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Chequeo al coche compartido para la ciudad: ¿es tan 'eco' como parece?

Chequeo al coche compartido para la ciudad: ¿es tan 'eco' como parece?

Los vehículos eléctricos de pago por uso ya son una alternativa de movilidad en algunas capitales, pero su crecimiento exponencial plantea retos de futuro como el abastecimiento energético

Arantxa Herranz

Martes, 14 de diciembre 2021

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Opciones para compartir

El transporte representa alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) en todo el mundo. Estas cifras varían por países; en términos generales, cuanto más rico suele ser un país, mayor es la huella de carbono de sus habitantes en lo que a transporte se refiere.

En España, el transporte sigue siendo el principal sector emisor de CO2. En 2019 (último año del que se tienen estadísticas oficiales) supuso casi el 30% de todas las emisiones, 10 puntos por encima de la industria, que es el segundo. Ese año se produjo un ligero aumento de las emisiones ligadas al transporte (+0,7%) debido principalmente al transporte por carretera, que por sí solo supone un 26,8% del total de las emisiones. Ese año también viajamos un 0,6% más por carreteras, lo que implicó un incremento del 5,7% en el consumo de gasolina.

Teniendo en cuenta estos datos, los modelos que facilitan el compartir coches para viajar se han ido convirtiendo en una opción cada vez más popular y promovida, no solo por los beneficios medioambientales que acarrean, sino porque también permiten un ahorro en otros costes y que abre la puerta a otros beneficios, como reducir la cantidad de automóviles en las ciudades.

Consciente de estas bondades, desde la Unión Europea se puso en marcha una iniciativa para promover el conocimiento de este tipo de movilidad. Cerca de 135.000 personas de todo el continente recibieron información sobre el uso compartido de vehículos y, según los resultados del proyecto, alrededor de 4.000 individuos y cerca de 600 empresas se unieron a los servicios de coche compartido. Durante la duración del proyecto, las cifras de afiliación de los proveedores de coches compartidos participantes aumentan en 95.000.

Un estudio reveló que la movilidad compartida puede representar reuducciones de hasta un 47% en términos de consumo y hastsa del 65% para las emisiones de CO2

¿Pero realmente es tan beneficioso compartir vehículo? Para saber cuánto se ahorra en emisiones y en consumo de energía en este tipo de movilidad se llevó a cabo un estudio en Lisboa con el fin de estimar los impactos de estos modelos y los efectos de un posible cambio tecnológico.

Los resultados demuestran que esos beneficios pueden representar reducciones del 35 o 47% en términos de consumo de energía y del 35 y 65% para las emisiones de CO2, en función de si el vehículo que se comparte es híbrido o eléctrico. También se estimaron los impactos de la reducción de la propiedad de vehículos, en una proporción de 1 a 6, debido a la implementación del coche compartido.

Sin embargo, parte del problema de estos servicios es que siguen siendo necesarios muchos coches. La mayoría de las veces, los automóviles que abarrotan las calles de cualquier ciudad, especialmente durante las horas pico, llevan solo un pasajero. Cuando no se mueven, están aparcados, ocupando un espacio que podría destinarse a otros recursos. Algo que no es eficaz.

En Suiza, la flota de vehículos para compartir están incluidos en el sistema de transporte público de las ciudades, lo que permite regular los precios y evitar que se disparen

Un estudio realizado en Suiza para comprobar si los vehículos compartidos permiten a una mayor eficiencia energética concluye que, efectivamente los sistemas de movilidad compartida pueden contribuir al ahorro de energía.

Sin embargo, es fundamental regular el precio de dichos servicios para que la demanda no acabe disparando los mismos y, a la larga, esto les haga ser menos atractivos para los usuarios y, por tanto, dejen de usarse. Cabe señalar, además, que en el caso del país helvético, estos servicios están integrados dentro del sistema de transporte público.

Por tanto, y como veíamos en el estudio de Lisboa, la clave está en tener vehículos eléctricos. Los servicios de uso compartido de automóviles, que surgieron en las principales ciudades a principios de la década de 2000, permiten a los ciudadanos tomar prestados automóviles a corto plazo.

Dado que las flotas de vehículos compartidos tienden a tener perfiles de distancia de viaje más cortos y tasas de utilización más altas en comparación con los vehículos privados, los vehículos eléctricos podrían ser una buena opción. De hecho, muchos de los servicios en España son con vehículos total o parcialmente eléctricos.

Uno de los desafíos a los que se enfrenta la movilidad compartida eléctrica es el número limitado de cargadores rápidos públicos

Pero estas flotas de vehículos eléctricos se enfrentan a varios desafíos operativos. Uno de ellos es que dependen de un número limitado de cargadores rápidos públicos. Estos desafíos podrían superarse mediante baterías más grandes, una red de carga mejor diseñada (por ejemplo, cargadores más rápidos, más estaciones) o incentivos para el usuario.

Además, y aunque en estos momentos los vehículos eléctricos solo representan alrededor del 1% de todos los automóviles de pasajeros a nivel mundial, algunas voces alertan de que un incremento sustancial de vehículos eléctricos a nivel local, combinados con una carga descoordinada podrían causar problemas a la red de distribución eléctrica, lo que conllevaría mayores inversiones en generación y transmisión de energía.

Calcular nuestra huella particular de carbono cuando nos movemos no es fácil. Depende de la duración del viaje, la fuente de electricidad que tengamos a nuestra disposición, la ocupación del transporte público y, en el caso de conducir, el tipo de vehículo, gasolina y número de pasajeros. Pero, en caso de duda y si la distancia lo permite, andar es siempre la mejor opción.

[Esta información se enmarca en el ODS 11 relativo a ciudades sostenibles]

Si se puede, mejor en bici o en tren

Las formas más eficientes de viajar siguen siendo a pie, en bicicleta o en tren. El uso de una bicicleta en lugar de un automóvil para viajes cortos reduciría sus emisiones de viaje en un 75% aproximadamente. Ir en tren en lugar de un coche para distancias medias reduciría sus emisiones en aproximadamente un 80%. Usar un tren en lugar de un vuelo nacional reduciría sus emisiones en un 84% aproximadamente.

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