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«Ser payaso es un asunto muy serio»

Óscar Díaz Valiente, alias Pimposo, lleva más de treinta años siendo payaso, una profesión que a su juicio debería explotarse más en la sociedad actual, «estresada, tensa y con poco humor». Por eso reivindica la risa, deshinibirse, y ser conscientes de que la vida es demasiado corta como para no pasar mas tiempo riendo.

Carlos Sixto De Inza Serrano y C. de Inza / Arrecife

Sábado, 28 de octubre 2017, 11:13

Óscar es payaso desde que nació, lo lleva en la sangre y aunque en su familia nunca gustó que se dedicara a hacer reír a los demás, no hubo forma de hacerle desistir. Contando con 12 años de edad compró sus primeras pinturas, su traje y empezó a hacer actuaciones, «pero nunca acepté zapatones, ni pelucas de carnaval, porque no los veía serios; a esa edad ya tenía claro que ser payaso es un tema muy serio».

«Mi primera nariz me la regaló un payaso de categoría, de un circo de los que venían a Canarias, tendría siete años, no recuerdo su nombre, pero sí recuerdo que me dijo que me la pegara bien fuerte porque ser payaso no era un trabajo fácil», recuerda. «Después me hice mi propio traje y los zapatones me los regaló Julián Cardenal, del Circo Cardenal, y así empecé en el oficio de arrancar sonrisas de dentro del alma», recuerda de sus inicios.

Sus vinculación al circo siempre fue intensa, y lazos familiares con artistas de la talla de Pinito del Oro no podían pasar inadvertidos para este joven, obsesionado con hacer reír a los demás. Con solo 13 años hizo su primera actuación y no le fue mal, ganó 10.000 pesetas. Para entonces ya sabía pies juntillas que lo suyo era ser payaso profesional. Con 18 años el Circo Cardenal le abrió sus puertas. Cuenta que en su familia pidieron que le apretaran y le hicieran trabajar duro para que acabara abandonando, «pero cuando algo te gusta de verdad no hay nada que te haga desistir», así que continuó hasta forjarse como payaso.

Trabajaba medio año en el circo y el otro medio actuaba en cumpleaños y en fiestas de barrio, en Gran Canaria y Lanzarote. En esos años circenses aprendió mucho de maestros como Rampelín y Paco Mario, que le enseñaron el oficio. Después hubo otros maestros, como Yensi (un payaso cara blanca) o Mico. Hoy tiene su propia empresa de hacer reír, actúa en cumpleaños, fiestas, y visita enfermos, según él, «el culmen» de su profesión.

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