La historia de Artenara a través de sus panes artesanos
Panadería Abraham Romero ·
De generación en generación y adaptándose a los tiempos, esta familia se mantiene fiel a la tradición con las manos en la masaMucho se habla de la despoblación que están teniendo los territorios rurales y su lucha por adaptarse a los tiempos para mantener su progreso. Artenara, el pueblo cumbrero de Gran Canaria, cuenta con unos 1.000 empadronados, pero con una población diaria residente en torno a las 500 personas. Los años pasan pero lo que se mantiene en el pueblo es la panadería Abraham Romero, una familia que ha mantenido la tradición de generación en generación y que se ha convertido en parte de la historia del municipio. Esta aventura se inició en 1890 cuando José Romero Martín, comerciante procedente de Agaete, empezó a hacer pan al margen de su labor comercial.
Alrededor de la iglesia de Artenara, el negocio pasó a manos de sus hijos durante un tiempo y tras una corta interrupción, como consecuencia de la falta de suministros y de la escasa actividad comercial, fue asumida por su hijo Abraham y su mujer, Pilarito, quienes la regentan desde el año 1934. En su principio la actividad fue artesanal, convirtiéndose en industria en 1963. Ya en los años 80 sus hijos la transformaron en Abraham Romero González. Miqueas Sánchez, bisnieto del fundador, es el actual gerente de la empresa. Recientemente la Mancomunidad de ayuntamientos del Norte de Gran Canaria premió a la panadería Abraham Romero por su innovación turística, ya que la familia continúa con su labor comercial en el Udaco de Artenara y en la planta alta mantienen la panadería artesanal.
CANARIAS7 tuvo el privilegio de hablar con Isabel, de 94 años de edad, y Alicia, de 79 años de edad, tías de Miqueas y que han vivido desde la infancia en torno a un horno de leña. Aún hoy Alicia, cuando se despierta, sube a la panadería para coger su pan y desayunar. Ambas se convierten en un libro abierto de la historia de Artenara. «El primer horno estaba en un descampado al lado de casa y la tiendita se convertía en punto de encuentro de mucha gente», destacan. Ahora se habla mucho de la España vaciada, pero Isabel y Alicia reconocen el esfuerzo que supone tener una panadería y que la labor continúe, algo que les llena de orgullo.
La panadería se pone en funcionamiento a las seis de la mañana y a las cinco de la madrugada los fines de semana. Ahora suelen hacer unos 300 panes diarios, cifra que se incrementa el doble los fines de semana, que es cuando más residentes suben a Artenara a dormir y muchos visitantes se pasan por el pueblo.
Pan normal, integral, bizcochado y los sábados hacen el tradicional pan de papas. Conjugar el supermercado Udaco con la panadería y con la tienda que han abierto en Tejeda es sinónimo de una familia forjada en el trabajo y que persiste a pesar de las dificultades.
El panadero es mucho más que un oficio. «Hacemos el reparto al casco y lugares cercanos y dos veces en semana nos trasladamos a Acusa y Lugarejos. Llevamos el pan y también la compra, por lo que conocemos al detalle cómo se encuentran los vecinos, así como sus gustos y preferencias». Ese servicio continúa a día de hoy. Ese olor a pan en la casa de los Romero sigue siendo peculiar con el paso de los años. La panadería Abraham Romero es todo un ejemplo de tradición.
La cuarta generación de la familia es quien está ahora al frente de la panadería Abraham Romero. El supermercado Udaco es todo un comercio para los vecinos de Artenara, contando con el complemento del pan. A raíz de la pandemia se puso en marcha la comunicación vía WhasApp «por lo que ahora no le vemos la cara a muchos vecinos, solo cuando le llevamos el pedido a casa», destaca Miqueas. No hay una panadería en la isla con tanta antiguedad y lo más curioso es que se mantenga, contra viento y marea, en un municipio como Artenara que sigue perdiendo habitantes. Los panaderos son auténticos artesanos y hoy en día con menos panaderías artesanales, el ejemplo de la panadería Abraham Romero de Artenara es un rara avis. Una charla con Isabel y Alicia contando cómo sus abuelos y padres forjaron el futuro en torno a un horno es digno de admirar. Al lado de la iglesia comenzó la historia y al lado de la iglesia de Artenara continúan a día de hoy.