Borrar
«Soy el puto jefe aquí, Águila 10»

«Soy el puto jefe aquí, Águila 10»

La ambición del agente de la Policía Nacional Fermín Carlos V. R. no tenía límites, a juicio del grupo de investigadores que siguió sus pasos desde 2018 hasta la semana pasada cuando fue detenido por, presuntamente, participar y colaborar de forma activa con cuatro organizaciones criminales dedicadas, en mayor medida, al narcotráfico.

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los especialistas de Asuntos Internos y la Udyco de la Policía Nacional, el ECO de la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera, constataron como el agente entabló relaciones de tal calibre con cuatro organizaciones criminales que, con el tiempo, se convirtió en pieza fundamental de las mismas, como ocurrió con la banda liderada por el belga Ivo Emiel P. B., apodado el Químico. El sobrenombre le viene porque se dedicaba también a elaborar psicotrópicos, anabolizantes y esteroides en dos laboratorios del sur de la isla, concretamente en Ayagaures y en el barranco Hoya la Negra, de Santa Lucía.

Esta posición privilegiada en la organización del Químico, le valió a Fermín para conocer a otro narcotraficante marroquí llamado Mohamed Haddu, con quien entabló en poco tiempo una gran relación de confianza. Prueba de ello es la conversación pinchada por los investigadores entre ambos en las que el agente se jactaba de tener información importante para las actividades delictivas del narcotraficante: «Hermanito mira, mira quién es el puto jefe aquí, yo Águila 10, Fermín, el inspector y yo mira... Águila 10 hermano en rojo, yo no te miento, ¡aquí me entero yo de todo!», decía a Mohamed Haddu cuando trataba de convencerlo de que podía confiar en él a la hora de prestarle custodia ya que contaba con información privilegiada dada su condición de policía en la comisaría de Maspalomas. Y todo porque tenían entre manos una operación consistente en el desembarco en Gran Canaria de un cargamento de 1.350 kilos de hachís programado para el día 1 de enero de este año.

En esta trama, presuntamente Fermín llegó a un acuerdo con el narcotraficante marroquí para ofrecerle apoyo a cambio de 24.000 euros que se repartirían de la siguiente manera. 7.000 serían para el propio agente, otros 7.000 irían a manos de Ivo el Químico y los 10.000 restantes sostuvo el policía que serían para un supuesto agente de la Guardia Civil destinado en el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) y que les alertaría en caso de que fuese interceptada la lancha del hachís. Este era el plan inicial, aunque los investigadores jamás detectaron contactos entre el agente corrupto y el Guardia Civil del SIVE, por lo que interpretaron como un farol para quedarse luego con esos 10.000 euros.

Pinchazos.

En los preparativos del desembarco de hachís, se interceptaron numerosas conversaciones entre Mohamed y Fermín y en una de ellas, el policía le confesó como había traficado anteriormente con medio kilo de cocaína con la que ganó 12.000 euros. En otra ocasión, manifestó al traficante que la seguridad que le iba a ofrecer en el desembarco del hachís era total y absoluta y por eso tenía que pagarle los 24.000 euros: «Lo que te voy a dar a ti te va a costar un poco más porque sabes que tienes que pagarle a mi colega, pero te voy a dar una garantía y vas a trabajar con la barriga tranquila hermano. Yo te... es la diferencia», decía al ciudadano marroquí.

Las pesquisas consideraron «grave» la participación de Fermín en esta operación debido al elevado conocimiento que tenía sobre la forma de evitar controles policiales en la llegada de embarcaciones a la isla, indicándole a su vez las mejores localizaciones, horarios y rutas para evitar controles de tráfico tras el desembarco de la mercancía y que iba a estar de servicio el 1 de enero, la fecha fijada para el mismo, para advertirles de posibles inconvenientes durante esta operación.

«Esto de El Aaiún es un bisnazo, un bisnazo tío», le dijo en otra conversación Mohamed a Fermín el 30 de diciembre, dos días antes del desembarco, a lo que el policía le respondió «cuando me veas el día 2 me vas a dar un abrazo, un beso y me vas a decir ‘Fermín, pa toa la vida juntos’», respondió el agente encarcelado.

Ese mismo día, Fermín narró a Mohamed de forma distendida como –presuntamente– había participado en otras operaciones como «traer tres kilos de polvo» de Sudamérica «que los metí por el aeropuerto como si nada» y que por ello, le «regalaron un Mercedes, el C30 deportivo». También relató como traficaba con anabolizantes y se repartía el dinero con un tal Jimy: «Nos poníamos ciclos juntos, entrenábamos y manejábamos material». «Nos repartíamos el dinero en bolsas de plástico» cada uno con «treinta o cuarenta mil euros».

Finalmente se produjo el desembarco de los 1.350 kilos de hachís el 1 de enero, pero fueron interceptados por la policía ya que eran conocedores de todos los detalles ya que seguían los pasos de cerca, tanto de Fermín como del cabecilla de esta banda, Mohamed Haddu.

800 euros de «nuestro jefe».

Una organización criminal.

Quedó «patente» para los investigadores que Fermín, Ivo Emiel y Werner Henri formaban una agrupación estable, con reparto de tareas, liderada por el Químico, que le puso un «sueldo» al policía por las funciones de seguridad y asesoramiento de 800 euros cada principio de mes que recibía en mano y en metálico.

«Nuestro jefe».

En una de las entregas del presunto sueldo de Fermín, su compañero Werner hizo alusión al Químico como «nuestro jefe» cuando le dio el dinero y le pidió que investigara si el mismo estaba siendo seguido por la policía.

Cometido.

La función concreta del policía dentro de la organización era la de seguridad con respecto a Ivo en las actividades delictivas que desarrollaba, a fin de saber si era o no investigado.

El agente fue condenado por lesiones.

Por otra parte, durante la investigación el agente de policía Fermín Carlos V. R. fue condenado por el Juzgado de lo Penal número 3 de Las Palmas de Gran Canaria por un delito de lesiones a la suspensión de empleo y cargo público por un tiempo de tres meses. La condena fue efectiva desde el 8 de mayo de 2019 hasta el 7 de agosto. Según la sentencia, las lesiones habrían sido ocasionadas por el encartado durante una intervención policial en la que el objetivo era un grupo de menores en el sur.

Los investigadores apuntaron también que, con respecto al robo con violencia relativo a la joyería Gold Kramer en el que fue condenado un ciudadano ruso y el policía primero fue investigado y luego actuó en calidad de testigo, «se han obtenido serios indicios probatorios de la participación del funcionario» en dichos actos. Del mismo modo, sostienen que «se han revelado indicios de la participación de dicho delito a titulo de receptadores de los hermanos, la mujer y una amiga íntima del funcionario», afirman.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios