Imagen de archivo de varios usuarios al subir a una guagua capitalina. / Juan Carlos Alonso

La mascarilla en el transporte público comienza a desaparecer

Esta protección ya solo será obligatoria en los centros sanitarios, en las farmacias y en las residencias de mayores para trabajadores y visitas

Álvaro Soto
ÁLVARO SOTO Madrid

El fin de la obligatoriedad de las mascarillas en el transporte público llegó a nuestras vidas. La medida aprobada este martes por el Consejo de Ministros ya entra en vigor desde este miércoles 8 de febrero, y a pese a que entre la población canaria aún se mantienen los cautos, los cubrebocas comienzan a desaparecer.

La decisión viene tras una mejora epidemiológica. Tanto la incidencia acumulada como la hospitalización de pacientes de covid-19 está en los niveles más bajos de los últimos dos años y roza los mínimos que se alcanzaron en el verano del 2020, justo después del estricto confinamiento domiciliario de primavera.

Así lo ha confirmado la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que ha aprobado la reforma del real decreto que desde abril de 2022 regula el uso de las mascarillas y que ha definido como «un paso más en la respuesta» que España ha ido dando a la pandemia en función de la situación epidemiológica.

De este modo, la mascarilla dejará de ser obligatoria en guaguas, trenes, metros o taxis (aunque seguirá siendo recomendable), así como en ópticas, centros de audiometría y ortopedias. En cambio, se mantendrá en los centros sanitarios, en las residencias de mayores para visitantes y trabajadores y en las farmacias.

«Nos encontramos en una situación de enorme estabilidad en cuanto a covid se refiere», ha celebrado la ministra antes de exponer que la tendencia de la incidencia para mayores sigue a la baja, con 50,7 casos a 14 días, mientras que las camas ordinarias están ocupadas en un 1,6 % y las UCI en un 1,7 %.

Con esta decisión, se pone fin a la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público que se estableció hace casi tres años, el 4 de mayo de 2020, durante la primera ola de la pandemia. Ha sido la restricción más duradera y también la que más debate ha generado: la mayoría de los expertos ha defendido su validez mientras que una parte de la población ha reclamado insistentemente al Gobierno que acabara con ella. De hecho, en los transportes en los que ha resultado más difícil de controlar, como en el metro, su uso ha disminuido notablemente en los últimos meses.

Bajo cumplimiento

Aunque algunos expertos consideran que debería haberse eliminado dentro de unas semanas, una vez pasada la temporada de picos de las enfermedades respiratorias, la mayoría cree que la decisión es un acierto. «Se podía haber tomado en septiembre pasado, cuando la situación epidemiológica también era buena, pero ya que se ha esperado, está bien hacerlo ahora», afirma Quique Bassat, epidemiólogo y profesor de ISGlobal, que expone otro argumento: «El siguimiento de esta norma era cada vez menor y una norma que no se sigue deja de ser buena».

También piensa así Pedro Gullón, profesor de Medicina Preventiva en la Universidad de Alcalá de Henares: «Si una medida no se cumple, pero sigue siendo obligatoria, su prestigio puede quedar menoscabado en caso de que en otro momento de la pandemia, si hubiera un brote importante, las autoridades quisieran volver a darle un impulso. Es mejor que solo se apele a ella si surgiera la necesidad de hacerlo otra vez». Además, Gullón cree la efectividad de la mascarilla en el transporte es baja porque «no es el entorno donde se producen más contagios, que ocurren más en el trabajo o en el ocio nocturno» y porque los buenos indicadores «lo permiten».