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Jueves, 1 de enero 1970
Ha vivido tan deprisa Samuel Carmona, olímpico en Río de Janeiro 2016, profesional y campeón de todo lo que se ha propuesto, que parece mentira que hoy cumpla 24 años. Por historial, experiencia y buena fama, bien podría tener algunos más encima. Pero no. El estilista de La Isleta sopla velas con un futuro reluciente por delante, ya con un bagaje en el ring que le confiere un aire exclusivo. De hecho, en este 2020 marcado por el parón competicional por el coronavirus, ya tuvo tiempo, allá por febrero, de ganar en Rusia el WBA Internacional del peso mosca. Y aspira en los próximos meses al asalto del cetro mundial. Un desafío colosal al que une otro acontecimiento que viene en camino y que le colma a nivel personal: en octubre, Omayra Melián, su pareja, dará a luz a Martina y estrenará paternidad.
«Llego a los 24 años en el mejor momento de mi vida. Dentro y fuera del boxeo todo me hace feliz. Tener a Martina lo supone todo para mí y es el mejor motivo para motivarme, para entrenar día a día al máximo y poder dar el mejor nivel que llevo dentro», asegura.
El Patriarca reconoce que «da un poco de vértigo» mirar atrás por la cantidad de vivencias que ya acumula fruto de su precocidad y talento: «La verdad es que no he parado. El mundo del deporte es así, te obliga a imponerte un ritmo tremendo, a no disfrutar de un respiro. He peleado por medio mundo ya, tuve el honor de pertenecer al equipo olímpico español en Río, lo cual es algo que me queda para toda la vida, logré todo lo que me propuse como amateur y, ya como profesional, llevo una trayectoria perfecta. ¿Con qué me quedo de todo lo que ha hecho? Prefiero pensar, valorándolo todo, que lo mejor está por venir».
Si analiza su presente, con la salvedad del paréntesis obligados, también abundan los argumentos para esbozar una de sus sonrisas características: «Haber firmado con la promotora rusa Patriot Boxing me ha abierto un horizonte enorme para mi carrera gracias a mi mánager Karim Bouzide. Y trabajar día a día con Carlos Formento me permite crecer y crecer. La estabilidad personal que tengo por mi familia y Omayra, con el bebé que estará con nosotros, es lo que necesito para enfocar mi carrera al título mundial que quiero ganar y que confío en que se celebre antes de diciembre. Sería la guinda perfecta porque no pienso desaprovechar esa oportunidad», añade convencido.
Carmona asume que la afición y la crítica lo esperen todo de él («eso significa que puedes llegar a lo más alto») y promete mantener el listón en el que siempre se ha movido y que le sitúa entre los mejores púgiles del país: «Tengo mucho tiempo por delante, si me respetan las lesiones, y soy consciente de que dependo de mi ambición y sacrificio. Es algo que me repito y tengo muy presente cada vez que me levanto».
«Espero que cuando sople las 25 velas, justo en un año, pueda seguir teniendo estas sensaciones y, por supuesto, haya caído algún título más en mi palmarés. Me permitiré compartir un trocito de tarta con mi gente, pero ni la celebración me va a salvar de entrenar en doble turno y a pulmón. Además, ya se sabe que nosotros los boxeadores, juegos los justos con la báscula», concluye con ironía.
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