Correa descose al Cádiz y lidera una gran reacción del Atlético

La fe, la calidad del omnipresente Griezmann, el gol clave del empate de Nahuel nada más reanudarse la segunda parte y un doblete del reaparecido Correa, el delantero que siempre cumple, presenta unos números excelentes y aguanta como un profesional porque casi nunca es titular, completaron la semana fantástica de un Atlético con tres victorias ligueras consecutivas desde su debacle en Valencia.

Tras una sucesión de duelos de enorme exigencia ante el Real Madrid y en Pamplona con la enfermería repleta, era osado pensar que para el Atlético sería coser y cantar ante el Cádiz. Es cierto que el equipo andaluz apenas había arañado un punto en las 15 visitas precedentes, incluyendo el Calderón, pero con el sello de Sergio González es un enemigo que exige pasar por el dentista para vencerle.

Se cierra bien en bloque muy bajo, tiene cuajo, es disciplinado y peligroso al contragolpe. Y esta vez tenía la ventaja de que los colchoneros se presentaban en ataque sin Morata, expulsado, Memphis, lesionado, y con Correa recién superado el leve esguince de rodilla que le produjo la entrada de Bellingham. Seis cambios realizó Sergio respecto al choque ante el Rayo y el Cholo dio descanso a Giménez y Lino.

Comenzaron muy bien los colchoneros, rápidos, versátiles y moviéndose de maravilla con y sin balón, y en los primeros cinco minutos pudieron marcar dos goles. Primero Griezmann disparó al palo tras una gran combinación al primer toque y un pase de tacón soberbio de Correa y poco después el Principitó no superó a Ledesma en el mano a mano. En esos momentos, el choque tenía pinta de poder terminar el goleada.

El Cádiz, acostumbrado a sobrevivir, esperó sus momentos. Y se adelantó fruto de una acción polémica. Pudo haber falta previa de Zaldua sobre Riquelme, pero no la vio el árbitro y el VAR no le corrigió. Quizá porque Koke toqué el balón antes de que Chris Ramos le regalara una asistencia de lujo a Lucas Pires.

Ese inesperado golpe desestabilizó al equipo del Cholo, algo ansioso. Fali estuvo a punto de marcar el gol de su vida, pero el disparo desde su campo al ver a Oblak adelantado se marchó fuera. Un aviso de lo que llegaría tras un saque largo de Ledesma que Azpilicueta desvió hacia atrás y pilló descolocados a Witsel y Oblak. Roger Martí, el más listo de la clase, se anticipó a los dos y elevó sobre la tímida salida del esloveno, que ya no es lo que era por culpa quizá de las lesiones. Bajo palos es estupendo pero le cuesta imponerse y salir por arriba pese a su envergadura.

Quedaba todavía más de una hora por delante, pero para el Atlético la noche pintaba a drama. El Cholo pedía calma. Acortó distancias Correa, de cabeza, a centro de Azpilicueta, a diez todavía para el descanso, y en esa acción se lesionó Fali. Se retiró el capitán cadista con problemas musculares tres bolas en el cuádriceps, al parecer de grasa, que daban miedo. Hasta el entreacto, resistió el Cádiz sin mayores problemas.

Se presentó el Cádiz tras la reanudación con dos cambios más, pero el plan de Sergio con Escalante y Alejo se le complicó porque casi en la primera acción igualó Nahuel Molina en colaboración con un defensor. Ledesma pudo desviar ante Llorente, pero el lateral argentino venía por detrás y la pegó con el alma.

El partido estaba loco. La tuvo Griezmann, pero Ledesma voló para desviar un tiro cargado de efecto desde la frontal. Respondió en el otro área Chris Ramos, de cabeza, y Oblak tuvo que trabajar. Sin tregua, luego fue Correa el que se llenó de balón tras un doble recorte precioso.

El Cholo realizó un triple cambio y recompuso al equipo con Witsel de mediocentro y De Paul de nuevo en liza tras lesionarse en el parón de selecciones. Como entró Samu Lino, Sergio respondió de inmediato cambiando el lateral.

Lo que resultaba de todo punto imprevisible es que la remontada se dibujase en un contragolpe de libro permitido por el Cádiz por su presión alta. El Atlético combinó pausa y rapidez en una jugada enorme que culminó Correa tras dejada de Saúl. Claves también Griezmann, Nahuel y Lino. A partir de entonces, los locales se lo tomaron con más calma para gobernar su ventaja sin más sobresaltos.

Ignacio Tylko