 82) - Azzedine Ounahi (Badr Banoune 120), Sofyan Amrabat, Selim Amallah (Walid Cheddira 82) - Hakim Ziyech, Youssef En-Nesyri (Abdelhamid Sabiri 82), Sofiane Boufal (Abde Ezzalzouli 66).
Unai Simón - Marcos Llorente, Rodrigo Hernández, Aymeric Laporte, Jordi Alba (Alex Balde 98) - Pedri, Sergio Busquets (cap), Pablo Gavi (Carlos Soler 63) - Ferrán Torres (Nico Williams 75, Sarabia 119), Marco Asensio (Alvaro Morata 63), Daniel Olmo (Ansu Fati 98).
Tanda de penaltis (3-0) Marcan por Marruecos Sabiri, Ziyech, Hakimi. Por España fallan Sarabia, Soler y Busquets.
Árbitro : Fernando Rapallini (ARG)
Incidencias Estadio: Qatar Foundation Stadium (Al-Rayyan). 44.667 espectadores
Los norteafricanos, en cambio, han estado mucho más acertados en la lotería de los once metros, que han buscado descaradamente desde los minutos finales de la segunda parte. Sabían que tenían a Bono, un buen especialista. A Regragui la jugada le ha salido perfecta. A Luis Enrique, por el contrario, todo le ha salido mal, incluido ese cambio curioso en el final del descuento quitando a Nico Williams, que estaba dando muchos problemas a la defensa marroquí, para dar entrada a Sarabia, un buen lanzador de penaltis. El futbolista del PSG, que ha tenido la mejor ocasión de España en el descuento de la prórroga -remató de volea al poste- ha fallado sin embargo su pena máxima. Era el primer lanzamiento y afectó a la moral del equipo.
Lo que peor le ha salido a Luis Enrique, en cualquier caso, ha sido no haber conseguido dar aire a su tropa que, llegada la hora de la verdad, se ha comportado como un equipo menor, sin verdaderas alternativas. ¿Que dominó más? Por supuesto. Los marroquíes no tenían ningún problema en permitírselo. ¿Que hizo más merecimientos? Pues algunos poquitos más. Cuando hablamos de falta de alternativas no nos referimos solo a jugadores, aunque es evidente que la convocatoria al Mundial se ha demostrada fallida, un capricho soberbio de un entrenador demasiado gallo. Nos referimos también al juego, a la hiriente incapacidad de la selección para atacar a rivales que se defienden en su campo con las líneas muy juntas. Su obsesión para tocar y tocar a un ritmo lento y machacón en posiciones intrascendentes sin futbolistas realmente capaces de desequilibrar ha sido casi una tortura. España se ha chocado contra un muro, ciertamente, pero un muro que sabía perfectamente que estaba allí. No se lo encontró de repente en la salida de una curva cerrada.
El partido que provocó la primera gran sorpresa de los octavos comenzó como estaba previsto, con España tocando y retocando el balón mientras Marruecos esperaba en su campo y sus futbolistas muy activos tapando huecos con ladrillo y argamasa. Los primeros minutos fueron tan inanes y repetitivos que, pese a la emoción inevitable en unos octavos de final de un Mundial, dieron ganas de bostezar. La profundidad era un concepto inexistente en las dos selecciones. España, de hecho, llegó al descanso sin rematar una sola vez entre los tres palos. Su única oportunidad de gol digna de tal nombre llegó en la única ocasión en la que uno de los tres delanteros supo romper en carrera entre la retaguardia rival y sus compañeros le vieron. O al menos atendieron su desmarque. Fue en el minuto 26 y a Asensio el disparo se le fue al lateral de la red.
Tampoco es que Marruecos hiciera mucho ruido por los alrededores de la portería de Unai Simón. Pero Boufal se fue activando por su costado y ya se sabe que el exjugador del Celta, cuando está entonado, puede crearle problemas a cualquiera. A Llorente, que ha sido la gran sorpresa de Luis Enrique en el once como lateral derecho, le hizo mucho daño. Sea como fuere, los norteafricanos solo remataron una vez entre los tres palos, un zapatazo de Mazraouri pasada la media hora que Simón atajó en dos tiempos. El partido, en fin, era un combate nulo con los dos equipos jugando a lo que querían pero sin ser capaces de superar al rival. Como ya ha ocurrido en otros partidos plúmbeos los momentos de mayor emoción, de riesgo y vértigo, llegaban cuando los porteros se ponían a jugar la pelota con nervios de hielo.
El problema es que la segunda parte ha sido igual, un muermo absoluto. El primer disparo a puerta de España fue un falta de Olmo en el minuto 55. La Roja hacía el parabrisas mientras el tiempo pasaba y pasaba. Su impotencia era evidente ante un rival blindado, muy serio, duro en la entresaca, y con Amrabat haciéndolo todo y todo bien. El futbolista de la Fiorentina sí que se mereció estar en cuartos. Luis Enrique no tuvo a nadie de ese nivel. En la hora decisiva, le fallaron sus intocables. Ferrán hizo un partido lamentable, Busquets pareció un funcionario aburrido, Gavi peleó sin suerte y Pedri ofreció una versión pobrísima. España tiene talento, eso nadie lo discute, pero le falta consistencia. En realidad, este martes ha caído contra Marruecos de la misma manera, o muy parecida, desde luego sin corregir aquellos errores, que en 2018 ante Rusia en Moscú.
Seguro
En estos encuentros donde España domina el partido y el rival aguanta a la espera de sus ocasiones, el guardameta de La Roja debe estar muy atento para solventar las escasas acciones en las que interviene. Y Unai Simón lo hizo, en especial con una parada ante Cheddira.
Luis Enrique le dio entrada en el minuto 75 y se notó. Apostó por desbordar por el costado derecho del ataque de España, algo que no había sucedido hasta entonces, y el pequeño de los Williams protagonizó algunas de las mejores acciones.
Sólido
De lo más destacado tanto en el partido de este martes como en el Mundial. El central del City volvió a estar muy atento a las salidas de Marruecos a la contra y también en las acciones a balón parado. Laporte y Rodri formaron una buena pareja defensiva.
Sin acierto
En un duelo donde España necesitaba del talento y la claridad de ideas de Pedri y Gavi, ambos estuvieron muy desacertados. En especial Pedri, muy vigilado en el poblado centro del campo. El azulgrana no fue capaz de encontrar soluciones.
Desaparecido
De nuevo titular por la banda derecha, su partido fue una acumulación de errores y jugadas intrascendentes hasta que Luis Enrique le cambió por Nico Williams. De hecho, no tuvo ninguna oportunidad de hacer peligro y acumuló hasta 17 balones perdidos