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Disfruta de un estatus que está al alcance de las estrellas. Pero no de las fugaces, sino de las que dejan una estela eterna, porque el legado de esta intérprete, nacida en Nueva Jersey un 22 de junio de 1949, perdurará en el recuerdo de millones de cinéfilos, cuando ella ya no esté, que esperemos que sea dentro de mucho. Unos apasionados por el arte por excelencia del pasado siglo XX y que hoy no atraviesa por su mejor momento. Esta evolución se puede entender, incluso estudiar, a través de la carrera de la protagonista de Memorias de África (1985), dirigida por Sydney Pollack.
Su leyenda comenzó a forjarse en un momento de cambio. En los 70, el cine norteamericano seguía la estela de aquellos locos galos de la Nouvelle Vague y comenzaba una transformación estética y narrativa que hoy, casi medio siglo después, marca el paso, incluso, de los cineastas contemporáneos más jóvenes y con ganas de cambio.
El cazador (The Deer Hunter, 1978), de Michael Cimino, La decisión de Sophie (Sophie’s Choice, 1982), de Alan J. Pakula, y Silkwood (1983), de Mike Nichols, son algunos de los títulos de su primera etapa que tuvo su punto de inflexión con Kramer contra Kramer (1979), de Robert Benton, que le permitió ganar su primer Óscar.
La relación entre Meryl Streep y la Academia de Cine norteamericana es de récord. Cuenta en su haber con 21 nominaciones a la estatuilla dorada y en su casa brillan tres –la mencionada por Kramer contra Kramer, una segunda por La decisión de Sophie y ya en este siglo una más por dar vida a Margaret Thatcher en La dama de hierro (2011)–. También ha contado con el respaldo de la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood, que concede los Globos de Oro, ya que ha logrado tres de esos galardones y ha estado nominada en 31 ocasiones.
En los años ochenta su estela parecía brillar menos hasta que dio vida a uno de sus personajes fetiche, Karen Blixen, en Memorias de África (Out of Africa, 1985), inspirado con ciertas licencias en la vida de la escritora danesa Isak Dinesen. Junto a Robert Redford, bajo la dirección de Sydney Pollack, dio vida a una pareja cinematográfica de ensueño, que hizo suspirar frente a la gran pantalla a millones de espectadores.
Mediada la siguiente década, tras una serie de largometrajes sin grandes pretensiones ni calidad, encarnó a Francesca Johnson en Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995), dirigida y protagonizada por otro clásico de la industria, Clint Eastwood. La historia de esa ama de casa de vida sin sustancia que ve la luz tras la irrupción de un fotógrafo de la revista National Geographic fue uno de los hitos melodramáticos de finales de siglo.
Una actriz superdotada como ella también ha transitado por la comedia, incluso por el musical, con éxitos como El diablo viste de Prada (2006), Mamma Mia! (2008) y la reciente Florence Foster Jenkins (2016).
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