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El cóctel de fiesta, folclore, devoción, canariedad, fe, institucionalidad y otros ingredientes que es la romería-ofrenda del Pino, el pistoletazo de salida al peregrinaje masivo hacia la villa mariana del 7 al 8 de septiembre, resultó ayer igual de participativo pero menos generoso que en ejercicios precedentes.
La organización estimó en 20.000 las personas participantes en la madre de las romerías de Gran Canaria, como en 2022, y en unas 22 toneladas la suma de las ofrendas que entraron en la basílica de Teror, tres toneladas menos que el año pasado.
Esto no quiere decir que sea la única comida regalada a la Virgen del Pino para que la distribuya entre las personas que más lo necesitan porque están pendientes de entregar las ofrendas de La Guagua de Las Promesas de la empresa Global y las que hacen otras entidades, como la comunidad indostánica de Gran Canaria.
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Bajo un sol de justicia y con la imagen de la Patrona de Gran Canaria recibiendo a los romeros en la fachada del templo, las 22 carretas que toman parte en este pasacalles, que se repite con el mismo formato desde 1952, trajeron esta vez menos productos no perecederos, aunque, curiosamente, llegaron más pañales y artículos de higiene.
Había salido del templo a las cuatro en punto de la tarde, custodiada por su patrono, Agustín Manrique de Lara, y acompañada del obispo de la Diócesis de Canarias, monseñor José Mazuelos, y el párroco de Teror, Jorge Marín de La Coba. El patrono guardó a partir de entonces un discreto papel secundario, a un lado del trono. Las autoridades religiosas se pusieron delante de la imagen y fueron recibiendo saludos y confidencias de los romeros que iban llegando. Entre ellos habían varios bebés que recibieron sus bendiciones.
A medida que iban entrando en la basílica eran clasificados en cajas por un grupo de entre 25 y 30 voluntarios de Cáritas, entre ellos cinco carretilleros de Primera División, en cajas donadas por International Paper, antes de pasar a la parte de atrás del templo, explicó Venerando Novelle mientras armaba cajas de cartón sobre una tarima también de cartón montada encima del suelo del templo para evitar que se manchase.
Según el núcleo duro del grupo de voluntarios que clasifica las ofrendas en la trastienda de la iglesia, pese al precio actual ayer entraron más o menos las mismas papas y aguacates que otros años, menos aceite de oliva y más de girasol y más dulces, sobre todo galletas, que otras veces, tantos que «si la Virgen del Pino fuera golosa le subía el azúcar», comentó Pepe Santana, que lleva 40 años contando ofrendas.
Tres camiones frigorizados guardaron anoche las ofrendas para bajarlas hoy al centro de Cáritas Diocesana en la avenida de Escaleritas de la capital, desde donde se repartirán a otra cáritas parroquiales y a varios comedores sociales.
Rememorando la aparición de la talla en un pino colosal hace 540 o 542 años (unos la sitúan en 1481 y otros en 1483) tres rebaños de tres pastores fueron los primeros en llegar ayer a los pies de la Virgen. Entre cabras y ovejas, la niña Yunaira Vega García leyó los primeros de los muchos versos hablados y cantados durante la tarde. «Mira qué suerte la mía/igual que mi tata y mi tía/hoy vengo a rendirte honores», dijo este eslabón de una larga cadena de generaciones que sirve de ejemplo de que hay cantera y relevo generacional para estas fiestas.
Entre las piñas de plátanos y las calabazas que entraban en el templo a hombros, las cajas de papas, pimientos, limones y peras, los saquitos de gofio, las ristras de chorizos, las bolsas de pastas, los tarros de garbanzos y lentejas y otro sinfín de alimentos destinados a las personas más necesitadas de Gran Canaria, en la plaza del Pino se oyeron ayer isas, folías, polcas, seguidillas, aires de Lima, malagueñas y tajarastes, entre otros estilos del rico folclore canario.
A los productos agrícolas de temporada se le unieron, como es habitual, los del mar que trae Mogán y que este año fueron atunes listados, pulpos y un par de morenas.
La romería, que siempre es lugar de reencuentros y de abrazos, echó ayer en falta a Paca Díaz, la vecina de Artenara que, fumando en pipa y siempre a bordo de un burro, no había faltado hasta ayer a ninguna de sus ediciones, salvo, claro está, las que la pandemia de la covid supendió en los años 2020 y 2021. Declarada este año como Hija Adoptiva de Teror, a sus 97 primaveras tuvo que seguir la jarana por televisión, al estar encamada en casa de una sobrina.
«Siempre fiel a esta gran cita/llega Paca de Artenara/que una sonrisa en la cara/le pone a la Virgencita», decía la décima que en su honor recitó Dania Henríquez Medina. «De nuestra cumbre bendita/y mágicamente bella/baja dejando su huella,/pero este año no vino/y hasta la Virgen del Pino/hoy nos pregunta por ella», era el resto de sus aplaudidos versos.
También se echó de menos al nutrido grupo de vecinos de Tamaraceite que, vestidos de blanco y negro, descalzos, con faroles, sahumerios y una guirnalda de laurel, participaban desde hace más de un lustro en la romería-ofrenda, a la que daban olor, vistosidad y un aire nostálgico en un tributo a la figura del desaparecido artista Jesús Arencibia.
Las fuentes consultadas señalan que se les ofreció formar parte de la comitiva del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, que declinaron la oferta porque querían participar por separado y que finalmente no fueron invitados.
La ausencia de los bailarines de El Hierro, que otros años hacen temblar los adoquines de la calle Real y la plaza del Pino y levantan una expectación y un silencio cómplice como pocos participantes, restó también algo de brillo a la fiesta.
De las 21 representaciones municipales que participaron en la romería la más multitudinaria resultó ser, una vez más, la de Telde, que trajo hasta Teror 10 guaguas cargadas de vecinos de la ciudad.
Acudió también, como es habitual, una delegación del municipio tinerfeño de Candelaria, con el que Teror está hermanado, y fue la agrupación folclórica que la acompañó, llamada Antón Guanche, la que interpretó el único tango de La Florida de toda la velada vespertina.
En representación del Gobierno de Canarias, la máxima autoridad presente ayer jueves en la romería-ofrenda del Pino era el consejero de Educación, el moyense Poli Suárez, aunque también acudió y se dejó ver la presidenta del Parlamento de Canarias, Ástrid Pérez. Ambos pertenecen al PP.
Acababa la romería-ofrenda, levantadas las vallas que impiden la libre participación en este evento de las fiestas del Pino, la imagen regresó a la basílica para recibir a los peregrinos, que empezaban a llegar a miles al casco de Teror.
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