Los beneficios de bañarse desnudo en la playa

No es una cuestión de nudismo, sino de placer. La sensación de bañarse desnudo en el río, y sobre todo en la playa, sintiendo el vaivén de las olas y el fresco masaje del agua salada, constituye todo un lujo para los sentidos. De momento, que uno sepa, no hay un solo estudio científico que se haya atrevido a abordar el asunto, pero los ingleses ya han puesto un nombre a esta tendencia, tan vieja como el ser humano. Lo llaman 'skinny dip', que es el clásico eufemismo anglosajón traducible como 'remojón en cueros'. A lo que se refieren, en realidad, es a esto, a bañarse en bolas.

Algunos trabajos de tipo psicológico y en la onda del fenómeno nudista atribuyen hasta 200 beneficios al hecho de pasearse con las cosas al aire por la playa. La desnudez, según cuentan, aumenta la autoestima, contribuye a una mejor aceptación del cuerpo propio, especialmente en la adolescencia y con el envejecimiento. La sensación de libertad resulta plena y, además, uno puede sentirse en comunión con la naturaleza, de la que formamos parte, y contribuir en cierta medida, con un mayor cuidado del medio ambiente. Ya se sabe, si no se usan bañadores ni bikinis, se ponen menos lavadoras, se gasta menos jabón, se usa menos el aire acondicionado...

Puede estarse de acuerdo, rechazarse estas ideas o, simplemente, no gustarle a uno la idea de mostrarse en público en pelota picada, por mucho que se trate de una playa o un entorno nudista. No se trata de eso. El 'remojón en cueros' lo que defiende es la idea de bañarse ligero de equipaje para disfrutar del placer de sentirse arropado por el agua del río o del mar.

Tampoco tiene nada de exhibicionista. La idea es desnudarse por completo en el momento justo de meterse al agua o, simplemente, quitarse el bañador o el bikini cuando se está dentro de ella, según se prefiera. Lo de pasearse desnudo por la playa tiene que ver más con el nudismo. Bañarse en pelotas es lo que literalmente dice la expresión, meterse al agua del mismo modo en que uno lo hace en su propia casa;y el que no quiera ver, que no mire.

Tiene mucho de cultural. Los romanos lucían sus encantos en las termas públicas y algunos países, tanto nórdicos como asiáticos, tienen completamente naturalizado lo del baño en pelotas. No es algo que les genere el más mínimo debate, ni siquiera es tema para un artículo periodístico como éste. Es solo rutina.

Muy posiblemente lo de quitarse toda ropa (reloj inteligente incluido, claro) para darse un remojón y dejarse llevar por el placer de los sentidos sea algo meramente cultural, liberador de tabúes y generador de sensaciones plenas. Especialmente la de libertad, pero ta mbién otras como la de la felicidad plena, la paz interior y la de sentirse dueño del tiempo propio, aunque solo sea por un momento. No es poco, desde luego.

Algunos especialistas unen a todas estas ventajas la de la capacidad para estrechar o reforzar vínculos afectivos que supuestamente tiene el hecho de compartir un bañito juntos con el culo al aire. Si se toman las aguas con la misma tela con la que se vino al mundo, la complicidad y la confianza crecen, según se dice, entre los amigos, parejas, incluso padres e hijos.

Hay autores que sin más evidencia científica que el pensamiento racional aseguran que esta práctica refuerza el sistema inmune. El contacto directo de la piel con el medio ambiente y los gérmenes que lo pueblan favorecería el refuerzo de nuestro escudo natural frente a la enfermedad. Auque el baño no sea muy largo, que todo suma.

El agua del río y sobre todo la del mar –a al que la ciencia sí le atribuye un alto poder desinfectante y cicatrizante–, también permitiría una mejor limpieza y desintoxicación de la piel. Hay autores que confieren al 'baño pelotudo' la capacidad de aumentar la fertilidad, porque un estudio de 2015 dijo que la desnudez disminuye en un 25% el daño del ADN del esperma (aunque el trabajo hablaba de dormir desnudo...). También se le atribuye un aumento de la absorción de vitamina D (muy necesaria, pero con la que genera el cuerpo por el efecto del sol en la piel durante el paseo diario, por norma general, suele ser suficiente).

Lo que sí parece definitivamente cierto es que alivia el estrés;y si a uno le vale, ahí poco puede discutirse. Lo del remojón en cueros, en fin, no es ciencia, sino filosofía. Pero si a uno le vale para crecer y disfrutar aún más del verano, perfecto, de eso se trata. Ser feliz de un modo sano jamás hizo daño a nadie.

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