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Cuando Óliver recupera la esperanza

Óliver malvive con su familia en una infravivienda de apenas cinco metros cuadrados. Su padre se ha desentendido de ellos y su madre, como buenamente puede, saca adelante el núcleo familiar en un enclave hondureño degradado, donde las temibles maras imponen su ley. Gracias al proyecto musical y pedagógico grancanario Barrios Orquestados, este niño y casi 200 más han recuperado la esperanza gracias a la música.

Jueves, 9 de agosto 2018, 06:03

«Creo que hemos alimentado algo que en Honduras se ha perdido. Se trata de tener la esperanza de que todo puede ser mejor», señala José Brito, director y fundador de Barrios Orquestados, que acaba de volver a Gran Canaria tras vivir una «experiencia única» en este país centroamericano.

Brito acudió a Tegucigalpa junto a otros cinco profesores de Barrios Orquestados para dar a conocer su método pedagógico y musical en un enclave especialmente vulnerable y desfavorecido. «Nos sorprendió la situación que encontramos en Honduras. Sabíamos que íbamos a un lugar difícil, pero no esperábamos ese nivel de pobreza extrema ni de inseguridad ciudadana. La situación es límite», apunta Brito por teléfono mientras se recupera física y emocionalmente de esta aventura.

«Una intensidad extrema. Así resumo lo que hemos vivido. Musicalmente pudimos desarrollar un trabajo muy interesante. Llevamos a cabo unas clases intensivas que llevaron un desarrollo previo importante», explica.

Barrios Orquestados desarrolló su labor en la Escuela Santa Teresa de Jesús, de la mano de la Asociación Colaboración y Esfuerzo, una ONG local, y de Canarias con Honduras. «Estuvimos en una zona a la que llegaron hace años miles de personas afectadas por el huracán Mitch. Allí sobreviven en una extrema pobreza, en chabolas y sin la menor seguridad ciudadana», dice.

Los docentes de Barrios Orquestados trabajaron con 80 alumnos de 6 a 12 años en la rama instrumental. Se les sumaron otros 120 en formación coral y una veintena más de familiares para trabajar en su sensibilización artística.

«Todas las mañanas trabajamos con un amplio grupo de voluntarios y colaboradores. Durante hora y media los formamos sobre nuestra metodología y también sobre otras cuestiones. Allí trabajan muchos proyectos internacionales durante un tiempo, pero nuestra intención es que él nuestro se mantenga. El año que viene volveremos para ver cómo funciona», dice.

«Fuimos convencidos de que nos íbamos a dejar la piel. Pero allí te cambia todo. Ves lo necesario que es para ellos que el proyecto no muera. Descubres que tienes la posibilidad de cambiar la vida para bien de muchos niños y sus familias, porque con el arte también los sacas de la pobreza intelectual que les rodea», apunta.

Barrios Orquestados logró desplazarse hasta Honduras gracias a los conciertos benéficos Verdi Esperanza, que tuvo lugar en 2017 en el teatro Pérez Galdós, y al celebrado el pasado mes de mayo, en el Auditorio Alfredo Kraus, que se tituló Macondo. Con la recaudación de ambos se compró una remesa de instrumentos de cuerda flotada y se sufragó el viaje de los docentes.

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