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«La animación es una carrera de fondo»

El festival de animación celebra los últimos días de una edición que ha aglutinado a profesionales del sector como a empresas y centros de formación que aseguran que es «un momento idóneo» para apostar por esta rama en pleno crecimiento, sobre todo, en el terreno de los videojuegos. Carlos Fernández y Lorena Ares, sin embargo, aseguran que «queda mucho por recorrer».

Ingrid Ortiz Viera y / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Carlos Fernández y Lorena Ares son pareja dentro y fuera del trabajo desde hace ocho años, «y menos mal -asegura ella- porque es una labor tan absorbente que de otro modo quizás no sería compatible». Juntos ya han impartido una Master Class Trabajando juntos y bien revueltos, con la que aseguran habérselo pasado «genial», gracias a un público que se mostraba atento, con ganas de aprender y de sentirse inspirados.

La pareja se dedica, principalmente, a la realización de videojuegos, Fernández como director de proyectos y Ares como directora de animación, pero se definen como todoterrenos que abordan también la animacion 2D (Memorias de un hombre en pijama acaba de presentarse en el Festival de Málaga y Animayo), los efectos especiales o en cine en animación real. «Queremos aventurarnos, también, a la dirección conjunta en futuros proyectos», afirman, señalando que en esa variedad de técnicas diferencias que merecen una especialización.

«Realmente no es lo mismo la animación para una película que para un videojuego, donde los personajes tienen que verse bien en 360º, por ejemplo», explica Ares. Por otro lado, la técnica depende de la historia a contar: un Call of Duty demanda realismo y captura de movimiento, luces, texturas, mientras que un Kingdom Hearts requiere un diseño más tipo cartoon, indica.

Los españoles y la industria

Los animadores españoles indudablemente han sabido abrirse paso en la industria cinematográfica internacional, y prueba de ello es que en raras ocasiones los créditos de las producciones de Hollywood no revelan esa extranjería. Claro que uno de los motivos se debe a la falta de educación reglada que ofrecía nuestro país hasta hace bien poco. «O eras autodidacta o te buscabas una asignatura que diera alguna universidad, ni siquiera había cursos enteros», explica Lorena Ares, que supo que quería dedicarse a la animación desde que, con 14 años, vio por primera vez La Sirenita. «No sabía dónde ir, y poco a poco eso ha ido cambiando».

Fernández lo confirma: «Antes permitirte un equipo y un software para trabajar era muy costoso, ahora los hay hasta gratuitos, y con un equipo de entre dos y cuatro personas puedes desarrollar un videojuego para iPhone y en una semana acceder a un mercado potencial con millones de usuarios».

Sin embargo, aunque la accesibilidad es mayor, el tejido industrial en España no termina de generar unos cimientos que permitan a los animadores competir en un mercado que es internacional. El director considera que la mayor debilidad del sistema nacional, una vez comprobada la presencia de talento y calidad de los profesionales, es la financiación, ya que no existe una estructura financiera para conseguir los presupuestos necesarios.

De ahí «la importancia de iniciativas» como el festival de Animayo o las iniciativas fiscales que proponen las islas. «Nos queda mucho camino, pero esta es una carrera de fondo, de generaciones, no un sprint», concluye Fernández.

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