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Antonio Robaina posa junto a su hermana Dova (dcha) y Luz Marina Navarro (izq) empleada, a las puertas de la administración en la capital grancanaria. Juan Carlos Alonso

El Timple Dorado, 81 años de historia de la lotería

La primera de Gran Canaria. Antonio Robaina es la tercera generación de loteros que regenta esta administración, concesión del Estado a su abuela, viuda de la Guerra Civil Española

Odra Rodríguez Santana

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 11 de diciembre 2022, 01:00

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Antonio y Dova Robaina Cruz pertenecen a la saga más antigua de loteros de Gran Canaria. Sus orígenes se remontan a la época de cuando La Pepa aún recorría la Calle Mayor de Triana, las barberías cortaban a peine y tijeras y un décimo de lotería de Navidad costaba 15 pesetas (hoy 0,09 euros). Estos hermanos son la tercera generación que regenta la Administración de Lotería nº1 El Timple Dorado en Las Palmas de Gran Canaria, ubicada en la calle Mendizábal en uno de los locales del mercado de Vegueta, heredada de su padre Antonio Robaina Hernández y este a su vez, de su madre Dolores Hernández Guerra.

Su historia arranca con su abuela paterna. Viuda de la Guerra Civil Española con apenas 25 años y cuatro hijos -Miguel, Calla, Antonio y Dolores Robaina Hernández- recibió la concesión de un despacho de Lotería y Quinielas por parte del Estado en 1936 como reparación moral por la pérdida de su marido Miguel Robaina Ojeda en el campo de batalla. «Mi abuela no quiso una pensión. Prefirió el negocio», comenta Antonio. «Tuvo que arrendarlo durante años porque tenía que cuidar de sus hijos. Los primeros regentes fueron de la familia Velázquez, vecina del barrio», concreta.

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Desde entonces han pasado 81 años. La modernización y homogeneización de los establecimientos acabaron con su historia que colgaba en recortes de periódicos, fotos antiguas, regalos de asiduos compradores... pero no pudo con los recuerdos, anécdotas e historias de la lotería.

En sus inicios abrió en uno de los portalones del mítico restaurante El Herreño. Luego cuando los Robaina recuperaron el negocio se trasladó al señero mercado, y hasta hoy. «Ya es más de medio siglo repartiendo ilusión a gente trabajadora y, en todo ese tiempo, El Timple Dorado ha vendido miles de décimos, aunque no tantos premios como hubiésemos querido», alude Antonio, titular hace 30 años de la administración, quien siempre tiene en su boca al antiguo propietario, su padre, también Antonio Robaina y Hernández, fallecido en marzo de este año.

Sus recuerdos de infancia le llevan a un momento de la historia que «nada tiene que ver con la actual. Ser la primera administración deja huella aquí y en el mundo. Es un orgullo. Tenemos muchos números abonados y una gran cartera de clientes; incluso hay emigrantes que vienen a por números porque aquí lo compraban sus antepasados. Mandamos, décimos por ejemplo, a Nueva York y Londres, y a otras muchas ciudades del mundo», puntualiza.

El mercado de Vegueta fue en un tiempo el gran centro de negocio de Las Palmas de Gran Canaria y «comerciantes y turistas no dejaban de buscar la suerte comprar lotería aquí».

Antonio, a diferencia de su padre, no conoce a muchas de las personas que adquieren décimos en su local, pero rememora que su padre sabía quién había comprado qué número y «cómo se alcanzaba hasta su casa para darle la buena nueva». En ese entonces, el lotero estaba obligado a «acompañar al ganador hasta el banco para firmar y poder retirar el premio; era como el garante y ahí, iba mi padre cada vez que caía unas pesetillas». Incluso se acuerda que «una vez un señor con muletas que solía comprar gran cantidad de décimos ganó una importante cantidad de dinero. Salió tan nervioso de la administración con mi padre que cuando llegó al banco se dio cuenta que no tenía las muletas. Mi padre tuvo que volver a buscarlas».

Antonio y Dova mantienen la tradición de su padre de jugar el 65784. Desde los años 70 disponen de este número, que coincide con la matrícula del camión que conducía su progenitor antes de ser titular de la administración. Y exponen como un tesoro el timple dorado -símbolo de canariedad- que su padre encargó a un fallero de Valencia en esa misma década.

Luz Marina Navarro sostiene en número que venden desde hace 40 años. Juan Carlos Alonso

«A El Timple Dorado siempre le hace ilusión poder dar un premio, incluso por muy pequeño que sea», alude el titular. «Mira, el año pasado no repartimos el Gordo, pero sí un décimo del quinto premio con el 8.986, que se vendió por máquina», dice orgulloso.

La «suerte nos visita cada año» con el Sorteo de la Lotería de Navidad, apunta Antonio, «aunque solo sea un pellizco». Y así ha sido desde 1970 con pedreas en El Niño, y algún número en 1987, 2001, 2004, 2007,2011. «Este año volvemos a confiar en dar el Gordo», afirma el lotero mirando al cielo.

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