Blas Acosta renuncia a la presidencia del Cabildo y desactiva la censura
El socialista deja el cargo después de sacar adelante el presupuesto de 2021 y para «no alargar esta agonía ridícula»
«Comunico mi renuncia por escrito al secretario y dejo de ser presidente de esta isla». Con estas palabras, Blas Acosta zanjó ayer su dimisión como primer mandatario majorero al finalizar el pleno ordinario donde también Sandra Domínguez tomó posesión como consejera por AMF. La también parlamentaria regional era una de las firmas necesarias para la moción de censura que terminó su recorrido sin haberse presentado por la renuncia del presidente a censurar.
Acosta, el primer presidente socialista de la historia del Cabildo majorero tras décadas de hegemonía de Coalición Canaria (CC), justificó su dimisión «por razones obvias», esto es al quedarse en minoría después de que Sergio Lloret y Marcelino Cerdeña, de AMF, no acudieran el 22 de diciembre al pleno de aprobación del presupuesto insular para 2021. El ya exprimer mandatario majorero, que accedió al cargo en virtud de una moción de censura presentada el 8 de julio de 2019 por el PSOE, NC-AMF y Unidas Podemos contra la presidenta electa Lola García, apeló al nueva mayoría de gobierno de CC-PP-AMF y a que, antes de formalizar un renuncia ante el pleno, quería dejar aprobado el presupuesto para 2021, «por lo tanto alargar esta agonía resulta ridículo».
El socialista emplazó a que, dentro de diez días, concretamente el 12 de marzo, se celebrará el pleno de elección del nuevo presidenta o presidenta, «sin coacciones, sin chantajes y sin vinculaciones de firmas». Con la proclamación del nuevo primer mandatario, surgirá «una nueva mayoría alternativa que gestione los intereses de Fuerteventura y yo no quiero ser un obstáculo, como ya dije hace tiempo». También recordó que entonces rechazó usar cualquier artimaña para alargar este proceso de constitución del nuevo equipo insular.
«Elegir sin chantajes»
Durante estos dos «largos» meses desde que se quedó en minoría, Blas Acosta confirmó que intentó llegar a acuerdos de gobernabilidad con CC, PP e incluso la nueva consejera de AMF, Sandra Domínguez, pero que sus esfuerzos resultaron infructuosos. «Intenté conseguir la mayoría de los doce consejeros para sacar adelante el presupuesto y gestionar la isla, lo que no fue posible, por lo que no voy a permitir que le hagan trampa a Fuerteventura y por tanto dentro de diez días se elegirá nuevo presidente y ya veremos quién será, pero desde luego no iba a permitir que se dejara en manos de fuerzas políticas que no fueran las más votadas, que creo que la voluntad de los ciudadanos», en clara alusión a AMF.
El exprimer mandatario, que no ha dejado su acta de consejero, aseguró que no se sentía traicionado por sus dos exsocios de AMF sino que defendió que cumplió los acuerdos con este partido, entre ellos un reparto del REF más favorable a Betancuria. «A partir de ahí, la cuantía de la ambición no soy nadie para determinarla. Ahora, sin chantajes, debemos elegir presidenta o presidenta porque Fuerteventura se merece un gobierno fuerte y sin chantajes», apostilló.
Para finalizar la justificación de su salida de la presidencia, Acosta reiteró que había cumplido con su objetivo de que Fuerteventura tuviera presupuesto, que había perdido la mayoría y que iba a respetar los acuerdos de gobierno.
«No sea maleducado, señor Lloret»
La renuncia del socialista Blas Acosta deja sin razón de ser la moción de censura por la razón lógica de que no hay presidente al que censurar. CC, PP y AMF querían registrarla ayer mismo, tras la toma de posesión del acta por parte de Sandra Domínguez, la firma número doce necesaria para ello, pero el nuevo giro de la renuncia de Acosta la hizo innecesaria, como el mismo aseguró que pretendía.
El único que protestó ayer cuando, en asuntos de presidencia y con el respaldo de la justificación del secretario del Cabildo, Blas Acosta comenzó a leer su alegato de renuncia fue Sergio Lloret. El consejero de AMF intentó interrumpirlo para abortar el anuncio de dimisión, pese a que Acosta seguía leyendo su despedida y justificación.
Tantas veces lo intento interrumpir que Acosta le lanzó una primera advertencia a que le dejara seguir adelante puesto que estaba legitimado al hacerlo dentro del apartado del orden del día del pleno de asuntos de presidencia. Como no cejaba Lloret en su empeño de frenar la lectura de la renuncia, Acosta le hizo frente, amenazándole con una segunda advertencia y con «un déjeme hablar», incluso dedicándole un «no sea maleducado, señor Lloret» y recordándole que no le daba la palabra porque estaba en, otra vez, asuntos de presidencia.
Blas Acosta finalizó la lectura de su renuncia, la entregó por escrito al secretario y se fue.