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Francesc Zanetti
Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 1 de septiembre 2023, 02:00
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El compositor y guitarrista Yamandu Costa (1980) se ha convertido en toda una referencia de la música brasileña contemporánea. Con su guitarra de siete cuerdas el pupilo de Baden Powell y Rafael Rabello ha cautivado a un público muy exquisito situándose fuera de los estándares musicales, mucho más allá de la técnica impecable que atesora. Para los amantes del sonido brasileño y de la guitarra verlo sobre un escenario es un privilegio único. Este sábado, día 2 de septiembre, a las 21.00 horas, Costa estará en la Plaza de Sintes de Teror, actuando en la 35ª edición del Encuentro de Música Teresa de Bolívar que impulsa el Cabildo grancanario, en el marco del programa de las Fiestas del Pino.
El músico, cuyos ricos estilos que interpreta comprenden desde la bossa nova, al tango, la samba o el chamamé, entre otros, aparece en el documental 'Brasileirinho' que dirigió Mika Kaurismäki, loque corrobora no solo sus talentosas capacidades demostradas en los más de quince trabajos discográficos editados hasta la fecha, sino la proyección internacional que ha adquirido su nombre. «Mi vida siempre estuvo llena de música y músicos, gente que venía de toda Latinoamérica. A mí padre le gustaba entenderla como una cultura diversa y unida. Mi música es la fotografía de ese sentimiento, la continuación del sueño de mi padre», señala Costa, cuyo nombre de pila significa «el precursor de las aguas».
«Lo más complicado dentro de la composición es lograr hacer algo original porque, de alguna manera, todos estamos construidos de referencias, por lo que es importante poder mirarse desde afuera. Siempre me cuestiono: ¿Cómo puedo hacer música que se quede y que represente mi lugar?», se pregunta el guitarrista que es posible que incluya en el repertorio que interprete en Teror su balada 'La Graciosa', inspirada en el islote conejero.
Ganador de un Grammy en 2021, Yamandu Costa se considera «un 'crossover'». «Una mezcla latinoamericana, porque soy un brasileño que viene de la última provincia del país, ubicada al sur, la cual hace frontera con Uruguay y Argentina. La gente conoce los países por sus estereotipos. Cuando se habla de Brasil, se piensa en carnaval, fútbol, baile, etcétera, pero yo vengo de una región que ya es parte de La Pampa», añade.
Admirador de Antonio Carlos Jobim y Astor Piazzolla, a los que considera «dos músicos que han representado de una manera clara y natural, tanto su origen como su cultura», cree que «cuando escuchas una música de algún lugar, tienes la posibilidad de transportarte. Más allá de una profesión, la música es parte de mi vida, y con ella se transforma, se renueva y de adapta a nuevas condiciones, es el camino natural de las cosas».
Creció en una familia de músicos. «Mi padre tenía un grupo, Los Fronterizos, que hacía música de un Brasil diferente; siempre estaba recibiendo amigos músicos que venían de Argentina, Chile o Perú para celebrar reuniones donde siempre había música, como parte de la rutina diaria de casa. A mí padre le gustaba entenderla como una cultura diversa y unida. Mi música es la fotografía de ese sentimiento, la continuación del sueño de mi papá».
«Fue un estilo de vida más que una elección lo de dedicarme a la música, con la que también expreso mi manera de ver las cosas. La música me aporta vitalidad y me ofrece calidad de vida. Pasar mis ratos tocando, comunicándome con la gente, es un regalo», advierte Costa, que admite que «la cultura musical de América Latina posee una riqueza sin fin, configurada con distintos olores y sabores. Mi país y Argentina son los que más desarrollaron su lenguaje musical en el continente y los más reconocidos en el mundo. Intento traer la integración de Latinoamérica, me siento representante de ese lenguaje», explica.
«No tengo que aportar mucho interpretando repertorio clásico», reconoce, «porque soy un músico popular. La guitarra es un pedazo de palo, sin el músico no sirve para nada, bueno, para hacer un asado... La gente mistifica la guitarra y yo no tengo la pretensión de innovar con ella, Siempre busco la belleza. La guitarra de siete cuerdas es muy rica polifónicamente y amplía las posibilidades y gamas sonoras. La conocí con 17 años y me apasioné con ella. Empecé a desarrollar un repertorio exclusivo para las siete cuerdas, aunque no importa mucho la cantidad de cuerdas, lo que importa es lo que puedas decir con ellas».
Sobre el repertorio que abordará en Teror no ofrece muchas pistas. «Tengo la suerte de elegir lo que toco y de mostrar músicas nuevas. Son composiciones propias, en un 95% por ciento, que muestran los lenguajes musicales del continente latinoamericano que yo conozco, siempre tratando de traer colores diferentes a la gente», concluye Yamandu Costa.
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