
La Bajada, un reto para El Hierro: «No está garantizada el agua, ni la luz ni el alimento»
La isla encara la fiesta con ilusión y cautela a partes iguales | Pese a las multitudes, su esencia se ha logrado mantener, asegura el presidente del Cabildo herreño, Alpidio Armas
«En la Bajada de la Virgen de Los Reyes sale lo mejor y lo peor de los herreños». Lo dice un piñero que huirá de la avalancha de visitantes que recibirá la isla en los primeros días de julio.
Reconoce que la vida en El Hierro se mide en Bajadas y que es imposible no emocionarse con este encuentro identitario y religioso, pero este año no acompañará a sus paisanos en este peregrinaje ritual que el 5 de julio volverá a recorrer los 28 kilómetros que separan el santuario de la Virgen de los Reyes, en La Dehesa, y la iglesia de la Concepción en Valverde. El objetivo, cumplir la promesa contraída en 1741 de trasladar a la madre amada cada cuatro años, un voto que no se consumó en 2021 por culpa de la pandemia.
Tras ocho años sin acompañar a la virgen al ritmo de chácharas, tambores y pitos, la expectación es máxima. Por todos lados ondea la insignia de la Bajada. «Hemos vendido 2.000 banderines para los coches», dice la dependienta de una de las papelerías de la calle principal de Valverde. A menos de 200 metros, el Ayuntamiento los reparte gratis; un par por persona.
Los herreños se preparan para ese día. Algunos ya piensan en hacer una buena compra «por si acaso». «Y papel higiénico, como en la pandemia», bromea un bailarín de Sabinosa.
Mantener servicios básicos, un milagro
Sin embargo, no se puede descartar que se vean en apuros de todo tipo, reconoce el presidente del Cabildo herreño, Alpidio Armas. «Hay que considerar que en esos días la isla multiplica su población por tres o por cuatro, porque es posible que este año no solo se triplique como otras veces. Eso significa un desafío en todos los órdenes. A esa gente tienes que darle un mínimo de cuestiones básicas: como la luz, el agua, el alimento y no está garantizado nada de eso: no está garantizado», dice rotundo Armas, cuya máxima preocupación es que, de repente, se queden sin agua o electricidad. «Sería un desastre, pero puede pasar», dice.
De lo que sí está seguro es que en los supermercados no habrá de todo. «No tenemos garantías de que contar con la previsión y la capacidad suficiente de almacenamiento para tener todos los víveres que la gente va a demandar», señala Armas que también vaticina problemas para comer en bares y restaurantes, saturados en esos días. Los recién instalados y los visitantes son los que más le preocupan en este sentido. «La gente de aquí sabe que va a haber dificultades y la de fuera debe saberlo también. Estamos informando de que va a haber problemas en ese orden», reconoce.
El agua también le inquieta. «Que en la Bajada abras el grifo y corra el agua es todo un triunfo. Si a esto sumamos el calor, los riesgos y las necesidades de la agricultura en julio, seguro que tendremos dificultades», afirma. Y con la luz, igual. «Con mucha diferencia, la mayor demanda eléctrica en la isla se produce en la víspera, y el día con menos demanda es el de la Bajada, porque todo el mundo está caminando», añade. La gestión de residuos, la movilidad, el tráfico, el aparcamiento... «Es absolutamente todo. La Bajada trasciende en todos los órdenes de la vida. También en la economía. Hay una inyección económica importante por parte de todas las administraciones», señala Armas que en 2013, cuando afrontó su primera fiesta en calidad de presidente del Cabildo, entendió el alcance de las palabras de su predecesor en el cargo, Tomás Padrón, cuando decía que la cuestión fundamental de su mandato era la Bajada.
La Bajada también ha agudizado la crisis habitacional. «No hay viviendas», lamenta Armas. Cuenta el caso de una familia retornada de Venezuela a la que le cortaron el agua y la luz para desalojarla de una vivienda de alquiler. ¿El motivo? Liberar el inmueble para alquilarlo a precio de oro durante la fiesta.
En todo caso, a pesar de la muchedumbre que acude a la isla durante estos días, la peregrinación sigue siendo una demostración de unión entre los pueblos y un reencuentro con los herreños que viven fuera.
La esencia se mantiene
«Hasta ahora hemos conseguido mantener este espíritu. Aunque las multitudes distorsionan. Recuerdo bajadas con gente tocando bongós y bucios. Fue antes de que entrara en la política y les decía: oye, que esto no es para aquí. Hasta ahora, hemos sabido conservar parte de la esencia de la Bajada. Ese es el éxito de la fiesta y por lo que la gente quiere venir, pero cada vez cuesta más», reconoce.
