El investigado por el crimen de Guanarteme realiza una nueva prueba caligráfica
Tratan de acreditar que Rogelio S. T. falsificó las firmas del matrimonio asesinado para quedarse con el dinero que ambos tenían en el banco
Rogelio S. T., investigado por el crimen del matrimonio de ancianos de Guanarteme formado por Antonio Quesada y María Artiles, compareció este lunes en la Ciudad de la Justicia para realizar una nueva prueba caligráfica. Todo ello con el objetivo, según las acusaciones, de acreditar que falsificó las firmas de los fallecidos con el objetivo de quedarse con 78.400 euros que ambos tenían en el banco donde éste trabajaba en el momento de los hechos.
El magistrado titular del Juzgado de Instrucción número siete de Las Palmas de Gran Canaria fue el que ordenó nuevamente la práctica de esta diligencia a instancia de la acusación particular, ya que la anterior prueba caligráfica fue insuficiente. La dirección letrada de la familia del matrimonio asesinado considera que Rogelio S. T. es el presunto autor de dos delitos de asesinato agravado, estafa, contra la integridad moral y lesiones psíquicas.
Antonio Quesada, de 76 años, y María Artiles, de 74, desaparecieron el 6 de marzo de 2012 tras acudir por la tarde a la sucursal del Banco Santander a reunirse con Rogelio S.T., que era el subdirector que se encargaba de sus cuentas, y tras ser haber sido vistos caminando por la calle poco después unos metros detrás de él.
Pasados cinco años, el 20 de agosto de 2017, sus cuerpos fueron encontrados en una ladera del barranco de Las Vacas (Santa Lucía-Agüimes). La investigación policial se fijó desde el primer momento en Rogelio S.T., por el hecho de que era la última persona con la que fueron vistos los dos ancianos la tarde en la que se perdió su pista, sobre las 18.30 horas, pero sin que fuera posible averiguar qué les pasó, porque durante cinco años no se supo si seguían con vida y, si habían muerto, cuándo y de qué forma.
La autopsia determinó que ambos habían muerto por un fuerte golpe en la parte posterior de la cabeza en una fecha «compatible con el momento de la desaparición, en marzo de 2012».
Y Rogelio S.T. se convirtió formalmente en sospechoso de su asesinato porque la Policía averiguó que a las 20.44 horas del mismo día en que desaparecieron Antonio y María había recibido una llamada telefónica de su esposa en el móvil a través del mismo repetidor que da cobertura al barranco de Las Vacas; es decir, en el lugar donde aparecieron los cuerpos de los dos ancianos cinco años después.