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Imagen de las oficinas municipales. Arcadio Suárez
La fiscal pide siete meses y 20.000 euros a Pablo Quintero por presunto acoso sexual

La fiscal pide siete meses y 20.000 euros a Pablo Quintero por presunto acoso sexual

Tribunales ·

Generó «angustia, ansiedad y miedo» a una empleada municipal, según la acusación. Augusto Hidalgo lo cesó el 16 de noviembre de 2021

Francisco José Fajardo

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 12 de abril 2023, 08:32

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La Fiscalía Provincial de Las Palmas ha acusado de un presunto delito de acoso sexual en el ámbito laboral a Pablo Quintero, que fuera jefe de gabinete del alcalde de la capital grancanaria Augusto Hidalgo, cometido supuestamente sobre una empleada municipal. Por estos hechos, que desembocaron en el cese inmediato del alto cargo el 16 de noviembre de 2021, el Ministerio Público pide que sea condenado a siete meses de cárcel y el pago de 20.000 euros de indemnización para la víctima.

El escrito de acusación describe una situación que se produjo desde agosto de 2019 cuando la víctima fue nombrada personal eventual para formar parte del personal de confianza de Augusto Hidalgo. Fue Pablo Quintero el que «decidió contratarla pese a tener inicialmente reticencias», describe la fiscal, por lo que pasó a ser su superior pese a que ya existía una responsable del área.

En enero de 2021, Quintero manifestó a la víctima «que la confianza que debía existir entre ambos se había roto», por «un incidente ocurrido un mes antes y, por ello, «esa confianza debía ser restaurada». En ese momento, la fiscal describe que el acusado comenzó a aprovechar «la relación jerárquica laboral» que tenía respecto de la mujer y «que la podría echar en cualquier momento, para «buscar su cercanía física», e incluso decirle que fuese «a reuniones a su despacho» a solas que «se alargaban» a «5, 6 o 7 horas».

Finalmente, Quintero «asumió por completo la jefatura directa del trabajo» de ella quitándole las «atribuciones que ésta tenía encomendadas» y seguía «manteniendo esas largas reuniones» en su despacho «que se mantenía cerrado y sin que otro personal pudiera entrar salvo cita previa».

Comenzó el exjefe de gabinete «a llevarla a comidas y desayunos» en los que «únicamente estaban ellos solos» sin «ningún contenido exclusivamente laboral».

Concretamente, la empleada fue invitada al restaurante El Roque (Moya) donde «el encausado encargó champán», y al restaurante del Faro de Arinaga. También la llevó a algunos viajes a Madrid y a Tenerife. Aprovechaba estos momentos «para estar a solas el máximo de tiempo» con la víctima, invitándola a comer «a caros restaurantes que finalmente eran pagados por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria». También la llevaba a inauguraciones.

Comentarios y flores

En una ocasión llegó a mandar, al domicilio de la denunciante, «un ramo de rosas rojas en junio de 2021» y luego le recriminó «que no le hubiera contestado a sus mensajes durante más de seis horas».

En las reuniones que mantenía con la empleada y si «vestía alguna falda corta o alguna ropa sugerente», aprovechaba para «levantarla y sacarla a la pizarra, o bien le realizaba comentarios sobre su forma de vestir o partes de su cuerpo», detalla la fiscal, que indica que este le llegó a decir que tenía «un culo muy bonito». Por ello, llegó a cambiar su forma de vestir.

También le hacía bromas de contenido sexual, manifestándole que era una «mojigata», llegando a «tocarle sutilmente el pelo o las manos» e incluso «conseguir abrazarla».

Todo esto, añade la acusación, iba «generando» que la trabajadora «viviera sometida a un clima de tensión sexual y a una continua sensación de malestar, incomodidad, angustia y ansiedad», sin que ella «pudiera expresar su negativa a tales actos por el clima de temor y miedo a que el encausado la despidiera fulminantemente».

Quintero le decía constantemente que «le gustaba un montón» hasta que «tuvo fuerzas suficientes» para el 12 de noviembre de 2021, decirle al encausado que estaba sufriendo una situación crítica. Tras «estar más de tres horas reunida» con él, al salir del despacho «tuvo una fuerte crisis de ansiedad».

Como consecuencia de los hechos, la empleada sufrió un trastorno de estrés postraumático, con secuelas de tipo «moderado-grave».

Ahora, la acusación particular y la defensa tendrán que presentar sus respectivos escritos ante el juzgado.

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