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José Luis Brito, cocinilla del restaurante Valtarajal, con la cazuela de cabrito preparada en caldero. JAVIER MELIÁN / ACFI PRESS
¿La carne de cabra? Mejor en salsa y en caldero

¿La carne de cabra? Mejor en salsa y en caldero

En el restaurante Valtarajal, en Betancuria, el cocinilla José Luis Brito repite las recetas de su padre hace unos 40 años

Catalina García

Betancuria

Domingo, 26 de diciembre 2021, 00:00

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Carne de cabra compuesta, ropa vieja de carne de cabra, pimientos rellenos de queso majorero y carne de cabra, albóndigas con salsa del caldo de cabra, escaldón de gofio con el caldo de cabra, queso majorero de cabra, y cazuela de cabrito: el menú elaborado por José Luis Brito Méndez en el restaurante Valtarajal, en Betancuria, no deja dudas sobre el ingrediente principal de sus platos. Ah, y de postre, tarta de queso de cabra.

Al ingrediente reina, suma la forma de preparación: en caldero, en salsa y horas y horas al fuego lento. «Te digo los ingredientes si quieres y que todo en crudo, pero la combinación y los truquillos se quedan en la familia», avisa José Luis (Betancuria, 1977).

De esa familia cocinera del padre -los Brito Hernández- aprendió y saboreó las recetas tradicionales que ahora repite en el restaurante. De hecho, no se considera ni cocinero, ni mucho menos chef, «ponme cocinilla, eso soy porque no estudié para esto y sólo repito las recetas que vi preparar a la familia de mi padre, mis tíos, mis primos, a los que les divierte cocinar y lo viven».

Para hablar del restaurante Valtarajal hay que empezar por el principio: su padre Lorenzo Brito Hernández compró el terreno en la antigua capital y lo construyó, inaugurándolo en 1983. «Le puso Valtarajal porque es el topónimo aborigen del valle de Betancuria y porque nuestra primera casa, donde nací, estaba en la calle Valtarajal».

En 1983, los primeros turistas empezaban a descubrir la Fuerteventura interior y el encanto histórico de Betancuria. «Cuando mi padre abrió, sólo daban de comer Amparito y Vicente. Empezaron a llegar alemanes, holandeses, a los que mi padre les preparaba calderos y calderos de carne de cabra, cabrito majorero, ensalada de tomate majorero, papas sancochadas con mojo rojo que picaba un montón y tortillas francesas, no sé por qué les encantaban tanto».

Del colegio, José Luis y su hermano pequeño Lorenzo salían derechitos al bar del padre, que los sentaba sobre el saco de papas a pelar papas y ajos, a limpiar los pimientos, «adelantándole cosillas mientras jugábamos a ver quién de los dos pelaba y hacía más. Mi madre salía de trabajar del Ayuntamiento y también se venía al restaurante. De todos aquellos sabores, me acuerdo como si fuera hoy, hasta de los plátanos con pan que les dábamos de postre a los turistas». En 1988, lo pusieron en alquiler.

Hay que dar el salto hasta 2013 para que Brito se decidiera a tomar las riendas del Valtarajal. Para entonces el niño que pelaba papas sobre un saco tenía 36 años, el primero de sus dos hijos, estudios universitarios y ganas de cambiar de trabajo. «Al principio fui a trompicones porque venía con una idea de negocio que nada se corresponde con la actualidad. Me dejé aconsejar, aprendí de los errores». De aquella primera carta, por supuesto sólo queda la carne de cabra y la ropa vieja de cabra.

Una buena carne

Lo primero es la buena carne, «si es de macho castrado, mejor, ya no te digo si es ganado de costa. Todo lo demás es echarle tiempo: mi padre a veces se levanta a las seis de la mañana para ayudarme y dejar sentada la carne de cabra para que se vaya haciendo a fuego lento». Las papas, de la familia o de un productor local, lo mismo que los tomates, el queso y la verdura.

El cocinilla José Luis Brito no se olvida de otro 'ingrediente' del restaurante Valtarajal: Mayte Suárez Cabrera, la camarera, «que tiene un sonrisa para todos los clientes».

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