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LIDIA cARVAJAL
Desodorante o antitranspirante, ¿qué elegimos?

Desodorante o antitranspirante, ¿qué elegimos?

Diferencias entre ellos y ventajas de utilizar uno u otro

Martes, 7 de septiembre 2021

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El sudor es el termostato natural de nuestra piel. Cuando hace calor, hacemos ejercicio físico, ingerimos alimentos calientes, estamos estresados, sentimos miedo o vergüenza, o tenemos fiebre, sudamos para regular nuestra temperatura corporal y mantener el buen funcionamiento de nuestro organismo. De hecho, la anhidrosis (no sudar) es una enfermedad que puede ser mortal.

A pesar de sus beneficios, la sudoración, especialmente si es excesiva y provoca mal olor, se trata como un tabú y causa rechazo social. De ahí que pongamos todo nuestro empeño en evitar sus efectos. Eso sí, conviene destacar que lo que provoca el hedor corporal no es el sudor en sí mismo, pues su composición es únicamente agua y sales minerales y, por lo tanto, no huele, sino las bacterias presentes en la superficie de la piel que, al mezclarse con el sudor, dan como resultado compuestos que ocasionan el mal olor.

Los desodorantes y antitranspirantes son cosméticos formulados para evitarnos el mal trago que suponen los surcoS de sudor en las camisetas y el mal olor corporal y, aunque parecen idénticos, su composición y acción son distintas.

– ¿En qué se diferencian?

– La diferencia fundamental entre el desodorante y el antitranspirante está en la acción que realizan y en sus componentes –expresa la dermatóloga Andrea Combalia, portavoz de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y autora del libro 'Piel Sana y Corpore Sano' (Grijalbo)–. El desodorante sirve principalmente para camuflar el mal olor, como su propio nombre indica, lo que se consigue a través de fragancias con aromas agradables. Además, algunos de ellos incorporan ingredientes antibacterianos, tales como el citrato de plata, el ácido 2-butiloctanoico o el clorhidrato de octenidina, que previenen y reducen la proliferación de bacterias que provocan el hedor.

Por su parte, los antitranspirantes hacen precisamente eso, evitar la transpiración (o sudoración) gracias a que las sales de aluminio que contienen contribuyen a cerrar parcialmente el conducto por el que sale el sudor, lo que permite controlar y reducir la producción y liberación de este líquido.

En otras palabras, si nos echamos desodorante antes de hacer ejercicio, oleremos menos, pero sudaremos igual. Mientras que, si lo que nos aplicamos en un antitranspirante, controlaremos la cantidad de sudor, pero no el mal olor.

¿Cuál elegir?

Entonces, ¿qué elegimos? La respuesta es a gusto del consumidor, pero la recomendación de la dermatóloga es «recurrir al desodorante para el uso diario y al antitranspirante de forma puntual», pues «lo ideal es dejar que nuestro cuerpo realice sus funciones y que, si lo necesita, sude». Asimismo, recuerda que el uso de estos cosméticos debe combinarse siempre con una higiene adecuada de la piel.

Al hilo de ello, Combalia advierte sobre la depilación. «El proceso de depilación tiene que ser poco agresivo porque, de algún modo, alteramos la unidad del folículo pilosebaceo y de las glándulas sudoríparas de la piel. Por eso, la depilación debe realizarse con cuidado para no dañar la zona, que se puede irritar más si, además, se combina una depilación agresiva con un antitranspirante».

La alimentación también influye. Las comidas picantes y muy calientes tienden a elevar la temperatura corporal y a hacernos sudar más, mientras que una ingesta abundante de ajo y cebolla pueden tener cierto impacto sobre el mal olor.

En cuanto al formato (roll-on, crema, spray...), la dermatóloga señala que es indiferente. «Yo suelo recomendar los desodorantes en roll-on o en crema antes que los de sprays porque perjudican menos el medio ambiente y porque son más hidratantes y emolientes, pero todos funcionan de un modo similar», declara.

¿Entrañan riesgo?

Un tema controvertido sobre los desodorantes y los antitranspirantes es que en las últimas décadas diversos estudios han relacionado estos cosméticos con el cáncer de mama. Sin embargo, los resultados no son concluyentes y las diferentes organizaciones sanitarias, como la Food and Drug Administration (FDA) o el Nacional Cancer Institute (NCI), destacan la necesidad un análisis científico más riguroso para demostrar tal relación, por lo que aconsejan no alarmarse frente a estas investigaciones.

Igualmente, todos estos productos son regulados y sometidos a exhaustivos controles de seguridad antes de ser comercializados para garantizar que no suponen riesgos para la salud.

Aun así, detalla la dermatóloga, «los aluminios tienen tendencia a generar reacciones cutáneas en las personas con piel sensible, como dermatitis irritativas o forúnculos, más conocidos como golondrinos, que son molestos y difíciles de tratar». En estos casos, se recomienda optar por productos formulados específicamente para este tipo de piel, que generalmente no contienen sales de aluminio ni alcohol.

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