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J.M.L.
Guadalajara
Viernes, 19 de julio 2024, 10:35
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La cosecha de lavanda está en peligro en España después de que se haya detectado en los campos de Guadalajara un gusano que se come la planta. Se trata del «Helicoverpa Armigera», un lepidóptero cuyas larvas se alimentan de diversos tipos de plantas, incluidas las cultivadas como la lavanda, a la que acaban secando después de comerse sus flores y dejar los tallos desnudos.
El año pasado este gusano invasor acabó con buena parte de los cultivos de lavanda de la Provenza francesa y su aparición inesperada en Guadalajara ha alarmado a los productores no sólo de esta provincia sino de otras dedicadas a esta planta aromática, como Valladolid, Soria, Navarra, Murcia, Teruel, Toledo o Madrid. En total, España produce al año unas 30.000 toneladas de lavanda que se cultivan en unas 8.000 hectáreas.
El «Helicoverpa Armigera» se ha detectado en una parcela de Cogollor (Guadalajara), en plena comarca de La Alcarria, y ha obligado a adelantar la cosecha, lo que mermará la producción final. Según explica el presidente de la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales (ANIPAM), Abelardo Carrillo, «estos gusanos tienen una enorme propagación y son muy voraces, por lo que la única solución es la siega urgente de las plantas», labor que habitualmente suele realizarse entre la segunda y la tercera semana de agosto. Sin embargo, aquí se encuentran con el problema de las restricciones que, en el caso de Castilla-La Mancha, impone el gobierno de esta comunidad para utilizar maquinaria en el campo durante el verano para evitar que surjan chispas que provoquen incendios forestales.
Es un problema que se suma al de los bajos precios del aceite de esencia que se obtiene de la lavanda y que padecen los productores desde hace unos tres años porque la industria de la cosmética y la perfumería no les compra la materia prima.
Un sector, el de la lavanda, que el año pasado consiguió vencer en Europa ante las intenciones de la Unión Europea de considerar los aceites esenciales de plantas como la lavanda y el lavandín como «disruptores endocrinos», productos que, según la definición de la Organización Mundial de la Salud, son sustancias exógena o mezcla que altera la función del sistema endocrino y, por tanto, causa efectos adversos sobre la salud de las personas. Lo que no consiguió la poderosa Unión Europea puede lograrlo un pequeño y silencioso bicho: acabar con el futuro de la lavanda.
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