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La estrella emergente de la UD se hace mayor de edad. Alberto Moleiro festeja hoy sus 18 años en un momento estelar y apenas sospechado cuando el verano pasado inició la pretemporada con «el sueño» de hacerse hueco en la plantilla profesional. Entonces, apenas ocho ... semanas atrás, no dejaba de ser un canterano que aspiraba a tirar la puerta abajo. Ahora ejerce de titular indiscutible, ya ha sido internacional son la sub-19 y figura en la agenda de clubes como el Barcelona. Palabras mayores. Y aunque desde el club, compañeros, técnicos y dirigentes se esmeran en evitar las comparaciones con Pedri, las evidencias son aplastante: talento precoz y con una madurez impropia, captado desde Tenerife y llamado, por condiciones, mentalidad y talento, a marcar época. Por si fuera poco, comparten mentor (Pepe Mel) y disponen en sus inicios con el primer equipo de la guía sin igual que les procura un compañero como Jonathan Viera, quien ya mezcó en 2019 a las mil maravillas con el ahora futbolista del Barcelona y que ya hace lo propio con el atacante que comienza a idolatrar el Gran Canaria. El tránsito de niño a hombre lo ha llevado con una digestión natural y efectiva de la presión que siempre conlleva ponerse esta camiseta.
En la UD asisten con satisfacción desbordante la manera en la que emerge una nueva joya de las acunadas en la Casa Amarilla desde el convecimiento de que están ante otro futbolista que, en unos meses, tal y como sucedió con Pedri, va a pasar del anonimato a una cotización disparada. Bien deportivo, porque ya marca las diferencias en el césped y va a ir a más, y bien patrimonial, porque, en caso de materializarse un traspaso del que se viene hablando desde largo, la entrada de una inyección sustancial en las arcas propias está garantizada.
La disposición de Moleiro a seguir aprendiendo, consciente de que tiene mucho que asimilar, es otro de los aspectos que más ayuda a la hora de augurarle carrera en el oficio. Su carácter humilde, presto siempre a coger apuntes de todo lo que le trasladan compañeros y entrenadores. Destacan que sigue siendo el mismo que se abrió paso en el filial, con la mentalidad adecuada para enfocar lo que viene sin vértigo pero con ese punto de ambición que requiere para continuar el proceso que está protagonizando. Se entrena como un meritorio y afronta cada encuentro desde la responsabilidad que, asume, debe somatizar sin buscar coartadas relacionadas con su precocidad. A nivel físico, no han parado de observársele mejoría en cuanto a musculación y aguante, aunque la dosificación de esfuerzos, ese otro fútbol tan importante y relacionado con el juego sin balón, es el que le terminará de dar el salto de calidad en un rendimiento continuado. Pedri pasó por lo mismo y así le va ahora.
El futuro es de Moleiro, llamado a llegar al sitio que se proponga. La suerte de la UD es que aquí lo tiene y puede disfrutar de sus prestaciones hasta que, como dan por hecho, le extiendan una oferta irrechazable. Mientras, el avance hacia el ansiado ascenso a Primera División va a pasar, y en gran medida, por las piernas y habilidades de un juvenil hasta ayer.
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