Hoy sabemos de esta torre que su base era un depósito de pólvora y su planta principal, el espacio de alojamiento. También sabemos que el autor del recinto militar, Claudio de L'Isle, murió por las heridas causadas de una caída de la propia torre. En su testamento, dejó inventario de sus bienes que han resultado de gran interés histórico, junto a una caja con un violín, una flauta de cono y un libro de música con su pergamino.
Durante años, durante décadas, historiadores, asociaciones y ciudadanía nos hemos agarrado a los restos de patrimonio histórico de una isla destrozada por el tiempo, por la falta de conciencia, por el olvido de su valor. Hoy (por el lunes, 25 de abril) amanece pintada, con la palabra 'Liberta', una torre de cantería que se ha mantenido firme a pesar de los siglos y declarada Bien de Interés Cultural.
No sabemos si la persona responsable de la pintada sabe que esta torre también fue una prisión.
Lo que seguro no sabe es que la palabra libertad es mucho más antigua que esta torre y su raíz indoeuropea (leudh) no solo hablaba de la falta de inhibición, o del criterio individual. 'Leudh' también refería al pueblo, como colectivo de personas libres.
Cómo ser pueblo, cómo ser libre, si borramos, hasta la raíz, las últimas huellas.
No hay pueblo sin historia, no hay libertad sin cultura.
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