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No, los tatuajes no favorecen el cáncer de piel... pero pueden enmascararlo

No, los tatuajes no favorecen el cáncer de piel... pero pueden enmascararlo

Las tintas tampoco tienen contraindicación para la epidural, como mucha gente cree

Miércoles, 1 de diciembre 2021

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Los tatuajes resultan mucho más inocuos de lo que se pensaba. Ni favorecen la aparición de cánceres, ni tienen por qué ser una contraindicación para la aplicación de la anestesia epidural. No hay evidencia científica que ni siquiera apunte o haga sospechar de algo así, según se ha puesto de manifiesto en el congreso nacional de Dermatología, que se celebra desde ayer en Bilbao. La única pega que, a día de hoy, admite la piel tintada –y no es menor– es que en ocasiones puede enmascarar un tumor en evolución, especialmente cuando los diseños incluyen colores oscuros o marrones. Tampoco es para alarmarse.

El tiempo ha permitido demostrar que los argumentos sanitarios contra los tatuajes tienen más de prejuicio que de razones de salud. «Por regla general, un tatuaje puede provocar problemas incluso molestos, pero nadie muere de ello», explica el dermatólogo Donís Muñoz Borrás, que dirige en Valencia una clínica especializada. Hasta la fecha, no ha habido ni una sola investigación que haya podido demostrar la relación entre esta práctica y el cáncer, ni siquiera cuando las lesiones se han dado en el mismo lugar del tatuaje.

La complicación más habitual que generan es la inflamación, que de tanto rascarse puede llegar incluso a ulcerarse. Por razones que no se conocen del todo bien, el rojo es el color que da más guerra. El 80% de los casos de hinchazón se producen en zonas coloreadas con tonos rojizos. Hace 50 años, según detalla Muñoz, el rojo para tatuar se fabricaba con sales de mercurio, que están prohibidas desde hace 40. En la actualidad, no representan un problema. Los colores que se emplean en centros homologados están todos elaborados a partir de pigmentos sintéticos.

¿Qué pasa con el rojo? Algunas investigaciones, las más recientes, apuntan a que este color podría contener de fábrica más impurezas que el resto de la gama cromática. Pero tampoco está tan claro que sea así. «Aquí hay una incógnita pendiente de aclaración».

Vidas que se salvan ya, incluso con metástasis

La lucha contra el cáncer ha dado un paso de gigante en la última década con el desarrollo de la inmunoterapia, una familia de fármacos capaz de poner al sistema de defensas a trabajar frente al avance de una enfermedad oncológica. Una de las patologías que más se ha beneficiado de esta medicación es el melanoma. El diagnóstico temprano suele permitir una buena evolución de la enfermedad. Pero si no se trata a tiempo puede metastatizarse y extenderse a órganos vitales como los pulmones, el hígado o el cerebro. Tradicionalmente, como recordó el dermatólogo vasco Jesús Gardeazabal, jefe de la especialidad en el hospital de Cruces, ocurría así en el 15%de los casos, que rara vez tenían solución. En cambio hoy la mitad de esos pacientes salva la vida.

«No demonizar»

Esas pequeñas úlceras sí pueden ser, en ocasiones, la señal de un problema de salud que resulten más preocupantes, una sarcoidosis. Con ese nombre se conoce a una enfermedad que se caracteriza por el crecimiento de pequeñas acumulaciones de células inflamatorias. De la piel, puede extenderse luego a otros órganos, como los ganglios, el pulmón, los ojos, el corazón... Los expertos sospechan que se trata de una respuesta del sistema inflamatorio, pero tampoco esto parece estar tan claro. «Puede afectar a todo el cuerpo, aunque como en todo existen grados. Hay formas graves y otras menos graves», destaca el especialista, que insiste en la idea de «no demonizar los tatuajes».

Ni siquiera los que se hacen en la zona epidural. La tendencia de dibujarse la región lumbar llevó a los anestesistas hace años a negar a las parturientas las anestesia que les posibilita parir sin dolor. El tiempo ha demostrado que aquello carecía de sentido. «Un estudio evidenció que los supuestos argumentos científicos para negar una punción lumbar a una paciente tatuada eran puramente sentimentales», razona Muñoz Borrás. «Con un milímetro de buena voluntad –un pequeño corte para separar bien la piel antes de introducir la aguja– se puede hacer perfectamente», defiende.

Cada vez hay más gente tatuada en nuestra sociedad. Algunas estimaciones apuntan a que el 30%de las personas con edades comprendidas entre los 20 y 40 años luce un tatuaje. Irremediablemente, las posibilidades de que surja así un tumor en medio de un dibujo en la piel crecen. «¿Si esa persona no llevara la piel tatuada se hubiera librado del cáncer?No existe confirmación de que sea así. La relación entre cáncer y tatuajes es casual, no causal», resume Donís Muñoz.

Una nueva generación de láseres para borrar el arte sobre el cuerpo

Una nueva generación de láseres, más potentes y seguros, está llamada a sustitutir a la mayoría de los equipos que se usan en la actualidad para el borrado del arte sobre el cuerpo humano. Los actuales, también muy eficaces, vienen utilizándose desde los años noventa, según explicó el dermatólogo Donís Muñoz Borrás, que dirige una mesa y una formación sobre tatuajes en el congreso de dermatología, que reúne a 1.700 especialistas en el Palacio Euskalduna de Bilbao.

A partir de los 40 años, muchas personas deciden quitarse toda imagen sobre su piel. Otras se las borran para grabarse encima otras distintas. Es lo que se llama hacerse un cover. Tradicionalmente, para esta tarea se ha recurrido a un láser llamado Q Switched, presente aún en el 90% de las consultas especializadas. El haz de luz fragmenta la tinta en partículas que son en parte eliminadas en forma de esquirlas y en parte a través del sistema linfático, la orina y las heces.

Los nuevos láseres de picosegundos permiten obtener mejores resultados mediante una mayor fragmentación de las tintas y con menores efectos secundarios (leve enrojecimiento de la zona tratada).

Hay colores que oponen menos resistencia que otros. El negro es el color más fácil de eliminar y el turquesa su polo opuesto. El blanco resulta el más rebelde. Eliminar un dibujo del tamaño de un naipe, en función del centro elegido, puede costar una media de 100 euros por sesión. Suprimir un tatuaje completo bien puede llevar un año, con sesiones periódicas cada seis semanas.

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