
Las manos y los pasos que hacen La Bajada de El Hierro
Tras una excepcional espera de ocho años, los bailarines de El Hierro se entrenan con disciplina para cumplir su misión, mientras los artesanos trabajan en preservar el color y el sonido del ritual
Desde el 1 de junio, cada mediodía, cuando el reloj marca las 12, en Valverde se lanza un volador, y las campanas de la iglesia de La Concepción responden marcando una cuenta atrás que los herreños empiezan mucho antes, casi desde que comienza el año de la Bajada.
Bailarines, tocadores y artesanos llevan meses preparándose para cumplir la promesa adquirida en 1741: atravesar la isla de oeste a este cada cuatro años, portando a la Virgen.
La ilusión acumulada estallará el primer sábado de julio, cuando los isleños se reencuentren con sus paisanos venidos de fuera para pedir a la Virgen de los Reyes salud y la posibilidad de volver a recorrer, en su compañía, los campos herreños.
«La Bajada es el cariño, el sentimiento, las lágrimas, los abrazos de sudor... Es un poco todo eso y lo sigue siendo, aunque sea menos familiar», dice Herminio Sánchez, bailarín y presidente de la Agrupación Folclórica de Sabinosa, que lleva meses entrenando para el ritual.
Ellos serán los primeros en entrar en acción el 5 de julio, en la venia a la Virgen, a las cinco de la mañana. Luego, tras una misa, los pastores sacarán la estatuilla del santuario de La Dehesa y la entregarán a las autoridades, que la portarán hasta la Piedra del Regidor. Allí la cederán a los porteadores del pueblo de Sabinosa, encargados del primer trayecto de la caminata hacia Valverde.
«Salimos desde una cota de unos 600 metros y subimos a 1.500 en menos de dos horas. Es un terreno complicado para caminar y bailar», cuenta el portavoz de la agrupación, que está enlazando actuaciones en otras islas como preparación para la Bajada.
Hasta la Raya de Binto, donde entregarán la Virgen a los cargadores de El Pinar -si todo marcha según lo previsto- unas treinta parejas de Sabinosa bailarán el sendero al son de las chácaras, acompañadas por pitos y tambores.
En las rayas, puntos de relevo entre pueblos, los guíos -quienes marcan el ritmo de los pitos- cobran protagonismo. El traspaso se produce cuando los toques de ambos pueblos se acompasan. Ahí surge el pique: ritmos inesperados que demoran la cesión. «Hay pueblos que se han inventado toques para que el contrario no pueda coger el ritmo», explica Sánchez.
Este traspaso se repite en siete rayas: Sabinosa entrega a El Pinar; luego, El Pinar a El Golfo; la recoge de nuevo El Pinar y la pasa a Isora, que la cede a San Andrés; El Norte la toma para finalmente entregarla a Valverde. Son 28,3 kilómetros acompañados de chácaras y tambores.
Los toques del baile varían según el terreno: la jullona, rápida y alegre, resuena en las zonas llanas; en las cuestas se imponen los más lentos, como el pasocumbre, explica Javier Morales, vicepresidente de la agrupación fundada en 1929, heredera del legado de Valentina y Benigno Hernández y José Simancas, entre otros.

Por la dureza del camino, la edad mínima para bailar es de 14 años. Entre los de Sabinosa hay personas de 70 que se atreven con la proeza. «La Bajada es larga. El camino es duro por la distancia y el tiempo que se baila, pero te sostiene el encuentro con los otros pueblos. Cuando la entrega se hace bien, es un abrazo de un pueblo a otro. Todo eso ayuda a seguir. Hay magia. Cuando estás agotado, con la música y el ánimo de los compañeros, te salen unas fuerzas que no sabes de dónde vienen», dice Morales, de 67 años.
Pioneros en la igualdad
Desde los años 60 del pasado siglo, las mujeres también bailan y ahora son casi mayoría en los grupos. Ellos y ellas visten igual: pantalones blancos y faldilla del mismo color con pliegues y encajes; delantal, capa y fajín rojos. El gorro identifica a cada pueblo. Las plumas de pardela están en el de Sabinosa, que tiene un frontal rojo; en el de El Golfo, con frontal blanco; y en el de El Norte, emplumado solo en la parte alta. Las flores de papel cubren los de Valverde y El Pinar, este último con un frontal de papel de aluminio; y las flores de tela están en el gorro multicolor de Isora y en el blanquirojo de San Andrés.

De eso sabe mucho Dolores Castañeda, que lleva meses cosiendo trajes tradicionales herreños en su taller. En estos días tiene mucha faena: empieza a las 9 de la mañana y, tras almorzar y descansar, retoma la labor desde las 4 hasta la noche. Algunos encargos son para la Fiesta Real del 13 de julio, que reúne a representantes de todos los pueblos en Valverde.
