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'Hoy estoy bipolar' y otros tópicos sobre este trastorno

'Hoy estoy bipolar' y otros tópicos sobre este trastorno

No siempre es tan aparatoso como se cree

Martes, 29 de marzo 2022, 23:02

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La ficción ha hecho un flaco favor a las personas con trastorno bipolar, presentándolas como seres encantadores, excéntricos y apasionantes, fuerzas de la naturaleza con gran carisma y genialidad que a veces (solo a veces) se deshinchan un poco. Y nosotros mismos hemos aceptado con pasmosa docilidad estos estereotipos; tanto, que aplicamos el término 'bipolar' a cualquiera que tenga cambios de humor perfectamente normales. Así que, por un lado, nos tragamos lo que el cine y la literatura muestran del trastorno y, por otro, lo banalizamos con expresiones como 'hoy estoy un poquito bipolar'. Finalmente, ponemos la guinda al pastel cuando en la vida real nos encontramos con alguna persona que padece esta enfermedad y la miramos con recelo (nos creemos chistosos diciendo que 'Menganito es bipolar', pero, si nos cuentan que nuestro compañero de trabajo lo es, no nos suele hacer tanta gracia). Así que este miércoles, Día Mundial de la Bipolaridad, rompemos algunos falsos mitos sobre esta patología, cuya prevalencia ronda en torno al 4% de la población en nuestro país, sumando todos los tipos de bipolaridad y los casos de ciclotimia, que sería la 'hermana pequeña' y menos grave de este trastorno, es decir, su versión 'light'.

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    Es muy evidente

No, no siempre. Un paciente diagnosticado y tratado trabaja, estudia, tiene hijos... No se distingue de cualquier otra persona. «La bipolaridad es una patología de la regulación del estado de ánimo que se caracteriza por las distorsiones, por las variaciones de humor», indica Edorta Elizagarate, director del Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría. Tal y como explica, hay casos en los que esos cambios no son muy intensos y se diferencian muy poco de los que puede tener alguien con una personalidad voluble. La línea roja entre lo que es o no patológico la debe marcar un profesional, aunque en casos fronterizos ni siquiera ellos lo tienen fácil. Elizagarate, por su amplia experiencia, juega con algunas referencias que le parecen esclarecedoras a la hora de diagnosticar. «Por ejemplo, la irritabilidad que presentan los afectados es distinta», apunta.

Josselyn Sevilla, psicóloga sanitaria de TherapyChat, considera que esos cambios drásticos entre el polo eufórico y el deprimido, tan característicos de este trastorno, suelen diferenciarse de los altibajos que tienen las personas sanas en la intensidad y en la duración: «Todos en algunos momentos de nuestra vida, por problemas en el trabajo o, por ejemplo, recientemente, por el covid, podemos tener más cambios de humor. Esto es totalmente normal. Pero, si estas variaciones afectan a nuestro día a día, debemos pedir ayuda».

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    Los afectados van muy medicados

Es un trastorno que precisa medicación (normalmente, estabilizadores del humor) y que con un tratamiento adecuado tiene buen pronóstico, ya que descienden las recaídas y se acorta la recuperación en los episodios. La detección precoz y los fármacos son fundamentales para que los afectados tengan una buena calidad de vida. «También es útil completar esto con terapia para aprender a gestionar la enfermedad», añade Sevilla. De hecho, en algunos casos leves o cercanos al espectro bipolar pero que no llegan a serlo, ni siquiera haría falta medicación continuada. «En la mayoría de los casos, la bipolaridad no es tan limitante como se cree», señala la especialista.

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    Todos somos un poco bipolares

«No, no, no. Se es bipolar o no se es», aclara Sevilla, quien subraya que una cosa es la forma popular de hablar y otra muy distinta, la realidad. «No hay que restarle importancia a este trastorno.Los afectados, cuando tienen un episodio maniaco o depresivo, lo pasan muy mal.Así que sería mejor evitar bromas», recomienda Sevilla.

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    La bipolaridad aparece a cualquier edad

El trastorno bipolar se diagnostica, en la mayor parte de los casos, entre los 15 y los 19 años. «Eso, si tienes suerte y el profesional que te atiende sabe verlo –matiza Elizagarate–. Porque muchos se quedan sin diagnosticar». Principalmente, porque a veces se parece a algunos trastornos de la personalidad (el narcisista, por ejemplo) o se toma como algo puntual o propio de la 'edad del pavo' (ya que en la juventud es cuando suele aflorar).

¿Hay alguna 'pista' que a la gente de a pie nos haga sospechar de que nosotros mismos o alguien de nuestro entorno sufrimos bipolaridad? La hay. «Si conocemos a un sujeto expansivo, eufórico, brillante y con iniciativa y de repente 'pierde pedal' y sus proyectos se vuelven irreales y están fuera de lugar..., esto puede ser un indicio.En todo caso, es raro que aparezca después de los 30», señala Elizagarate. La desmesura en la simpatía o la vida sexual también pueden apuntar en la misma dirección.

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    Son narcisistas, peligrosos...

«Se cree que están en una búsqueda constante de reconocimiento y no, no es su perfil», indica Elizagarate. Tampoco son peligrosos, al menos «no más que el resto de la población».Eso sí, deben tratarse si es necesario y no consumir drogas que aumenten su desinhibición.

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    La genética es determinante

En este tipo de trastorno la heredabilidad es importante –como recuerda Elizagarate, un pariente de primer grado (padres, hermanos) de un enfermo tiene entre cinco y diez veces más posibilidades de padecer trastorno bipolar–, pero no una sentencia segura.Si hay una predisposición familiar, lo correcto es estar atento para actuar rápido y evitar desencadenantes de brotes, como el consumo de drogas.

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    Se puede curar

No, no se cura.Se controlan los síntomas y se evita el deterioro que hay tras cada episodio sin tratar.«A diferencia de otros trastornos que mejoran con la edad, como los de personalidad, este tiende a empeorar si no se trata», aclara el psiquiatra. De ahí la importancia de no bajar la guardia.

CLAVES

  • Diferencias entre géneros Los cuadros de inicio en las mujeres suelen ser depresivos (tristeza, falta de ánimo, bajón de energía) y en los hombres, más bien al contrario, son maniacos (euforia, irritabilidad, aumento de la libido).

  • Winston Churchill Padecía trastorno bipoilar; de hecho, él llamaba a sus momentos más bajos «mi perro negro». Elizagarate considera que hay muchos personajes históricos bipolares.

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