El policía acusado de poner dos multas falsas: «Cumplí mi deber»
El fiscal confirmó este jueves su petición de hasta siete años de cárcel –alternativamente lo rebajó a cuatro– para el agente de la Policía Local capitalina Santos G.V., acusado de falsear dos boletines de denuncia contra una misma conductora con la que tuvo sendos encontronazos en Vegueta.
Antonio F. de la Gándara
Viernes, 9 de junio 2017, 11:33
El agente Santos G.V. negó ayer ante la Audiencia de Las Palmas que entre el 23 de septiembre y el 4 de noviembre de 2014 emitiera sendos boletines de denuncia falsos contra una conductora con la que había tenido un encontronazo en la mañana del 23 de septiembre, mientras la mujer, Elena L., abandonaba su coche unos segundos mientras dejaba a sus hijos en el Colegio de los Jesuitas. «Soy un profesional, no tengo nada contra esta señora y cumplí con mi deber», expuso el acusado, quien aseguró que la denunciante se condujo en todo momento con la premisa «usted no sabe con quién habla».
El fiscal Carlos Seijo confirmó la petición de siete años de cárcel por sendos delitos de falsedad en documento oficial, aunque planteó que la condena se quedaran en cuatro años por delito continuado. La acusación particular, personada o en nombre de la denunciante y representada por la letrada Idoia Mendizábal, pidió ocho años, al añadir amenazas. Francisco Mazorra, abogado defensor, interesó la libre absolución, al considerar la conducta de su cliente atípica, esto es, no incardinable en ilícito penal.
Elena L,. funcionaria judicial, dio su versión: el 23 de septiembre iba a aparcar ante el Palacio de Justicia para dejar a los niños, cuando un agente le dijo que mejor daba la vuelta, bajaba por la calle Juan Doreste y paraba un momentito en la puerta. Expuso que eso hizo y que, cuando estaba volviendo al coche, el agente acusado, con aspavientos, le dijo que no podía pararse en la calzada. Dijo que ella intentó explicarle que su compañero la había autorizado, pero que el agente no quería escucharla. Añadió que cuando le dio a firmar el boletín, ella lo hizo agregando «no conforme». Dijo que este gesto enfureció al policía, que le extendió un nuevo boletín de denuncia, esta vez por no obedecerle. Elena L. lo denunció ese mismo día.
El siguiente choque fue el 4 de noviembre. Elena L. llevó a los niños acompañada por su marido, el juez Miguel Ángel Parramón. El agente se le acercó y, según ella, le dijo que la iba a multar de nuevo, pero según la testigo, tras hablar con Parramón cambió de idea, para extender una nueva denuncia falsa cuando ya se habían ido.
La defensa y los muchos policías locales que acudieron a apoyar al acusado se esforzaron en perfilar un paisaje de complot corporativo contra el agente, cuando no parece que haya ninguna prueba.
El hecho de que Alba lo procesara despeja las dudas
Lo cierto. La denuncia de Elena L. cayó en el Juzgado de Victoria Rosell, amiga de Parramón, pero ésta se abstuvo tras practicar las mínimas diligencias y le sustituyó el magistrado Salvador Alba, quizás el jurista de Las Palmas menos interesado en favorecer a los jueces progresistas. Alba validó los actos de Rosell y dictó el auto de transformación de previas en abreviado (el procesamiento) del agente. Y la acusación fue elaborada por la fiscal Teseida García con el visto bueno del fiscal jefe, Guillermo García Panasco.
Lo sugerido. En el legítimo y a veces controvertido ejercicio de la defensa, Francisco Mazorra, impugna el procedimiento al entender que Rosell no debía haber actuado en ningún momento, y pide la aplicación de la teoría de los frutos del árbol envenenado, que la Sala resolverá en la sentencia. Varios policías locales acompañaron al agente en el juicio y al finalizar expusieron a un periodista de la agencia Efe que el proceso era una «cacicada», esto es, que desde Alba hasta el fiscal, pasando por algunas salas que visaron el proceso, todos prevaricaron, por corporativismo.
Los testigos. El agente que ordenaba el acceso a los Jesuitas junto al acusado confirmó que él le había ordenado a Elena L. que dejara a los niños en la puerta. Expuso que quizás su compañero era más estricto que él. Una mujer que supuestamente vio la escena de aquel día apoyó la tesis del acusado de que la denunciante «pasó un kilo» de las órdenes del agente Santos G.V. Otro padre presente avaló esta tesis.
Parramón: «Le dijo: me suena tu cara, te voy a multar»
El magistrado expuso que el día que acompañó a su mujer fue él quien se bajó a dejar a los niños, y al volver vio y oyó al policía diciéndole «con agresividad» a su esposa «me suena tu cara, te voy a multar».
Elena L.: «Se me pegó y dijo, ya te buscaré algo»
Dijo que cuando en la segunda multa insinuó al agente que también iba a firmarla con un no conforme, el agente «pegó su cara a la mía y dijo, ya te buscaré algo que tendrás que demostrar si tienes cojones».