La mujer de José el del Buque: «Los secuestradores eran extranjeros y pensé que me iban a matar»
Los dos secuestrados en El Salobre declararon este jueves ante la autoridad judicial: «Me tiran al suelo, me amarran, ponen unas capuchas y nos metieron en el portabultos», contó
La esposa de José Ramón A.C., alias José el del Buque, compareció este jueves en sede judicial para prestar declaración ante la magistrada del Juzgado de Instrucción número 1 de San Bartolomé de Tirajana. En su comparecencia, la víctima del secuestro -junto a su hijo- se limitó a ratificar lo que ya manifestó en su momento ante Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta -Grupo de Homicidios-: relató que al principio los investigados fueron violentos pero luego cambiaron de actitud cuando les contaron que se habían equivocado de víctimas, que eran extranjeros aunque no supo identificar el idioma en el que hablaban y que estuvieron retenidos en dos casas en Gran Canaria durante esas angustiosas horas de rapto hasta que fueron liberados previo presunto pago de 303.698 dólares en criptomonedas.
La comparecencia de la mujer y su hijo este jueves en sede judicial fue rápida ya que se ciñó a lo ya declarado, con algún matiz más que aportó a la magistrada Lorena Quiles y a la fiscal Mercedes Gil. Ese testimonio inicial, recogido en la comisaría de la Policía Nacional el pasado 20 de marzo, detalló con crudeza el modo en que fueron interceptados, retenidos durante dos días, y finalmente liberados por un grupo de hombres encapuchados que se identificaron falsamente como agentes de policía.
Ambos llegaron a su casa en El Salobre y al entrar, les «salió un hombre diciendo 'policía, policía, policía'. Me tiraron al suelo, me amarran, me cogen al niño... Nos ponen unas capuchas y nos meten en el portabultos del coche», explicó la víctima. A partir de ese momento, según relató, fueron trasladados en su Audi Q3 hasta que poco después los trasladaron a otro vehículo. «Nos cambian de coche, pienso que sería tipo furgoneta porque se oía como chapa», declaró, «y de ahí nos llevan a, no sé, una casa».
En esa primera vivienda a la que fueron conducidos, permanecieron encerrados y sin acceso a luz natural. «Nos siguen teniendo tapados, amarrados. Solo entra una persona a dejarnos el agua y nos quita las capuchas para que pudiéramos beber el agua y si queríamos comer», explicó. «Yo no comí nada», añadió.
Días más tarde, esta mujer fue conducida a otra ubicación junto a su hijo, también en Gran Canaria pero, presuntamente, en San Mateo. «A mí después me cambiaron, me llevaron a otra casa», detalló. Durante su cautiverio, aseguró que los secuestradores hablaban inglés y español con marcado acento extranjero: «Uno hablaba en inglés, y después había español... Hablaban español pero eran extranjeros», manifestó, a pesar de que las cinco personas que detuvo la Policía Nacional eran españoles. En concreto, tres grancanarios, un malagueño y un madrileño.
En dos casas
A lo largo del relato, también describió los olores que acompañaron su encierro. «Todos olían un poquito así, como olores fuertes», dijo. Mencionó que los vehículos en los que fueron trasladados tenían «olor a gasolina» y que viajaban en el suelo: «Como la misma furgoneta chapa otra vez... íbamos como en la chapa», en referencia a una supuesta furgoneta.
Sobre las condiciones físicas de la detención, señaló que estuvieron atados «en pies y manos» con bridas, y con la cara cubierta. «Primero me pusieron como unos antifaces y luego unas telas así como un pasamontañas, pero más fino», describió, elementos que podrían coincidir en su descripción con los que adquirieron los investigados días antes en el Leroy Merlín de Telde. En el momento de la captura, dijo haber recibido golpes en su propia vivienda de El Salobre: «Me pegaron, me dieron una piña o no sé... me tiraron al suelo», aunque admitió que no quiso recibir asistencia sanitaria.
