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Baró invita a pasar un feliz día de verano en Ibértigo

El recuerdo de los veranos infantiles es un luminoso lugar en el que encontrar refugio. En La película de nuestra vida, el cineasta Enrique Baró (Barcelona, 1976) lleva a la gran pantalla ese espacio feliz para reivindicar el gozo de la vida. El realizador presentará hoy en el Cicca su primer largometraje en el prólogo de Ibértigo.

Lunes, 9 de octubre 2017, 09:07

En esta película, pongo mi casa y mi familia al servicio de los recuerdos del espectador. La pretensión del rodaje y la escritura de La película de nuestra vida era hacer un relato de la felicidad veraniega», explica el realizador Enrique Baró que esta tarde, a las 19.00 horas, presentará su primer largometraje en el Cicca de la capital grancanaria como anticipo de lo que será la 15 edición de la Muestra de Cine Iberoamericano de Las Palmas de Gran Canaria Ibértigo.

En realidad, la cinta nació de la necesidad de rememorar la casa donde Baró pasó momentos maravillosos y que ahora está en venta. «Quería despedirme de un espacio muy importante, que ha vivido tantas vivencias, y hacerlo de forma vital y lúdica, nada trascendente ni triste. No quería tratar la casa como un lugar que había tenido mucha vida, sino darle un último momento de vida, recrear la felicidad», explica sobre el punto de partida de una película protagonizada por tres actores de distintas generaciones; Francesc Garrido, Nao Albet y Teodoro Baró Rey.

Los intérpretes, al igual que el resto del equipo, se implicaron en este proyecto de muy bajo presupuesto. «Autofinancié la película con los ahorros de toda una vida. Luego, tuve la suerte de contar con la complicidad, el talento, el entusiasmo y el coraje de muchísima gente que hizo posible un auténtico milagro», comenta agradecido.

Reconoce que hizo la película con la voluntad de que fuera vista por el mayor número de espectadores posible, pero también confiesa que, sabiendo cuáles son los gustos y preferencias de la mayoría, «sería iluso pensar que va a tener un recorrido comercial remarcable». En su opinión, La película de nuestra vida precisa del espectador cierta actitud activa para seguir el ritmo y la narración. «Sin ser una película compleja, sí requiere de una concentración y atención que a veces no tenemos», recalca.

Además, su intención es que el espectador se sienta cómodo en esa casa, compartiendo esos momentos familiares y luminosos. «Quiero que sea una experiencia agradable y que se vea con una sonrisa, como si fuera un día de verano», explica el cineasta barcelonés que lleva una década afincado en Madrid.

Desde esa distancia, ve con tristeza la fractura que se está produciendo en Cataluña, aunque no se atreve a pronunciarse al respecto. «No acabo de entender qué está pasando», señala Baró.

Más alegrías le está dando su película, galardonada con la Mención Especial del Jurado de la Crítica del D’A Film Festival de Barcelona. «La semana pasada se proyectó en Toulouse. En octubre, se proyectará en Cáceres, Mérida y Badajoz con la Filmoteca de Extremadura. En diciembre estará en Gijón y espero que vuelva a verse en Madrid», dice.

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