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Este miércoles 10 de julio, coincidiendo con la festividad de San Cristóbal, el barrio marinero del mismo nombre de Las Palmas de Gran Canaria cumplió tres meses de las inundaciones que sufrió el pasado 10 de abril, debido a las mareas vivas registradas en la madrugada y a primera hora de la tarde, que causaron considerables daños materiales y pérdidas de enseres en 42 viviendas y en algunos negocios de restauración.
La imagen que ofrece en la actualidad el paseo de este enclave del Cono Sur de la ciudad es bien distinta de la que dejó la fuerza de un mar que lo cubrió de callaos y destrozó losetas e incluso la caseta de obras del paralizado parque del antiguo solar de Aguas de San Roque.
También en las viviendas los residentes han acometido los trabajos de reposición de puertas, ventanas y otros elementos que arrancó la marea, así como la reposición de los enseres que perdieron y para los que siguen esperando una ayuda estatal que aseguran que no ha llegado.
Lo que permanece inalterable es la preocupación de quienes no han conseguido olvidar las horas de angustia vividas y que temen a las próximas mareas del Pino y el reboso que aseguran trae consigo el invierno.
«Los niños todavía tienen pesadillas y cuando ven la marea revuelta enseguida me dicen: 'Ma, están saltando las olas, hay reboso'», comentaba en la mañana de este miércoles Alicia Navarro a la puerta de su casa en la calle Timonel, la misma en la que hace apenas 90 días trabajaba sin descanso tratando de achicar toda el agua que se coló por el acceso que mira a Marina, la vía del paseo marítimo.
Asegura que todo ese trabajo y las preocupaciones derivadas de las pérdidas sufridas y las gestiones que ha tenido que realizar para tratar de obtener algún tipo de apoyo institucional le han pasado factura en forma de una contractura que la tiene en tratamiento con un fisioterapeuta.
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Aunque la suya es una de las diez familias afectadas por las inundaciones que se acogió a las ayudas estatales recogidas en el Real Decreto 307/2005, de 18 de marzo para atender situaciones de emergencia o de naturaleza catastrófica, que prevén cuantías de entre 2.580 y 10.320 euros, reconoce que las respuestas no llegan y solo han tenido el respaldo de las personas más cercanas para conseguir reponer parte de los enseres perdidos. «Gracias a la familia y a los amigos», reconoce.
Además, critica que el Ayuntamiento no haya hecho «nada» respecto a la demanda del barrio de dotar al muro del paseo de imbornales que entiende que pueden ser un desahogo en caso de que se repita una situación similar. «Mientras se hacen obras innecesarias, como la que quieren hacer ahora en La Puntilla», dice sobre la actuación prevista en esta pequeña cala del barrio que dice verá peatonalizado su entorno, con la pérdida de aparcamiento que eso conlleva.
José Miguel Saavedra, también vecino de Timonel, comenta que él no ha podido optar a la ayudas de Interior «porque somos cinco en la familia». Pero sabe que en su caso tuvo suerte porque salvó electrodomésticos como la nevera. Peor suerte, indica, corrió la televisión que «se fue al suelo» en el trajín de una madrugada en la que todos los esfuerzos se centraban en achicar el agua que se coló en su vivienda.
«Lo de ese día yo nunca lo había visto», dice este residente de toda la vida que reconoce que en el barrio hacía 50 años que no se veía un temporal como el de ese fatídico 10 de abril. «La olas pasaban por encina de las farolas y de las casas», relata.
Comenta que aunque la alcaldesa Carolina Darias estuvo en el barrio esos días «y se preocupó», la respuesta municipal no sido la esperada. «El Ayuntamiento debería tener un fondo para estos casos, unas ayudas de emergencia», plantea.
Recuerda que recibieron también la visita del consejero de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias, Mariano Hernández Zapata, a quien le plantearon crear una escollera semisumergida que en San Cristóbal se ve como la solución a futuras inundaciones. «Pero nos dijo que hay que hacer un estudio técnico», señala.
Mientras esa posibilidad se analiza, los vecinos piden que se dote al muro de emergencia, que acometió en el paseo el Ayuntamiento tras otro temporal, de los referidos imbornales.
Una demanda que el presidente de la asociación de vecinos Nuestra Señora del Buen Viaje de San Cristóbal, Juan Jesús Santana, expuso a la concejala del Distrito, Nina Santana en la reunión mantenida el 2 de julio. «Es una actuación prioritaria, porque en invierno habrá reboso», advierte.
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Rebeca Díaz González
Arcadio Suárez/Cober
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