«Siempre tengo mucho trabajo por la Bajada», reconoce. Pese a ello, suele disfrutar de la fiesta en la Cruz de los Reyes, donde todos los pueblos bailan para la Virgen y comparten almuerzo en la 'tendida de manteles'.
«Una vez no fui porque estaba a punto de dar a luz. Pero sí, siempre voy», dice esta mujer de 80 años, que desde niña vive la celebración con intensidad. «Lo vivía mucho. Tanto que hasta soñaba con la Bajada; que oía a los bailarines pero no llegaba a tiempo», rememora.
Los gorros le dan bastante lata con sus perlas, medallas, joyas, flores de tela dura y, sobre todo, las complicadas plumas. «Son difíciles de enganchar y coser», afirma. Aun así, mucha gente ha aprendido a hacerse sus trajes. La tradición está asegurada y no todo tiene que pasar por sus manos, dice con alivio.
Dámaso Padrón, a sus 88 años, asegura estar cansado. Pero a las nueve de la mañana ya está en su carpintería de El Pinar, trabajando en un tambor.
Aprendió cuando era un veinteañero. Encargó uno, pero el artesano se lo hizo pequeño. «¡No, hombre, yo quiero el mayor de todos!», le dijo, y entonces se ofreció a enseñarle. Así empezó. «Siempre me gustaron los grandes. Ya no toco, no puedo con ellos. Cuando los oigo me da mucha pena. Los años mandan», admite el carpintero.
Sin tambor, no hay disfrute
Ha hecho varios tambores para la fiesta. Solo le queda uno pequeño sin dueño y uno grande, que viajará a Tenerife. «La gente se acuerda de los tambores cuando llegan las fiestas. Si quieren divertirse, tienen que llevar tambor. Si no, es como si nada», dice.
La caja de resonancia la hace con planchas de zinc galvanizado; los aros, de pino canario; las membranas, de piel de cabra tensada con soga. «Antes usaba soga de pita, pero ya no hay. Ahora tengo que usar de cáñamo», lamenta el piñero.
También le da pena cuando sus tambores salen por la puerta. «Entonces pienso: si los hago para venderlos, ¿por qué me va a dar pena?», reflexiona el artesano, que añora la emoción de vibrar con cada toque. «Hacerlo con ganas, esa es la emoción de tocar», concluye Padrón, que aún se pregunta por qué una mujer estadounidense se llevó uno de sus favoritos, el tambor más grande.
Los herreños viven estos días en una cuenta atrás. Algunos aguardan la Bajada y otros esperan que la madre amada asome por El Cabo, El Mocanal, Erese, Guaracoza, Las Puntas, El Chijo, El Roquito, Merese, Amador, Tigaday, San Andrés, Las Lapas, Tiñor o cualquier otra parada de su festivo y emocionante periplo por la geografía insular hasta la Subida a la Dehesa, el 2 de agosto.
Diez claves de la Bajada
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1
Origen . En 1741 se estableció el compromiso de trasladar a La Virgen de Los Reyes cada cuatro años desde La Dehesa a Valverde en señal de gratitud
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2
La fecha. La primera Bajada se hizo en 1745. Antes se celebraba en mayo. En 1965, se trasladó al verano para hacerla coincidir con el periodo vacacional
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3
71 edición. La virgen vuelve al camino el primer sábado de julio. La cita será el 5 de julio. Ese día, a las 5.00 horas, comenzará el ritual desde el santuario de La Dehesa
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4
El camino. El sendero, de 28,3 kilómetros hasta Valverde, no es sencillo y transcurre entre sabinas, pinos y laurisilva hasta los pastos Nisdafe
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5
Las rayas. Cada pueblo traslada la imagen por tramos. En las rayas, una frontera imaginaria, es donde los cargadores entregan la Virgen al siguiente pueblo
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6
El baile de la Virgen. Los bailarines de cada pueblo bailan a la Virgen en su raya. También se suman bailarines de otros pueblos. Tambores y pitos deben acoplarse en el traspaso de un pueblo a otro
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7
Piques . El afán por retener o bailar a la Virgen enfrenta a los pueblos. No es raro que los tocadores cambien el ritmo para retrasar la entrega al pueblo vecino
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8
Cruz de los Reyes. Al mediodía, en este punto del camino, todos los pueblos bailan a la Virgen en la venia general. El almuerzo se comparte en la tendida de manteles
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9
Llegada a Valverde y novenario. Se prevé que la comitiva llegue a Valverde a las 23.40 horas. Los nueve días siguientes, habrá oraciones y ofrendas en la iglesia de la Concepción
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10
Fiesta Real, traslado a los pueblos y Subida. Tras la novena toca la Fiesta Real, el 13 de julio. El día 19, la imagen abre su gira por los pagos donde será festejada. El 2 de agosto, se devolverá a La Dehesa
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