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Jorge David, 7 meses sin salir de casa por falta de centros para él

Jorge David, 7 meses sin salir de casa por falta de centros para él

Al cumplir 21 años se vio obligado a dejar el instituto y, desde entonces, solo se entretiene con la televisión. Al reducirse el círculo de personas para comunicarse, su habla se ha visto afectada

Jueves, 1 de enero 1970

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No son pocos los jóvenes que padeciendo algún tipo de discapacidad, y llegados a una cierta edad, se encuentran con que no existen servicios públicos que les permitan no tener que quedarse las 24 horas del día durante los 365 días que tiene el año encerrados en casa y enganchados a la pantalla de televisión. Es el caso de Jorge David Fragiel, de 21 años de edad, quien, hasta el pasado mes de junio de 2018, era un alumno más en el IES Puerto del Rosario, donde estudiaba el ciclo de Informática Básica Adaptada.

Su madre, Carmen Victoria Barrera, pensaba que Jorge David podría estar al menos un año más en ese instituto, aunque fuera haciéndole repetir curso como se había hecho en ocasiones anteriores, pero, unos días antes de la fecha de entrega de notas, se enteró de que su hijo ya no podría seguir más en ese centro educativo. Pues bien, han pasado siete meses y, durante este tiempo, aparte de las sesiones de fisioterapia que tiene cada semana, la vida de Jorge David se reduce prácticamente a pasarse las 24 horas del día encerrado dentro de casa, viendo lo que ponen en televisión y sin interactuar con nadie más que no sean sus propios padres o su hermana.

Jorge David tiene una discapacidad motora que le impide andar sin ayuda y que también le afecta al habla. También tiene una pequeña discapacidad intelectual, pero es mínima y entiende todo a su alrededor. Sin embargo, en estos últimos siete meses, debido a que no interactúa con casi nadie, ha empeorado en el habla y cuesta más entenderle. Además, «lo que había aprendido en el instituto, al estar todo el día encerrado en casa, lo ha ido perdiendo», lamenta su madre.

Un paso atrás después de tantos años de esfuerzo para mejorar su habla y en general para mejorar su calidad de vida. Como en la isla de Fuerteventura no existen centros de estudios y de aprendizaje para personas con discapacidades similares, a sus padres les han llegado a recomendar que se muden a una de las dos islas capitalinas, una posibilidad que descartan, puesto que «no es plan abandonar mi casa para irme a Gran Canaria o a Tenerife», explica Carmen.

Ahora, afortunadamente, Jorge David ha encontrado la ayuda de una empresa que lo acogerá como voluntario durante un tiempo para hacer fotocopias, aplicar lo aprendido en su ciclo formativo de informática y, en general, para hacer vida social, que es lo que más le ayuda a mejorar su estado físico y también el estado de ánimo. Pero Carmen Victoria aclara que será solo una solución temporal y que, en realidad, lo que hace falta en Fuerteventura es un centro de estudios y aprendizaje al que puedan ir no solo Jorge David, sino otras muchas personas de la isla que se encuentran en su misma situación, donde les ayuden «a ser más independientes, enseñándoles, por ejemplo, a hacer de comer y otras muchas cosas».

«No queremos una guardería, sino una especie de centro educativo donde puedan seguir yendo después de los 21 años», dice Carmen, que insiste en que un centro así es muy necesario en la isla, porque, además de Jorge David, hay otras muchas personas y familias que se beneficiarían. A día de hoy, la única opción es ir al centro ocupacional, que, en realidad, tampoco es opción, pues tiene pocas plazas y una lista de espera de dos años.

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