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La cantante Raquel del Rosario pregonó las fiestas del Pino de 2025. Cober

En las fiestas del Pino «se reavivan los lazos que nos unen como comunidad»

La cantante Raquel del Rosario aprovecha el pregón de los festejos de 2025 para defender la conservación de la esencia y la identidad

Viernes, 29 de agosto 2025

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Con un pregón cargado de recuerdos de su infancia y adolescencia en la villa mariana, de carantoñas a sus bisabuelos, abuelos y padres y de vivencias personales asociadas a las fiestas del Pino, la cantante Raquel del Rosario dio este viernes el pistoletazo oficial de salida a los festejos en honor a la Patrona de la Diócesis de Canarias de este año.

La pregonera de la Fiesta Mayor de Gran Canaria de 2025 destacó que durante las Fiestas del Pino «muchas de nuestras costumbres se reafirman, se reavivan los lazos que nos unen como comunidad. Cada canto, cada baile, cada aroma que inunda las calles nos conecta con nuestra historia y con quienes la han vivido antes que nosotros».

Ahondando sobre este particular la cantante insistió en que «no se trata solo de celebrar, también de pasar el testigo a quienes vienen detrás y de decir, con orgullo, que seguimos aquí, honrando nuestras raíces».

En su intervención delante de la fachada de la basílica apeló a la necesidad de, «en medio del bullicio y la alegría, sentir también ese silencio sagrado: el de la memoria de los que ya no están, pero siguen presentes en cada detalle, en cada gesto heredado». Porque «ellos y ellas viven en el sabor de una receta, en el compás de una isa, en las manos que desgranan el millo y que aún bordan los trajes típicos de antaño», comentó.

El público abarrotó la plaza del Pino para seguir el pregón. Cober

Sobre la figura de la Virgen del Pino la cantante terorense mantuvo que «no es solo la patrona de una isla: es la madre de un pueblo que la venera y que acude a ella en busca de consuelo y esperanza».

Cada 8 de septiembre, festividad insular, en Teror «se une lo devocional con lo festivo» y entre quienes llegan a la villa mariana, muchos de ellos a pie, «hay quienes lo hacen por fe, por cumplir una promesa, por tradición, por superstición, o por el ambiente festivo. Hay quien llega descalzo, con lágrimas en los ojos, cargado de ofrendas. Quien lo hace con unas copas de más y quien se queda por el camino», enumeró Del Rosario.

«Nuestra Virgen Madre no hace distinción. Más allá de nuestras creencias, y de aquello que habite en el alma y el corazón de cada uno de nosotros, sus hijos, ella nos acoge a todos por igual bajo su manto materno de amor y protección», añadió a continuación para ensalzara la Patrona de la Diócesis de Canarias.

La esencia y la identidad

«Nuestras fiestas no solo son tradición, son una forma de reafirmar que, a pesar del paso del tiempo, seguimos siendo fieles a lo que somos. Que la modernidad no ha borrado la esencia. Y que en cada generación es posible hallar la forma de mantener viva la llama. Porque mientras haya quien recuerde, habrá identidad», indicó también la pregonera, residente ahora en California, en Estados Unidos.

La pregonera recibió un obsequio del Ayuntamiento de Teror. Cober

De sus recuerdos infantiles y juveniles en Teror, Raquel del Rosario comentó que vivió sus dos primeros años de vida en el barrio de El Palmar, «en la casa de mi querida abuela materna, Consuelito», fallecida hace dos años antes de soplar 103 velas. Más tarde su familia se mudó al centro del pueblo, a donde «vivían mis abuelos paternos, Ramoncito y Eloína».

«Recuerdo mi infancia como un lugar despreocupado, seguro y feliz, con tardes eternas jugando con mis cinco hermanos, mis vecinos y primos en los terrenos que rodeaban nuestra casa, hoy ya edificados», rememoró la artista terorense.

«Muchos de ustedes estarán de acuerdo conmigo en que fue una fortuna conocer la vida antes de los teléfonos móviles y del internet», agregó sobre esta época de su vida.

En la plaza del Pino en la que leyó el pregón fue donde Raquel del Rosario se subió a sus primeros escenarios… «y no como cantante, sino en las actuaciones anuales de gimnasia rítmica. Aunque las funciones más especiales de mi infancia tenían lugar en casa los domingos por la tarde: aquellos escala en hi-fi que organizaba junto a mis hermanas y mis primas», señaló.

Huellas en la memoria

Entre las huellas que las fiestas del Pino dejaron en su memoria la cantante citó «aquel batiburrillo de aromas que se entremezclaban en las calles: el algodón de azúcar, las manzanas bañadas en caramelo, el calamar seco, las almendras garrapiñadas, los quesos canarios, el chorizo de Teror… Aquel inconfundible olor matutino a zotal, sobre todo los que vivíamos en callejones». También recordó quedarse dormida de niña «con el murmullo de la verbena y la bocina de los coches de choque de fondo, el grito inconfundible de los vendedores de lotería, o las divertidas rimas del señor de la tómbola».

Raquel del Rosario entre el alcalde y el obispo auxiliar de la Diócesis de Canarias. Cober

En ese repaso a su minoría de edad no faltaron sus bisabuelos paternos, Juan María y Rosarito, «quienes también emigraron a las Américas, aunque en su caso las necesidades y circunstancias fueron otras». Se establecieron en Cuba, donde trabajaron en la recolección de caña de azúcar y allí nació su abuelo Ramoncito, quien quedó huérfano de padre con apenas dos meses.

Rosarito, a quien la pregonera dijo parecerse físicamente, regresó entonces a Gran Canaria y en la villa mariana fue conocida también como La Santiguadora del Quebradero, «a quien los vecinos acudían para que, con rezos y bienintencionadas prácticas, les alejara los males».

Ese recuerdo le sirvió para defender que «nunca es tarde para honrar nuestra historia, cuidar de nuestras tradiciones y evitar que se pierdan, aunque, desafortunadamente, los nuevos tiempos parezcan invitar a lo contrario a una velocidad vertiginosa».

No faltaron en su intervención unas palabras para sus padres: María Teresa y José Francisco (Pepucho). De él señaló que «desde que tengo uso de razón he visto a mi padre involucrado en las labores de esta basílica»y que «es artista. Crecí en una casa donde siempre hubo lienzos, pinceles, esculturas y guitarras. Ese entorno creativo, supongo, marcó y alimentó mi vena artística». De ella dijo que es «una madre generosa que, a día de hoy, no duda en subirse a un avión si alguno de sus hijos, desperdigados por la península o al otro lado del charco, necesita ayuda con lo que sea».

Haciendo balance de su experiencia personal, Del Rosario se atrevió a dar un consejo a quienes escuchaban el pregón, «sin importar la edad que tengan ni en qué punto del camino se encuentren: Bájenle el volumen a los ruidos del mundo y súbanselo a la voz del corazón. Ahí dentro está nuestra verdad, esperando ser recordada y escuchada».

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