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María del Carmen Barrios de la Cruz comenzó a preparar la carne de cabra compuesta con papas a las diez de la mañana de ayer, la sentó al fuego sobre las dos de la tarde, y a las cuatro y media la apagó, dejándola reposar unos 30 minutos. Es la cena que, con motivo de las fiestas de San Pedro Alcántara, elaboró para unas 200 personas por segundo año consecutivo.
La cantidad de los ingredientes del plato tradicional que anoche comieron los vecinos de Ampuyenta da idea de la pasión de esta mujer por la cocina sí, pero para mucha gente: cuatro cabras de costa, 30 kilos de papas, doce de cebolla, seis de pimientos (tres rojos y tres verdes) y cinco kilos de zanahorias. A la vista del tamaño del compuesto y el número de comensales, María del Carmen (Tetir, 1950) se vino temprano «porque no quiero carreras a la hora de cocinar» desde Tefía -donde vive desde hace 47 años cuando se casó- al centro cultural de Ampuyenta donde empezó a pelar y cortar cebollas y los pimientos.
Cocinera de profesión en el albergue juvenil de Tefía durante 26 años, está más que acostumbrada a cocinar para muchas bocas. «Después de pelar y cortar, hay que ir colocando todos los ingredientes por camadas porque voy a cocinar para mucha gente. Sería distinto si la carne compuesta la preparara solo para comer en mi casa por ejemplo. Primero una camada de cebollas, pimientos y zanahoria, luego la carne de cabra arriba. Y así sucesivamente».
La caldera acorde a las dimensiones de los comensales se pone al fuego lento durante unas cuatro horas y se incorporan las papas un poco antes de que la carne esté hecha. «Se deja reposar y ya está. ¿Qué cómo sé que está terminada? Lo sé yo y todos: por el olor».
«Cuando cocino para mucha gente, me siento feliz»
Además de en las fiestas de Ampuyenta, en las de Tefía también participa elaborando el compuesto de carne de cabra con papas y paella desde hace siete años. «Soy persona que colaboro en todos lados donde me llamen. Cuando cocino para mucha gente, me siento feliz. Me sale del corazón preparar la comida de esta manera y que vengan los vecinos a la noche a probarla».
«Yo sentía el albergue juvenil como mío»
Con cada plato que explica, cada frase que pronuncia, María del Carmen vuelve siempre al albergue juvenil de Tefía donde trabajó durante 26 años y donde se jubiló hace dos. «Me llamaban cocinera Mamá Carmen y todos tenían que ver conmigo. Yo entré como limpiadora pero subí y empecé a cocinar por que le gustaba mi comida a la gente». A los sobre todo niños que iban a quedarse al albergue les preparaba sopa, pollo, macarrones, albóndigas con papas fritas y, de postre, torrijas y roscos. «Todo lo hacía yo sola, salvo algunos campamentos de niños que me traían a un ayudante. Me levantaba temprano y me empezaba a cortar y a preparar todo para que, cuando se levantaran los chiquillos, todo estuviera preparado». El albergue, que es propiedad del Cabildo de Fuerteventura, también acogía a grupos de adultos con los que «también me lo pasé muy bien porque yo veía la albergue como mío. Una vez una chica se quedó sin billete de avión y se iba a quedar sola allí y me la llevé para mi casa porque tenía miedo de quedarse. A veces me tocaba esperar sola hasta las tantas por un grupo, pero no me importaba nada».
javier melián / acfi press
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