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La Suelta del Perro Maldito más ecologista

El ser humano destruye su mundo y el diablo de Valsequillo no puede estar más contento. Anoche la Suelta mostró las dos caras, el antes y el después de que la humanidad se cebara contra la naturaleza. Anoche se congreraron en el pueblo 10.000 personas

Gaumet Florido y Valsequillo

Jueves, 18 de junio 2020, 12:59

«Polvo eres, en polvo te convertirás». Con esta advertencia-recordatorio se despidió anoche el perro maldito con más conciencia ecologista de los últimos años. Se fue volando, izado por una grúa, después de lavar la cara al público-pueblo que acudió a ver la Suelta en Valsequillo. De fondo, un reproche constante, que hizo de hilo conductor de todo el espectáculo. «Para que me llaman a mí si el trabajo ya lo han hecho ustedes», les soltó. Al diablo le ha caído el sambenito del malo de la película y, sin embargo, no hay mayor maldad que la de una humanidad voraz que arrasa con su propio planeta. Fue un año más un festival de música en directo, luces y personajes que iban y venían, que se abrían paso entre una multitud deseosa de pasar miedo en la víspera de San Miguel. Una media hora intensa que, como es tradición, arrancó al filo de la medianoche, con el apagado de las luces del casco.

La concienciación frente al cambio climático llegó también este año a la 33º edición de la Suelta del Perro Maldito. ¿Y cómo se llevó a escena? Con la representación diferenciada de dos mundos y dos momentos distintos. Uno bucólico, de fantasía, como de arcadia feliz, cuando aún no lo había manoseado tanto la mano humana, con personajes llenos de color, duendes, aborígenes, estatuas de hielo, náyades, peces, ballenas, flores, molinos o cometas. Cada grupo simbolizaba anoche uno de los elementos de la naturaleza. Unos el aire, otros el agua y otros la tierra. El segundo mundo o momento vino de la mano del perro, que entró en escena tras una alarma falsa seguida de unos latidos. Fue la puerta de entrada a las figuras del mal, que se apoderaron del casco. «Este es el aire que respiran, el verdadero aire que pudre sus pulmones», dijo el perro. Y dio paso a la corrupción de la naturaleza, a la polución, a los peces muertos, las medusas negras, la lluvia ácida, un universo contaminado que también se representó según fueran de aire, agua o tierra.

Fuegos artificiales

Así fue cómo el público pudo sentir el alcance de su desidia, cuando no de sus acciones contra el medio ambiente. Y lo vivió en una Suelta que este año atrajo más gente, al ser sábado, y que contó con más medios que en otras ediciones. Se notó. De entrada, y aunque los más de 110 personajes que formaron parte del espectáculo son vecinos del pueblo, gente amateur, la organización contó esta vez con el soporte profesional de la empresa Tembrujo, valsequillera también y dedicada a montajes así. Su trabajo se complementó bien con la experiencia de la Asociación Cultural Amigos de la Suelta del Perro, y con un ayuntamiento, el de Valsequillo, que este año aumentó su aportación. La Suelta ganó escenarios, hasta cuatro, y un espectacular juego de luces. A los zancudos se les sumaron acróbatas, bailarines y fuegos artificiales. También reapareció la grúa, que permitió al perro hacer que volaba.

Sí, la Suelta ganó esplendor y espectacularidad. Dio un salto. Pero, así y todo, su final fue el que tenía que ser, el que tocará de verdad si la humanidad no se corrige. Un perro vencedor y burletero que anoche se perdió en las alturas y se llevó con él los restos de una piñata-planeta Tierra destruida por los humanos.

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