Borrar
Balones al 21 y que decida a qué juega este equipo

Balones al 21 y que decida a qué juega este equipo

Las pinceladas de Jonathan Viera marcan el rumbo de un conjunto que no parece saber dónde está el norte. A la UD le quedan 26 finales por delante para amarrar la permanencia.

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La UD sumó un punto más dos meses después. Y, pese a que tuvo el partido en las botas de Rémy, las sensaciones fueron las mismas de siempre. Sin automatismos y con demasiados fallos en la zona defensiva. El empate final logrado en Anoeta tan solo sirve para camuflar las vergüenzas de un equipo que continúa en puestos de descenso y que no sabe lo que es vencer desde el pasado 17 de septiembre.

Comenzaba el partido y la Real Sociedad no dejaba ni respirar a la UD. Presión asfixiante de los de Eusebio. Los laterales pisando área isleña y los extremos desbordando con facilidad. Monólogo vasco y declaración de intenciones. Ayestarán buscaba un milagro en Anoeta y para ello se encomendaba a la electricidad de Rémy, pero con eso no basta. En tan solo diez minutos los blanquiazules habían rozado el gol en dos ocasiones. Primero Llorente y luego Zurutuza, ambos de cabeza. Remates que se marchaban por milímetros y evidenciaban que la defensa amarilla seguía haciendo aguas.

Sin fútbol, sin ideas y con los mismos errores de siempre. Por más que pasan los días y las sesiones de entrenamiento, el equipo canario sigue cometiendo fallos que no son propios de un equipo de Primera División. Con el paso de los minutos la superioridad iba creciendo. Por momentos, parecía que los donostiarras jugaban con 12 y Las Palmas con 10. Pero, a pesar de la escasez de fútbol grancanario, la UD siempre cuenta con un factor diferencial: Jonathan Viera. Balones al 21 y que el mediapunta invente. Y así fue como llegó el gol visitante. Pase al hueco del malabarista de La Feria a Rémy, que rompe a Odriozola, su disparo lo despeja Rulli como buenamente puede y Tana, muy oportuno, empuja el rechace a la red con la testa.

Con el tanto a favor, la UD cometía un grave error, jugar a defender. La alegría duró el mismo tiempo que tardó Januzaj en meter un balón a la espalda de la retaguardia grancanaria. Bigas midió mal el salto y Willian José apareció para sacar su martillo ante Lizoain. Como si fuera el 6 de enero, Las Palmas regalaba ocasiones de gol a los donostiarras. La inercia negativa aumentaba en cada acción y el despropósito continuaba. En ningún tramo del encuentro se intuía la posibilidad de que la UD fuera capaz de sumar los tres puntos. Januzaj completaba un partido de matrícula de honor poniendo el segundo en el marcador. Y, cuando todo parecía perdido, Jonathan Viera daba un puñetazo sobre la mesa. Con el Mundial de Rusia en la mente, recogía un mal despeje de Rulli y desde su casa subía las tablas al marcador. Con el empate en el electrónico los de Ayestarán perdían el miedo al abismo. Loïc Rémy tuvo la victoria en dos ocasiones, pero en ambas se topó con un gigantesco Rulli que enmendaba el fallo cometido con anterioridad.

Empate inerte que no sabe a nada, puesto que el representativo no recorta distancias al Deportivo -equipo que marca la permanencia-. Y duele en exceso ver cómo los amarillos pierden cada batalla que disputan. La permanencia es hoy aún más cara pese a puntuar a domicilio. Parece que se ha perdido el recuerdo del dónde, cómo y cuándo volvió la escuadra grancanaria a Primera. Años en el ostracismo, relegados a un segundo plano. Mañanas, tardes y noches en las que se sangró y se lloró por el escudo. Quedan 26 finales por delante, que no son pocas. Y, venga quien venga -si se opta por un cambio de técnico, que vistos los resultados se antoja necesario-, ha llegado el momento de sacar el orgullo y la casta y dejar los complejos en casa. Romperse el alma por esta camiseta es lo que marcará el futuro y el destino de la UD Las Palmas. Queda tiempo para salir del pozo, pero el cambio debe empezar desde ya.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios