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Cristian Reino /Barcelona
Sábado, 20 de junio 2020, 11:31
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A falta de pan, buenas son tortas. En este caso, a falta de ron, desinfectante contra el coronavirus. Tiene alcohol, pero obviamente no es para beber, como con prudencia se indica en la etiqueta, y puede llegar a ser tóxico. También emborracha. Los funcionarios de prisiones del penal de Brians 1 (Barcelona) han ‘cazado’ recientemente a dos reclusas en estado de embriaguez, tras beberse un improvisado combinado, una mezcla de líquido hidroalcohólico y refresco de cola. ‘Cubata carcelario’, como los improvisados licores destilados a partir de frutas que se hacen en las celdas.
Los penales, como los colegios, centros sanitarios o supermercados han instalado estos geles en las entradas de los módulos, como medida de prevención contra el coronavirus, y está también en buena parte de las zonas comunes, como la biblioteca, los comedores y las cabinas telefónicas. En la zona de la biblioteca es donde las dos reclusas se montaron el ‘botellón’ de improvisto. Fuentes de la Consejería de Justicia de la Generalitat señalaron ayer que la dirección del penal no ha decidido retirar los dispensadores, tal y como se había especulado en un primer momento. Aunque sí se ha reforzado la vigilancia para que el hidroalcohol no corra de vaso en vaso.
En este caso, la prevención y la lucha contra el coronavirus prevalecen frente a los comportamientos anómalos. Los geles hidroalcohólicos suelen tener una cantidad del alcohol en su composición de un 70%. La etiqueta lo dice con claridad: «No ingerir. Uso externo. No aplicar en pieles irritadas». Existen incidentes de este tipo en prisiones y hospitales británicos.
Desde la Consejería de Justicia trataron ayer de minimizar el incidente, protagonizado por las dos jóvenes reclusas, pues no es comparable, dijeron, con los problemas diarios en una prisión relacionados con el consumo de drogas, por ejemplo.
En este sentido, Servicios Penitenciarios de la Generalitat ha puesto en marcha una campaña entre la población reclusa para advertir del riesgo de muerte por sobredosis tras meses de abstinencia por el confinamiento. La reanudación del contacto con el exterior en las cárceles reabre vías de entrada ilegal de droga, por lo que las prisiones aconsejan a los drogodependientes no compartir jeringuillas ni agujas, rebajar las dosis de antes del confinamiento y tomarlas en compañía, para poder pedir ayuda.
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