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Ibón S. Rosales
Jueves, 11 de mayo 2017, 13:32
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El catedrático Nicolás Guerra Aguiar ha pasado los últimos tres años de su vida documentándose, estudiando y recabando testimonios de los periodistas que hicieron posible la corta pero intensa vida de la revista semanal canaria Sansofé. Todo ese trabajo lo recoge en su libro Sansofé, en defensa de la libertad secuestrada, que se presenta mañana a las 19.30 horas en la Biblioteca del Estado.
«Es mi homenaje a toda la gente que hizo posible la revista», dijo ayer su autor. «Conocí Sansofé cuando era estudiante en la universidad. No la compraba pero la recibía a través de otro, me la prestaban», relató Guerra, quien fuera compañero de piso de Agustín Millares, colaborador de la publicación. De corte democrático, del semanario, nacido en diciembre de 1969, se decía que era «un nido de rojos» ,por lo que ir al kiosco a comprarla suponía un riesgo. Aunque comenzó su andadura como una revista «turística», pronto se posicionó como un medio donde -«entre líneas»- se reinvidicaba la democratización de la sociedad.
La portada del segundo número de la revista ilustró a un grupo de suecas en bikini tomando el sol en Maspalomas, pero el turismo solo fue la excusa para visibilizar reportajes y artículos que ahondaron en la necesidad de «democratización de las instituciones, los problemas de tipo social que existían como la explotación a los campesinos, el poder del agua, los aparceros», enumeró Guerra Aguiar. La revista pretendió ser «reflejo de los males que aquejaban a la sociedad canaria del momento», manifiesta Nicolás Guerra, poniendo el acento en la enorme diferencia que existía entre la revista y la prensa oficial, infectada por todo lo que pregonaba y defendía del régimen franquista. «Fue una revista de claro compromiso social y valor, de quienes en ella trabajaban», interpreta el autor del libro que hoy se presenta.
La censura de la administración le costó a Sansofé siete expedientes y nueve sanciones: «Un expediente fue por sobrepasar un tiempo sin director y otro por no publicar una nota de rectificación de obligada inserción».
Las portadas del semanario eran prudentes pero era en el interior de la revista donde se trataban los temas molestos para los censores. En el artículo segundo de la Ley Fraga, que regulaba la libertad de prensa del momento, «cabía todo», recalcó Guerra. Y en ese todo se incluía cualquier temática que fuera «en contra del régimen, de las leyes fundamentales del sistema dictatorial».
En mayo de 1972, el Estado arrebató el permiso para publicar a empresa Gráficas Canarias, editora de Sansofé.
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