El 'metodo' CR7 para bajar peso o mejorar la cuenta de resultados
La motivación es la clave para lograr metas ambiciosas
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Un futbolista que quiera mejorar la media goleadora, un empresario que tenga como objetivo anual aumentar la cuenta de resultados, una persona con obesidad que ... necesite bajar de peso, un joven músico que aspire a entrar en una compañía... Los cuatro deberían empezar por hacerse la cama. Asegura Alberto Valle, psicólogo y coach, que es el mejor comienzo para quienes se han puesto una meta ambiciosa. «A poca gente le gusta hacer la cama o fregar. Lo tenemos por tareas tediosas, así que incorporarlas a nuestras rutinas diarias nos motivará a la hora de ser disciplinados en nuestro empeño», sea este meter más goles o adelgazar diez kilos. El experto señala las fases del proceso para alcanzar objetivos tan dispares.
Define un objetivo realista
«El que no ha hecho deporte en su vida no se puede poner como objetivo correr la maratón de Nueva York en un año. La meta debe ser realista y esto significa que tiene que tener cierto grado de dificultad, pero no ser imposible». Esto es, bajar diez kilos en un año es exigente pero resulta realista, otra cosa es que nos empeñemos en perderlos en un mes...
¿Cuánto cuenta el 'talento'?
A la persona con sobrepeso o al directivo estresado el talento les va a ayudar bien poco en sus intereses. En el caso del deportista y el bailarín, obviamente cuenta más. «Tener un talento especial te da puntos extra pero, ojo, porque la potencia sin control no sirve de nada», advierte el psicólogo. Pone el ejemplo de Cristiano Ronaldo. «Aunque era un muy buen futbolista, cuando empezó tenía fallos y cogía rabietas. Pero es una persona muy ambiciosa que empezó a trabajar de forma muy disciplinada y pulió sus fallos a base de trabajo, no de talento».
El primer reto
¿Quiero mejorar? Pues identifica primero en qué fallas, advierte el experto. «El futbolista se da cuenta de que no es muy bueno en la recepción del balón, el bailarín no hace los giros como se exige en una compañía profesional, la persona con obesidad confiesa que no es muy fan del deporte y el problema del directivo es la falta de tiempo». Identificadas las grietas, nos ponemos el primer reto. «Por ejemplo, el futbolista que tiene fallos en la recepción de balón añadirá quince minutos más a cada entrenamiento para trabajar la recepción y las asistencias durante un mes. El bailarín hará lo mismo con sesiones específicas semanales para mejorar el giro. El que quiere adelgazar empezará a ir caminando al trabajo, a paso ligero, dos kilómetros al día. Y para el directivo sería un buen comienzo zafarse de la 'reunionitis', de manera que convocará reuniones diarias de veinte minutos en lugar de una hora y así ganará cada día cuarenta minutos para dedicarlos a tareas que le enfoquen en su objetivo final».
Evaluación y siguiente reto
A la meta final se llega, explica el psicólogo, «superando retos», que no serán uno ni dos, sino una lista 'in crescendo'. «Si para el primer reto nos hemos puesto un objetivo de un mes, al cabo de ese tiempo evaluaremos el resultado y nos marcaremos un segundo reto y luego un tercero, un cuarto... Los que hagan falta hasta llegar a la meta, al 'sueño'».
Un cerebro motivado
El futbolista ya recibe mejor los balones, al bailarín no se le atragantan los giros, la persona con sobrepeso ha perdido los dos kilos que se había marcado el primer mes y el directivo tiene más tiempo cada día sin necesidad de alargar la jornada. Eso son los logros tangibles. Pero hay otro intangible, que es el que ha hecho posibles los anteriores: «Este método de trabajo ayuda al cerebro a motivarse, lo 'domestica', de modo que lo que tanto nos costaba el inicio se ha automatizado y ya no cuesta apenas».
El 'duelo' de 24 a 48 horas del deportista ante un fracaso
A los más grandes se les prepara para el éxito... y para el fracaso. «Una derrota puede convertirse en una fuente de aprendizaje y motivación si el deportista la analiza e identifica áreas de mejora. Las derrotas enseñan a manejar la presión, a adaptarse, a ser más resilientes, a cuidar los detalles... Muchas veces, quienes logran superar adversidades y fracasos tempranos terminan alcanzando los niveles más altos de rendimiento». Explica Alejo García que a esto los psicólogos del deporte –como él– le llaman 'fracaso funcional'. Se refiere a ese fracaso que, «lejos de desanimar, impulsa a crecer y entrenar de manera más inteligente». Pero esto que tan bien suena en el papel sume al deportista en algún momento en la frustración. «Es una emoción inevitable en el deporte de alto rendimiento, donde los objetivos son exigentes». La meta a trabajar será manejar esa frustración, lo que permitirá al profesional «mantener la motivación, evitar bloqueos emocionales y seguir esforzándose de manera eficaz». No trabajar la frustración –advierte el experto– puede llevar a la desmotivación, la ansiedad o incluso al abandono de la actividad». Ahora bien, «es normal que un deportista se sienta mal ante un fracaso. Y en el alto rendimiento se puede dar entre 24 y 48 horas de duelo para levantarse y volver a empezar».
¿Cómo se trabaja la frustración?
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Reestructuración cognitiva: Cambiar la percepción de la situación, de «fallé» a «esto es un aprendizaje para mejorar».
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Fijación de metas: Deben ser realistas y parciales, de modo que permitan reconocer pequeños avances.
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Técnicas de relajación y respiración: Reducen la activación fisiológica asociada al estrés.
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Reflexión guiada: Diarios de entrenamiento donde el deportista analiza qué ha salido bien y qué se puede mejorar.
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