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Isidro Javier Pérez Mateo es el núcleo del que surge la lava artística que fluye en el carnaval en forma de drag Vulcano. A veces estromboliano, pliniano en otras ocasiones, su puesta en escena no deja indiferente a nadie.
Eso explica que por segunda vez en la historia de la Gala drag de Las Palmas de Gran Canaria, un aspirante haya conseguido la máxima puntuación del público y de todas las mesas del jurado.
Horas después de haber conseguido la banda que lo reconoce como el drag queen ganador, todavía tiene ganas de bailar. El cansancio no le resta adrenalina. Y reconoce que ha cumplido un sueño. «Había soñado muchas veces con este momento», expone. Solo que esta vez es verdad.
Su cuidado espectáculo, Por fin, cariño! y la calidad y brillantez de un diseño elaborado por él mismo y Daniel Rivero Suárez, fueron el tremor de un triunfo que todos veían claro, los que estaban en el parque y los que siguieron la gala por un la televisión.
Asegura que la clave de su éxito es competir contra sí mismo «y evolucionar».
Éste es el contenido de la entrevista que concedió a este periódico:
-¿Cómo se siente?
-Me levanté flipando. Había soñado muchas veces con esto.
-¿Cómo se gestó su actuación?
-La mejor forma de gestar el triunfo es competir contigo mismo, año tras año. Eso te hace darte cuenta de cómo evolucionar. Ésa es la clave.
-¿Cómo se plantea el año que viene, con el título?
-El año que viene entregaré el reinado por todo lo alto y, por lo pronto, me retiro. Tras obtener cuatro doces seguidos (la máxima puntuación concedida por las tres mesas de los jurados y la votación popular), la sensación es insuperable. También hay que dejar paso a las nuevas generaciones, hay mucha gente nueva que quiere presentarse, que quiere disfrutar de esta gala y para ellos es la gala drag. La gala tiene que seguir adelante y ellos son el progreso.
-¿Cómo fue el año de preparación?
-El año no, los años porque fueron dos. Esto empezó durante el confinamiento. Ahí se empezó a gestar. La verdad es que cuando terminó la gala de 2020 tenía otra idea, pero a medida que fue pasando el tiempo cambié de opinión y decidí sacar esto.
-Entiendo, aunque en su caso tenía como patrocinador una institución (Ayuntamiento de Gáldar), que el proceso no resultaría sencillo...
El Ayuntamiento de Gáldar, más que patrocinarme, colabora conmigo, me ayuda. Es un ayuntamiento y hace lo que tiene que hacer, que es colaborar con su gente, con su pueblo. Ojalá los veintiún municipios de Gran Canaria colaboraran con sus drags.
-Cuando se baja de los treinta centímetros de altura de las plataformas, ¿qué le diferencia a usted de Vulcano?
-Vulcano es un personaje muy personal, es algo muy mío, me representa a mí en una exageración, en una hipérbole…, te iba a decir que es más atrevido pero los dos somos igual de atrevidos. Drag Vulcano es el personaje que todos ven e Isidro es la persona que muy pocas personas llegan a ver.
-¿Vulcano es lo que Isidro no se atreve a hacer?
-Es un espejo, pero Isidro también se atreve porque si no, no lo haría Vulcano. Vamos de la mano.
-¿Y por qué el nombre?
-Pues fue por un drag, Mintrax, que es mi madrina drag. En uno de sus espectáculos, su fantasía se llamaba Vulcano. Cuando yo estaba pensando en un nombre para mí, me dijo ¿por qué no te pones Vulcano? Entonces me paré y pensé, a ver cómo suena: Drag Queen del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria es… Vulcano. Y dije, suena fuerte.
-Aparte de volcán, fue usted un poco terremoto…
-Soy una catástrofe en general (risas).
-La idea de meter el coronavirus con ese toque de humor, ¿cómo surge?
-El ser humano tiene un talento único, que es hacer un meme y una gracia de lo peor que pasamos. Todos vivíamos el confinamiento y la cuarentena de una forma horrorosa, pero al final nos sacaban una sonrisa cuando recibíamos algún meme de enfermeros riéndose o con la canción de los negros con el ataúd… El ser humano tiene ese talento y puede hacer disfrutar en momentos en que lo pasamos mal. Tenía que hacer realidad eso en la gala.
-Como una forma de superar los malos momentos...
-Claro. Y por eso el espectáculo era ¡Por fin, cariño!, que significaba que por fin terminaba todo esto y por fin volvíamos a tener la gala drag… Por fin volvemos, por fin gané (risas).
-A todos nos sacó la sonrisa con su tocado, con algunas intervenciones. ¿No cree que se está perdiendo este toque más gamberro de los primeros momentos?
-Tiene que haber de todo porque en la gala drag hay gente que busca diferentes cosas. Todas las propuestas son respetables. Cada uno tiene que llevar una aportación personal, ser fiel a uno mismo, que es lo importante. La esencia para hacer disfrutar es ir variando dentro de tu mismo estilo. El público es muy grande y cada uno espera diferentes cosas. Hay gente que quiere verbena, otro reggaeton, otros buscan house…, todo hay que llevarlo y vivirlo. Si tú lo disfrutas, haces que el público disfrute contigo.
-¿En qué drag se inspira?
-En mí mismo, aunque la historia de esta gala tiene muchos drags relevantes que siempre han repercutido en el carnaval. Y aunque a lo mejor los tienen algo olvidados, drags como yo siempre tienen presentes a Yemayá, a Mandrágora, a Séregon… ha habido muchos drags que han sido muy relevantes en la historia.
-¿Cómo lleva eso de obtener la máxima puntuación en todos los grupos de votación?
-No me lo creía. Sabía que me llevaba puntos, estaba convencido de que un cero no me llevaba porque la gente estaba a tope conmigo. Cuando daban dos o tres puntos, decía bueno, ahora voy yo. Cuando llegaban las puntuaciones más altas, no me lo creía. Y cuando faltaba el doce, flipaba. Es la segunda vez, desde que se celebra la gala, que pasa esto.
-Pero antes de la entrevista, cuando hablábamos con su equipo, nos reconocían que no se creían que esto pudiera pasar.
-¿Sabes lo que pasa? Es que somos muy exigentes y el mínimo fallo para nosotros es un mundo, aunque la gente no se dé cuenta. Queremos siempre que todo salga perfecto. Así obtuvimos los cuatro doces.
-¿Ser drag profesional le facilita pensar en el espectáculo, en saber lo que quiere la gente?
Sí y no porque al final el público de la gala es muy distinto al de un espectáculo. En el equilibro está la clave.
-¿Cuál fue el impacto que recibió en su primera gala, hace ya diez años?
-Viví la primera gala como esta última. Ha sido la misma ilusión.
-¿Cómo ha cambiado en estos diez años?
-He madurado personal y artísticamente, he evolucionado viendo lo que necesitas para disfrutar y lo que el público reclama. Hay gente que llega y besa el santo, pero en mi caso ha sido un proceso de evolución que no cambio por nada. Si hubiera ganado antes, no hubiese evolucionado como lo he hecho hasta ahora.
-¿Qué representa para usted ser drag queen?
-Es todo, es mi vida. No cambio estos diez años por nada.
-¿Cuando decidió dedicarse a esto?
-Decidí presentarme a la gala drag queen cuando vi la primera en la tele, en 1998. Cuando vi a drag Heaven ganar, pensé que tenía que vivir eso. Desde entonces me hice fanático de la gala y de los drags. Fue verlo y querer vivirlo.
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