De hecho, la celebración corre el riesgo de morir de éxito. «Cada vez hay más bailarines, más interés de cada pueblo y esto nos puede llevar a un encuentro de difícil gestión», reconoce Armas, que recuerda cuando en cada grupo había solo 15 o 20 parejas de bailarines y ahora casi se triplican.
«Me acuerdo de ir con mis abuelos a la Cruz de los Reyes en burro. Ibas arriba. Venía la Virgen con unas 50 personas. Se comía allí, se le bailaba, la Virgen seguía, y cada uno volvía a su pueblo. Yo volvía a El Pinar con mis abuelos. No venía a Valverde. ¿Qué pasa? Que todo ha cambiado. Cada vez hay más gente y los herreños nos implicamos más», asegura.
Encuentros complicados
También ha cambiado la forma en que se encara la fiesta. Alpidio Armas cuenta que en las últimas bajadas, los herreños llegados de fuera que buscan reencontrarse con conocidos y parientes, ya no acuden a la Bajada, ni siquiera a la Subida, prevista para el 2 de agosto. «Esos días –abunda–, no te ves con los familiares y amigos. Hay tanta gente que es imposible localizarlos». Por eso optan por acudir al traslado de la Virgen por los pueblos y a las fiestas que cada enclave le brinda.
«Tenemos un mes de Bajada, de eventos y de traslados. Ese es nuestro discurso. Es imposible que todos los que quieren venir a la Bajada vengan; primero, porque no hay billetes, segundo, no hay dónde quedarse, y tercero, no van a disfrutar de El Hierro porque van a mal comer y van a encontrar problemas para moverse por la isla», advierte.
Cero promoción
De hecho, no han promocionado la fiesta ni en Fitur. «Dijimos: ojo con venir a El Hierro para la Bajada. Sepan lo que se van a encontrar. Si vienen, tienen que llevar calzado adecuado, abrigo, comida, porque no va a haber bares ni chiringuitos en la Cruz de los Reyes y que sepan que es una peregrinación que exige un esfuerzo físico importante. Cuando llegas a Valverde, estás hecho polvo, por muy buena forma física que tengas», recalca.
Aun así, la tradición sigue viva. «Esto va in crescendo. No solo en número, también en sentimiento. La Bajada es consustancial al ser herreño. No hace falta haber nacido aquí. Basta con amar esta isla y venir con frecuencia».
Armas concluye con una certeza: no todos los herreños son creyentes, pero todos sienten devoción por su Virgen. «Aquí se la venera, se le rinde culto o no, pero a ningún herreño le toques a la Virgen de los Reyes».

Otro desafío herreño: 30.000 visitantes y apenas 3.600 camas
Entre casas rurales, las 622 viviendas vacacionales y sus siete hoteles, El Hierro suma unas 3.600 plazas alojativas. En los días fuertes de la Bajada, gracias al aumento de frecuencias del transporte marítimo, se prevé que la isla reciba unos 30.000 visitantes, según los cálculos de la consejera insular de Turismo, Davinia Suárez Armas. «En Semana Santa, solo con Fred. Olsen, se movieron 9.000 pasajes», y también opera la Naviera Armas, explica Suárez.
Del total de plazas alojativas de la isla, el 65% lo aportan las viviendas vacacionales, que han crecido en un 500% en cinco años. «Con el decreto de Islas Verdes, ha habido la posibilidad de disponer de viviendas vacacionales en diferentes tipos de suelos y, además, con unos requisitos mínimos, lo que ha hecho que las familias herreñas aprovechen la coyuntura y gestionen su segunda o tercera vivienda para el alquiler vacacional», afirma.
Esta circunstancia ha permitido que El Hierro haya sido en 2024 el destino turístico que más creció en Canarias. En todo caso, los datos son inexactos, por lo que han puesto en marcha un proyecto de Big Data para saber cuántos foráneos pisan la isla, analizando los datos de los teléfonos móviles. El año pasado, explica Suárez, por los centros turísticos del Cabildo herreño pasaron 60.000 personas de fuera. «Solo el centro de interpretación del árbol Garoé recibió unas 34.000 visitas», indica.
Sea como fuere, las cuentas no salen. No habrá cama para tanta gente durante las fiestas y es ahí cuando entra en juego la hospitalidad herreña. «Nos apretaremos como podamos porque es un día para compartir», explica Suárez, que recibirá a cuatro amigas en su casa esos días.
Otro problema son los coches de alquiler. La isla dispone de 500.
En cualquier caso, la propia Bajada lo arregla casi todo. «La energía y la emoción que te invade al hacerla, aunque no seas creyente, es indescriptible», asegura.
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