Este jueves
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La magistrada prorrogó la prisión de los tres investigados. La autoridad judicial decretó este jueves la prórroga de la situación de prisión provisional, comunicada y sin fianza para los tres presuntos atracadores que fueron detenidos por la Policía Nacional. En una comparecencia celebrada vía telemática puesto que los investigados se encuentran en el centro penitenciario de Málaga, la Fiscalía interesó la prórroga de la medida, por lo que Joaquín Miguel G.S., José María G.N. y Jesús Nestlé H.M. seguirán presos de forma preventiva. Hay que apuntar que estas tres personas investigadas, al igual que las otras dos más que están en libertad con cargos, se ha acogido en todo momento a su derecho de no prestar declaración ni a la Policía Nacional ni a la autoridad judicial.
Las casas donde estuvieron retenidos no parecían habitadas de forma habitual. «No vi ningún cepillo ni nada que identificara que allí vivía alguien», dijo. Describió las casas como frías, oscuras, con un poco de olor a humedad y sin objetos personales, testimonio que concuerda con el planteamiento de los investigadores que piensan que las viviendas utilizadas para el rapto fueron las dos que alquiló el matrimonio e hijo detenidos: Casa Estefanía, en el Cruce de Arinaga, y Mar de Nubes, en San Mateo.
La alimentación de los secuestrados se limitó a productos industriales: «Eran como cruasanes empaquetaditos... y un paquete de jamón envasado». También mencionó que les dieron mantas, aunque «me daba cosita» utilizarlas.
En cuanto a la liberación, explicó que fueron abandonados en un sitio oscuro, sentados sobre un escalón, sin que se les permitiera mirar. «Nos bajaron allí, nos sentaron y nos lo cortaron (las bridas) y ya... Me dijeron que esperara, y esperé ahí a que vinieran a por mí». El mismo se produjo el 14 de marzo sobre las 22.00 horas en las inmediaciones del British School of Gran Canaria, en Marzagán.
«Solo quiero olvidarlo y estar tranquilo ya», suplicó el hijo
«Nos dijeron que eran policías», recordó el hijo de José Ramón A.C., alias José el del Buque. «Salieron de la casa, tapados, no sé si eran cuatro o cinco», relató. «Nos agarraron y nos metieron en el coche». Ahora, dice que «solo quiero olvidarlo y estar tranquilo ya».
Con su madre, fue abordado por un grupo de encapuchados en su domicilio. «Nos taparon la cara y nos amarraron», explicó. Primero los condujeron en su propio vehículo: «Íbamos tumbados en el maletero del Audi». Luego, fueron trasladados a otro. «Más o menos por la forma y demás parecía un furgón, pero no sé exactamente nada porque no veía prácticamente». Contó que sus captores casi no hablaban. «No decían nada, no hablaban mucho tampoco». Ya en la vivienda donde estuvieron retenidos, los dejaron en una habitación. «Estando tapados no pude ver la casa». Recordó únicamente «un dormitorio, sin tele, con un cuadro... creo que era un gallo», y «el techo de madera, viejo, oscuro».
No sufrió golpes durante el encierro, pero sí en el momento de la captura. «En el primer momento fue cuando usaron su fuerza y ya después todo bien», dijo, aunque la tensión se mantuvo constante. Aseguró que los agresores hablaban español, «pero con acento europeo... canarios no eran, ni españoles tampoco».
Las condiciones eran rudimentarias. «Nos ofrecieron agua. Nos dejaban ahí un cruasán», contó. Y cuando pudo, vio parte del entorno: «Me quitaban y veía esto... el techo». Nunca vio a sus captores con claridad. «Todos eran grandes y fuertes», explicó. «Llevaban pasamontañas negros y ropa oscura. No te daban chance a nada».
Cuando les comunicaron que serían liberados, no terminó de creerlo. «Nos dijeron que se habían equivocado, que no sabían si en una hora, en dos, o en media, pero que nos íbamos», narró hasta que los soltaron.