El cambio climático empeoró las inundaciones en Libia y Grecia
ODS 13 | Acción por el clima ·
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Las lluvias torrenciales que azotaron el este del Mediterráneo fueron 50 veces más probables por culpa del calentamiento globalNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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Las fuertes lluvias que inundaron gran parte de la costa mediterránea a principios del mes de septiembre tienen una explicación: «el cambio climático». Así lo concluye el grupo de expertos del World Weather Attribution (WWA) en un análisis rápido hecho público este martes. Las precipitaciones extremas dejaron 754 mm en un día en Grecia y 172.2 mm en 24 horas en la provincia de Cádiz. La investigación señala, además, que la destrucción causada, con un balance de víctimas superior a las 4.000 muertes, estuvo impulsada por la deforestación y el mantenimiento deficiente de las infraestructuras hídricas en países como Libia y Grecia.
«El Mediterráneo es un foco de peligros provocado por el cambio climático», aseguró Friederike Otto, profesora del Instituto Grantham y el Imperial College London. La zona cero del cambio climático como así lo determinó el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) en su última revisión dada a conocer en 2022. Durante 10 días, el Mediterráneo oriental sufrió una nueva DANA que dejó grandes cantidades de lluvia en la península ibérica; mientras en el lado opuesto, otra depresión aislada en niveles altos, en este caso bautizada como Daniel, golpeaba Grecia, Bulgaria, Turquía y Libia.
Esta borrasca borró todos los registros de precipitaciones en la península helénica y dejó 17 fallecidos, pero el mayor desastre se produjo en Libia con más de 4.000 fallecidos y decenas de miles de desaparecidos tras la ruptura de dos presas. «El número de víctimas no está claro aún»,advierten los expertos del WWA.
El estudio realizado por una decena de expertos apuntan a que el cambio climático es el responsable de este evento meteorológico en la costa oriental mediterránea. «Es un evento extremadamente inusual», señalan. Sin embargo, el calentamiento global provocado por la acción humana hace que este fenómeno extraordinario sea hasta 50 veces más probable con el clima actual.
Para Grecia, Bulgaria y Turquía, el análisis mostró que el cambio climático hizo que las lluvias intensas fueran hasta 10 veces más probables, con hasta un 40% más de lluvia, como resultado de las actividades humanas que han calentado el planeta. En España, donde la mayor parte de la lluvia cayó en tan solo unas pocas horas, los científicos estimaron que se esperan lluvias intensas una vez cada 40 años, pero no pudieron realizar un análisis de atribución completo ya que los modelos climáticos disponibles representan mal las precipitaciones intensas en escalas de tiempo más cortas. que un día.
En esta primera quincena de septiembre, el Mediterráneo vivió un episodio que se conoce como bloqueo omega. La DANA griega, hermana de la ibérica, se formaron al descolgarse dos masas de aire ligero de la circulación. Entre medias, una lengua dorsal de aire norafricano, que elevó las temperaturas en el centro de Europa, bloqueó el movimiento de estas borrascas.
Estos hallazgos tienen grandes incertidumbres matemáticas, aseguran los científicos del WWA, ya que los eventos ocurrieron en áreas relativamente pequeñas y la mayoría de los modelos climáticos no representan bien las precipitaciones en estas pequeñas escalas. Aunque aseguran que el cambio climático sí influyó en su virulencia. «Este desastre devastador muestra cómo los fenómenos meteorológicos extremos impulsados por el cambio climático se combinan con factores humanos para crear impactos aún mayores, a medida que más personas, activos e infraestructura están expuestos y son vulnerables a los riesgos de inundaciones», apunta Julie Arrighi, directora del centro climático de la Cruz Roja.
No obstante, la magnitud de la catástrofe en el caso de Libia, no solo se debe a las precipitaciones, sino también al mal estado de las presas, lo que ha producido un desastre en cadena que podía haber tenido lugar en cualquier momento y no a causa del aumento de temperatura global o de la mayor acumulación de precipitaciones debido al cambio climático. «Existen soluciones prácticas que pueden ayudarnos a evitar que estos desastres se conviertan en rutinarios, como una gestión de emergencias reforzada, mejores pronósticos y sistemas de alerta basados en el impacto, e infraestructura diseñada para el clima futuro», añade Arrighi.
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