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138 'wasaps' y 51 emails al día, ¿es normal?

138 'wasaps' y 51 emails al día, ¿es normal?

Un experto en adicciones a nuevas tecnologías pone cifras y remedios a nuestra dependencia del móvil

Viernes, 13 de marzo 2020

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El primer WhatsApp llega a las seis y media de la mañana. El madrugador del grupo que hemos creado para organizar un cumpleaños sorpresa a una amiga el fin de semana ya ha comprado el regalo. Así que hay que apoquinar: 25 euros y todavía sobrará algo de bote. Como el teléfono está en modo avión no leo el mensaje hasta las 8.30, cuando suena el despertador (no hay reloj en casa). A las 10.25 hago un bizum con el dinero del regalo y otros veintidós participantes del grupo mandan mensajes confirmando que lo han hecho también. En el metro ojeo el periódico (en el móvil también) y de las catorce personas que van en mi mismo vagón, ocho están mirando sus pequeñas pantallas (el resto son un par de lectores de libros de papel y cuatro personas que van charlando). En los once minutos que dura el trayecto de metro hago dos llamadas rápidas y recibo otra. Al llegar al trabajo empieza el rosario de emails. Y más 'wasaps' y llamadas por la tarde. A las 23.07 horas el móvil vuelve al modo avión y hago recuento de la actividad telefónica y online del día: 109 'wasaps' recibido y 29 enviados (138 en total); 19 llamadas entre hechas, recibidas y perdidas; dos audios enviados, un bizum y 51 emails intercambiados.

¿Son cifras normales? «Absolutamente. Mi actividad es más alta aún y veo cada cosa... Gente con tres móviles, por ejemplo». Esas 'cosas' las ve en su consulta MarcMasip, director del Instituto Psicológico 'Desconecta' de Madrid y Barcelona y experto en adicción a nuevas tecnologías. Trata a gente que recibe prácticamente un 'wasap' por minuto o a chavales que pasan más tiempo mirando el móvil que durmiendo. «Estamos hiperconectados. Y lo peor es que lo tomamos como algo normal». El trastorno tiene nombre, nomofobia, y describe a las personas que sienten un miedo irracional a quedarse sin móvil. «El 77% de la gente que se deja un día el móvil en casa o se le acaba la batería confiesa sentirse angustiado y muy nervioso. Existe absolutamente el síndrome». Y el 'mono', aunque se diferencia de la adicción a las drogas en que «con el móvil hay un pico agudo y luego la persona se relaja. Pero con las drogas va a más».

El tratamiento pasa por hacer terapia, que puede alargarse «meses», aunque el especialista hace hincapié en evitar en la medida que se pueda el mal. «Conozco el caso de una chica que ha denunciado a sus padres por quitarle el móvil. En España hay un 21,3% de adolescentes adictos a la red, frente al 12,7% de la media europea».

Para hacer frente a los datos, el experto propone: «No debería comprarse móvil a los hijos hasta los 16. Y si lo tienen, que no lo puedan llevar al colegio».

– ¿Y los adultos?

– Hay padres que le dan al niño una pantalla para que se calle. A esos adultos habría que mandarles a un curso de sensibilización. En el coche, las infracciones con el teléfono deberían estar sancionadas con la retirada de ocho puntos o un año sin carné. Y los videojuegos, que sean solo para mayores de edad.

Tan seria es la cosa que Masip llama al móvil «la heroína del siglo XXI». «¡Si vamos a un bar y no nos miramos a la cara!».

«En una hora de terapia le llegaban hasta 50 notificaciones»

Alberto es un «abogado con nombre» de 38 años que llega a la consulta de Marc Masip porque no sabe cómo librarse del 'pi, pi, pi' del teléfono. «En una hora de sesión recibía unos 50 mensajes de WhatsApp y 30 emails». Su mujer había roto con él a causa de este 'enganche' y la terapia con Alberto fue cambiar el smartphone por un teléfono sin acceso a internet. «Tenía que imponerse ir al gimnasio, más rato para comer y cenar, no trabajar desde casa...». Al cabo de tres meses recuperó su móvil y el WhatsApp, aunque su actitud ya era otra. «Se dio cuenta de que los 200 'wasaps' se resolvían con una sola llamada y de que hasta entonces los clientes habían abusado de él».

Un chaval de 12 años 'conectado' hasta once horas al día

A Santi le llevaron sus padres a la consulta mucho más que a regañadientes. Tiene 12 años, está en primero de la ESO y ese cuatrimestre solo había aprobado gimnasia. La culpa se le echaba su madre al móvil que le habían regalado la Navidad anterior. WhatsApp, Instagram, Tik Tok y el Fortnite se habían convertido en sus nuevos 'amigos' y a estas redes sociales y videojuegos llegaba a conectarse «hasta 11 horas al día». En la primera sesión no le quitaron el móvil porque hay chavales que se ponen «muy agresivos, lloran o insultan». Cuando él entregó el teléfono al terapeuta se encontró con horas y horas libres. «Tuvo que hacer terapia cada día, seis horas, entre talleres, sesiones de grupo...».

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