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Corralejo reúne a 1.500 personas al grito de ‘Lobos para todos’

Corralejo reúne a 1.500 personas al grito de ‘Lobos para todos’

La plataforma convocante denuncia que el Plan Rector de Uso y Gestión de 2006, donde se establece el cupo de visitantes, «es ilegal porque la junta rectora nunca se constituyó»

Jueves, 1 de enero 1970

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En torno a 1.500 personas se concentraron en el mediodía de ayer domingo en las inmediaciones del muelle de Corralejo, en concreto en la plataforma que da acceso a los pantalanes deportivos, para protestar en contra de las restricciones impuestas por el Cabildo de Fuerteventura desde el pasado martes 15 de enero para entrar en isla de Lobos. Unas restricciones que se aplican ahora en cumplimiento del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) de Isla de Lobos, un documento en vigor desde hace más de 12 años con el que, sin embargo, la autoridades insulares y los sucesivos gobiernos que han pasado por el Cabildo siempre han hecho la vista gorda.

El cambio de postura del Cabildo no ha gustado nada entre los sectores con intereses en el islote, pero tampoco entre muchos vecinos de Fuerteventura acostumbrados a pasar jornadas de playa en Lobos sin limitaciones de acceso. «La norma de control del año 2006 está desfasada y no se puede ejecutar con prisas de última hora sin atar todos los cabos. La junta rectora del parque natural, donde tendrían representación no solo las administraciones públicas, sino además la cofradía de pescadores, un grupo ecologista de la zona, la asociación Poblado de las Chozas de Lobos, el sector de los barcos y el restaurante, nunca se constituyó. Por tanto, las normas y leyes del PRUG, sin tener participación los afectados, son ilegales», denunció Tinín Martínez en representación de la plataforma Todos con Lobos. Lobos para todos, durante la lectura de un manifiesto consensuado entre los sectores que daban apoyo a la manifestación.

Sayo Benítez, cuyo marido tiene una choza en Isla de Lobos heredada de su abuelo Antoñito El Farero, opinó que el islote -la isleta, como la llamaban antaño-, tiene capacidad de carga «para más de 200 personas», pero «el Cabildo no admite más gente por no gastarse dinero para infraestructura». Para Alfredo Sánchez, patrón de pesca profesional y residente en Lobos seis meses al año, «el Cabildo no está haciendo las cosas como deben ser, no ha consensuado las leyes que está aplicando ni con los moradores del poblado de Lobos ni con los que tienen actividad en Corralejo, que tienen a mucha gente trabajado que vive del turismo». Sánchez, de familia de pescadores de toda la vida, critica además que se trate a los moradores de Lobos como si fueran turistas: «Los que tenemos casa y vivimos allí no nos consideramos turistas. Veo bien que hagan un control para visitantes, pero no que nos restrinjan la entrada a los que vivimos allí».

Elsa Carmona, que es de Gran Tarajal aunque residente en Puerto del Rosario, explicó que, desde pequeña, siempre ha disfrutado de isla de Lobos, algo que le gustaría seguir haciendo en el futuro. «Estoy a favor de regular un poco, pero es que tanto control enfada a la ciudadanía. Quiero que se cuide la isla y que se respete, pero siempre dejando al ciudadano decidir cuándo venir y cuánto tiempo», explica Carmona.

Antonia Guedes, de la isla de Gran Canaria aunque residente en Fuerteventura desde hace 30 años, reconoce que nunca ha estado en isla de Lobos, pero considera que las restricciones impuestas por el Cabildo «no son para proteger la isla, sino para que los políticos se llenen los bolsillos».

Francisco Javier Hernández, natural de Fuerteventura, no está de acuerdo con tener que solicitar una autorización cada vez que le apetezca ir a un sitio al que está acostumbrado a ir «de toda la vida». También está en contra de que se pongan «límites» al número de personas que accedan a Lobos, sobre todo si afectan «a gente de aquí», y propone como posible solución frente a los desmanes en el parque natural «que se pongan más servicios y más controles».

Adelio Antúnez es de Portugal, aunque lleva 15 años viviendo en Fuerteventura, y asegura que conoce el islote como si fuera la punta de su mano: «Tengo un barco deportivo y me gusta ir a Lobos, pero ahora hay que pedir permisos cada vez que quieres ir para estar solo un par de horas», se queja.

A diferencia de en manifestaciones anteriores, no hubo un gran despliegue de representantes políticos. Sí pudo verse al alcalde de La Oliva, Isaí Blanco, quien hasta ahora no se había pronunciado en este asunto, además de a algunos otros concejales.

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