Mató a Rosa, pero dice no recordar cómo lo hizo: «Estaba muy colocada»
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Comienza el juicio por el asesinato de una mujer de 69 años a manos de su vecina en La Paterna. «Era como mi madre», declaró la acusadaNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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Yaiza R.F., la toxicómana de 43 años acusada de haber asesinado a puñaladas a su vecina María Rosa en su casa de La Paterna la noche del 2 de noviembre de 2021, reconoció durante la primera jornada del juicio celebrado este lunes que había acabado con la vida de alguien «que quería mucho, era como mi madre», pero negó saber cómo lo hizo: «Estaba colocada. No recuerdo nada de las puñaladas –fueron 62–, ni cómo ella me abrió la puerta de su casa ni nada. Solo tengo la imagen de Rosa en el suelo, con un charco de sangre y yo con el cuchillo en la mano», declaró.
En esta primera sesión, celebrada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas, la defensa de la acusada ejercida por la abogada María Teresa Guerra alegó que su clienta estaba totalmente enganchada a las sustancias estupefacientes y no era consciente de lo que hacía. Por eso pidió al jurado popular que le aplicaran una eximente completa o incompleta por drogadicción. Una tesis que discutió la fiscal Cristina Coterón, que le pide una condena de 23 años de cárcel por los delitos de asesinato y robo con violencia en casa habitada.
Tras un retraso por problemas técnicos, Yaiza R.F. comenzó su declaración argumentando que su relación con la víctima era buena y que ésta siempre le ayudaba en todo«a escondidas de su marido», fallecido nueve meses antes del crimen. «Viví once años con mis dos hijos pequeños y mi padre en La Paterna siendo vecina de Rosa. Se rompió mi relación con la que era mi pareja y caí en picado ya que él era quien se buscaba la vida para conseguir la droga que consumíamos», manifestó.
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En este escenario, detalló que el día de los hechos «estaba muy colocada» y no se acordaba «bien de todo, pero estuve en casa de una amiga consumiendo pastillas, heroína, crack, hachís y de todo». El dinero lo conseguía robando «paquetes de jamón serrano y solomillos» en el Hiperdino o lo que le daba su padre y Rosa.
Detalló de forma imprecisa que la noche del crimen estaba «en mi casa en pijama con mis hijos y a punto de acostarnos», pero alegó que una persona la «vistió» y «llevó a casa de Rosa. Recuerdo que alguien tocó mi puerta, para mí que era una amiga mía también metida en las drogas que se llama Mónica y abrí. Después recuerdo de acercarme a mi hijo de diez años, luego vestida de negro y más tarde en casa de Rosa en el suelo, todo lleno de sangre y con un cuchillo en la mano. Ella nunca abría la puerta y no sé cómo entré en su casa», contó.
Todo ello a pesar de que la fiscal determina que la acusada tocó o esperó a que abriera la puerta para entrar de forma sorpresiva.
Expuso entre sollozos que no tenía consciencia de haber cogido hasta dos cuchillos para apuñalar 62 veces en todo el cuerpo a la víctima: «Yo nunca tuve problemsa con ella y siempre me ayudaba. Era muy muy buena y estoy arrepentida. Me siento muy mal y esto no me lo voy a perdonar jamás en la vida», declaró a preguntas de la fiscal.
Tras cometer el crimen, dijo que solo recordaba verse con un cuchuillo en la mano y que se asomó «a la ventana y dije 'David sube que acabo de matar a Rosa, la maté'. Estaba llena de sangre, tenía mis manos llenas de sangre».
Posteriormente, sonó el teléfono de Rosa y ella lo cogió:«Tenía miedo, llamaron y me preguntaron por Rosa. Les dije que era su sobrina y que se estaba duchando. Luego aproveché cuando abrieron la puerta para salir pero no lo hice corriendo sino normal. Subí nueve pisos sin problema». Según la acusación, huyó con una bolsa de basura con una videocámara, un teléfono móvil, ropa y calzado masculino que había robado a la víctima tras matarla. Al salir, dijo a los vecinos que habían acudido al auxilio de Rosa: «Llamen a la policía que no saben lo que se van a encontrar ahí dentro».
La acusada contó que se fue de la escena del crimen acudió a la casa de un vecino «del bloque de al lado que se llama David y vende droga. Allí me fumé 20 euros de crack. No recuerdo haberme cambiado en casa de David». Todo ello hasta que se quedó durmiendo en las zonas comunes del edificio y a día siguiente se entregó a la policía.
«Me quedé en la escalera del portal de al lado durmiendo y por la mañana oí gritos y gritos en el edificio, me puse la capucha y fui a Schamann caminando, vi a mis hijos, me tomé la metadona, cogí la ropa, la metí en una bolsa y me fui a comisaría para entregarme», relató al jurado popular.
Yaiza se enfrenta a una condena de 23 años de prisión por el delito de asesinato y a cuatro y medio de cárcel por robo con violencia en casa habitada, según la fiscal Cristina Coterón. Esta parte reconoce como atenuante su adicción a las drogas desde la adolescencia, pues tenía «levemente disminuidas sus facultades», ya que su intención era conseguir dinero para drogarse, dijo al tribunal.
Por las heridas de la fallecida, la acusada actuó de forma «salvaje» y con «rabia», ya que son muchas las puñaladas que le propinó, la mayoría en la cara y en el cuello, y empleó dos cuchillos, uno que ya llevaba cuando entró en la casa y otro que cogió de la cocina de la vecina, dijo Coterón.
La letrada de la defensa, María Teresa Guerra, tratará de demostrar que «no es una psicópata al uso», sino una enferma y que cuando cometió los hechos drogada, por lo que pide que se le aplique la eximente completa o incompleta y no sea condenada a los 23 años que pide la Fiscalía.
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