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La ciudad de los faycanes, del mueble o de las brujas. Estos han sido solo tres de los apelativos por los que se ha conocido a la segunda urbe de Gran Canaria, pero en realidad lo que de verdad marcó a Telde y definió buena parte de lo que es hoy fue el negocio de la caña de azúcar, a lo largo del siglo XVI, en las primeras décadas tras la conquista castellana. Tanto es así que para Luis Pérez Aguado, profesor jubilado y entusiasta divulgador de la historia local y de las islas, «Telde es una ciudad hija del azúcar».
La construcción de algunas de sus iglesias más emblemáticas, como la de San Gregorio, entonces ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso, o la de San José de las Longueras, el nacimiento de núcleos urbanos hoy tan importantes como Los Llanos, la existencia de tesoros artísticos como el retablo gótico flamenco del altar mayor de la basílica menor de San Juan Bautista y el trazado y la morfología de algunas calles son legado directo de los años en que Telde vivió del azúcar.
A esa vinculación y a lo que supuso para la ciudad le dedicó Pérez Aguado todo un libro, que se publicó por primera vez en 1982. Es la 'La caña de azúcar en el desarrollo de Telde'. El Ayuntamiento decidió reeditarlo en 2001 con motivo de la conmemoración del 650 aniversario de la fundación de la ciudad. Y ahora un editor privado, Mercurio Editorial, ha decidido volver a apostar por él y ha sacado una tercera edición, que será presentada en el marco de la Feria del Libro de Telde, esta semana, que desplegará sus puestos en la Plaza de San Juan.
El acto de la puesta de largo de esta nueva publicación del ensayo histórico de Pérez Aguado tendrá lugar este jueves en las Casas Consistoriales, a partir de las 18.30 horas, pero por la mañana el autor del libro ya estará por el casco, porque será el encargado este año de dar lectura al manifiesto por el Día del Libro, que está previsto para las 10.30 horas.
Pérez Aguado explica que ha aprovechado esta reedición para actualizar y aportar nueva información a algunos de los contenidos o temáticas que desarrolla en la obra, y también para incluir alguna que otra revisión. Por ejemplo, cita de memoria, la ubicación del albercón real. En la primera edición lo localizó en un punto que, tras consultar con especialistas, no se corresponde con el que debió tener, por lo que ha decidido omitirlo.
Con todo, entre las principales novedades de esta nueva publicación, y la que más va a llamar la atención del lector, es la que tiene que ver con la fotografía. El autor ha enriquecido la obra con nuevas imágenes o con actualizaciones de otras que ya venían en las dos primeras ediciones, como, por ejemplo, fotos de los restos del único ingenio que se conserva en la ciudad, el de Los Picachos, del que reproduce imágenes del estado en el que se hallaba en los años 2021 y 2022.
Además, incluye una recreación de cómo pudo ser, que le aportó Arqueocanaria SL, la empresa a la que se le han encargado los últimos trabajos arqueológicos sobre estos vestigios.
Pérez Aguado logró documentar, y así lo recoge en su libro, de 188 páginas, la existencia de cuatro ingenios azucareros en aquel Telde del siglo XVI. Tres los hizo y fueron propiedad de Alonso Rodríguez de Palenzuela, aunque luego fueron cambiando de manos. Uno estuvo en Los Llanos, que es del que se conservan los restos, otro en Las Longueras y otro en San Juan, donde hoy están las Casas Consistoriales. Además, el autor incluye capítulos sobre el papel del Tribunal del Santo Oficio, los esclavos que se usaron como mano de obra, la tala abusiva de bosques, el nacimiento de las heredades de agua o las formas de pago.
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